Cosechón de aceituna en Arribes del Duero

La excelente calidad y, este año además, una notable producción adelantan la campaña de recogida de las olivas en Fermoselle

La recolección promete ser histórica después de dos años raquíticos: "Así da gusto"

La cooperativa Virgen de la Bandera, con unos 150 socios cultivadores, espera superar los 300.000 kilos

VÍDEO | Recogida de la aceituna en Fermoselle

Irene Gómez

Cosechón de aceituna en los Arribes zamoranos. Después de dos campañas muy mermadas, los olivos de Fermoselle y otros pueblos como Pinilla de Fermoselle rebosan de fruto. "Es un año loco, así da gusto hacer la cosecha" expresa satisfecho Ángel López mientras se ayuda de una escalera para vaciar al máximo las ramas y ver cómo caen a la red unas olivas realmente lustrosas.

VÍDEO | Recogida de la aceituna en Fermoselle

Irene Gómez

Es tan bueno el año que la recolección se ha adelantado unas dos semanas. Cuando el fruto está más verde aumenta la calidad y con tanto rendimiento asegurado, en las cocinas van a disfrutar de una auténtica exquisitez. El pasado martes, día 12 de noviembre, arrancaba la campaña con los primeros cestos repletos de olivas y sin sorpresas. "Es una gran cosecha. Después de dos años de descanso, este va a ser muy bueno" confirma Roberto Fariza, ya metido en faena y a la espera de que el fin de semana llegue el refuerzo de la familia y den un empujón a la recolección.

El cultivo se ha visto además favorecido por las lluvias en la primavera y el otoño, muy propicias para el ciclo de la aceituna, a diferencia del año pasado que estropearon la floración.

Roberto es uno de los 150 pequeños productores que entregan la aceituna en la Cooperativa Virgen de la Bandera de Fermoselle. En realidad, hay bastantes más cultivadores en los Arribes zamoranos porque otra buena parte opta por molturar en almazaras de Portugal o en la provincia de Salamanca, también a pleno rendimiento en estas fechas.

A un ritmo de molienda de 1.000-1.200 kilos la hora, con tres turnos para no parar en las 24 horas del día, la cooperativa de Fermoselle espera "triplicar como mínimo" el raquítico balance de las dos últimas campañas, cuando apenas se superaron los 82.000 kilos de aceituna. "Es pronto para aventurar datos, pero podemos estar muy por encima de los 300.000 kilos" apunta Francisco Javier de Jesús, presidente de la Cooperativa Virgen de la Bandera.

Con la tolva cargada de las primeras olivas recolectadas y perfectamente limpias, las máquinas arrancaban ayer y continuarán a toda marcha durante los próximos 15 días o más si las lluvias no interceptan la recolección de toda la aceituna en los Arribes del Duero zamoranos.

Roberto Fariza recolecta aceituna con el pueblo Fermoselle de fondo

Roberto Fariza recolecta aceituna con el pueblo Fermoselle de fondo / JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

Un cultivo que en Fermoselle se extiende a lo largo de 295 hectáreas, lo que supone cerca del cinco por ciento del total de la superficie. Aunque el porcentaje no sea significativo, el olivar tiene una gran importancia estratégica en este rincón del Parque Natural de los Arribes del Duero –también en pueblos como Pinilla–, donde es cultivo singular en gracias al microclima, con los inviernos menos fríos en ciertas zonas por su baja altitud y menor exposición a las heladas.

Las normas de la campaña aprobadas por los socios de la cooperativa Virgen de la Bandera establecen la prohibición de recoger aceituna del suelo y en caso de inclemencias del tiempo, proteger la oliva tapándola con lonas. A diferencia de otras almazaras, hay que entregarla limpia de ramas y hojas, y siempre en cajas, cestas o capazos, nunca en sacos, evitando que se aplaste la aceituna. Se limita la entrega de aceituna a un máximo de 1.500 kilos por día y socio.

La buena cosecha garantizará así a los pequeños productores un generoso almacenamiento de litros de aceite, generalmente destinado aprovisionar la despensa familiar. Para consumo propio. "La mayoría de las producciones son domésticas y estas tareas se realizan en familia o con amigos; los fines de semana viene todo el mundo a echar una mano. Unos estiran la red, otros dan por abajo, otros por arriba, otros suben al árbol, otros limpian… Cada uno a una tarea" explica Roberto Fariza.

Aceitunas en la tolva de la cooperativa Virgen de la Bandera de Fermoselle preparadas para el procesado

Aceitunas en la tolva de la cooperativa Virgen de la Bandera de Fermoselle preparadas para el procesado / JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

Tradicionalmente el momento álgido de la recolección es el puente de la Constitución, cuando muchos emigrantes, hijos y nietos que están fuera retornan y se forman buenas cuadrillas para dar cuenta de la cosecha. Este año puede que para esas fechas esté prácticamente realizada la recogida.

"Antes se traía el ‘pestorejo’ (la careta del marrano) y se ponía a la lumbre. Echaban todo el día en el campo" evoca el fermosellano sobre las fiestas que se preparaban en torno a las labores agrarias. Hoy no son tan numerosas, pero no se ha perdido esa esencia del trabajo comunitario y la recompensa de un buen festín gastronómico.

El esfuerzo merece la pena. Después llegará el aceite, garrafas de oro verde, un preciado tesoro cada vez más valorado y también costoso. "Lo bueno de nuestro aceite es que es muy puro, los olivos no están tratados con nada químico, aquí no se sulfata y eso te da mucha garantía de que comes algo sano" argumenta Roberto.

En Fermoselle domina la variedad manzanilla, que reporta un aceite de oliva virgen extra de extraordinaria calidad, como el que aspira a recoger José Vaquero.

Las olivas caen en la lona en la finca de Ángel López

Las olivas caen en la lona en la finca de Ángel López / JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

Muchos olivicultores destinan una pequeña parte de la cosecha "al sabroseo". Es la selección más caprichosa de las olivas para disfrutar en la mesa previa preparación con sosa y tras los oportunos cambios de agua, se componen "con ajo, laurel, tomillo, romero, sal y aceite" según la receta de Roberto Fariza.

Fue en el siglo XVIII cuando la caída de los precios del vino llevó al entonces Concejo de Fermoselle a fomentar el cultivo del olivo, aprovechando la benignidad de los inviernos fermosellanos.

Como se documenta en el Estudio de Impacto Ambiental de la concentración parcelaria de Fermoselle, en el año 1747 se plantaron unos 5.000 olivos. En 1778, con el apoyo de la Sociedad Económica de Amigos del País de Zamora, 50.000 más, que poco después se ampliarían a unos 70.000. Todo ello hizo cambiar la economía y el paisaje de Fermoselle.

Cuando se realiza el Catastro del Marqués de la Ensenada en Fermoselle, en 1749, se mencionan los olivos, pero no se hace excesivo hincapié, ya que entonces este cultivo iniciaba su andadura en el término municipal.

Hoy notables olivos centenarios conviven con nuevas plantaciones que garantizan la perpetuidad de uno de los cultivos distinguidos del arribanzo fermosellano.

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