Villalpando reivindica un mayor reconocimiento de su Semana Santa

La villa aúna esfuerzos para solicitar a la Junta que su Pasión sea distinguida como Fiesta de Interés Turístico Regional

Jaime Gallego elabora la memoria que la Junta Pro Semana Santa ya ha remitido a la consejería de Cultura y Turismo

Momentos previos al Descendimiento en la iglesia de San Pedro de Villalpando.

Momentos previos al Descendimiento en la iglesia de San Pedro de Villalpando. / Cedida

La devoción y la espiritualidad son las señas de identidad de la Semana Santa de Villapando, celebración que aspira a ser reconocida como Fiesta de Interés Turístico Regional. La villa ha dado los primeros pasos para obtener una distinción que realizaría una celebración muy arraigada en el corazón de sus cofrades y vecinos.

El Ayuntamiento, a instancias de la Junta Pro Semana Santa que es la promotora de la petición, ha aprobado en pleno solicitar a la consejería de Cultura y Turismo de la Junta a que apruebe la declaración, acuerdo que se sustenta en una completa memoria elaborada por el historiador local, Jaime Gallego.

En el estudio han colaborado las cofradías, instituciones o vecinos como Ángel Guaza y Jesús Villar, y recopila todos aquellos valores que convierten a la Pasión de Villalpando en "excepcional, singular y única".

La Pasión de Villalpando se reivindica

Una imagen del Encuentro de Jesús Nazareno con la Soledad el Viernes Santo / Cedida

El estudio elaborado por Gallego alude al origen de las cofradías religiosas de la época moderna, cuyos predecesores fueron los cabildos medievales, en especial el del Sancti Spíritus, fundado a raíz que de la repoblación de Villalpando por el monarca Fernando II de León a finales del siglo XII. El primer documento que se refiere al cabildo de los clérigos de Villalpando es una donación fechada en 1198 y seis años más tarde el Papa Inocencio III aprobó sus estatutos. A finales del siglo XIII al cabildo se le comenzó a designar "Cofradía del Sant Spíritus".

El resto de cabildos, el de la Anunciación y la Quinta Angustia, tuvieron menor importancia, pero junto al del Sancti Spíritus fueron el germen de las cofradías actuales de Villalpando. La memoria también resalta que, desde la Edad Media, existieron numerosas cofradías religiosas, hasta 31 repartidas en diez parroquias y el monasterio de San Francisco, en el siglo XV. De la época medieval y moderna tan solo lograron pervivir hasta el siglo XX el cabildo del Sancti Spíritus y 15 cofradías, de las que se mantiene la de la Santa Vera Cruz.

En la actualidad, cinco cofradías procesionan en la Semana Santa, durante la que rememoran la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, aunque algunas de ellas mantienen algunos de sus fines fundacionales, tales como "el cuidado y la asistencia al prójimo".

La Vera Cruz, un emblema

Uno de los emblemas de la Pasión de Villalpando es la cofradía de la Santa Vera Cruz y Jesús Nazareno que, no solo es la más antigua de la villa, ya que, con toda probabilidad, es una de las más veteranas de España, tal y como se reconoció en el primer Encuentro Nacional de Cofradías celebrado en Zamora en 1987.

Esta afirmación se sustenta en sus ordenanzas de 1580 en las que se hace mención "al uso y costumbre antiguas", aunque en dos de sus capítulos existen referencias a los años 1501 y 1523. Además, se han conseguido recuperar otras ordenanzas de la Vera Cruz fechadas en 1524 que son las más antiguas que se conservan y en las que, al igual que en las de 1580, se alude al año 1501, por lo que, con toda seguridad, la cofradía ya estaba instituida en ese momento.

La Pasión de Villalpando se reivindica

Procesión del Domingo de Resurrección, en una edición anterior de la Semana Santa. / Cedida

En base a sus ordenanzas de 1524, la Semana Santa estaba muy presente en la cofradía, siendo desde el primer momento una de las fechas anuales a la que debían acudir los hermanos. El autor de la memoria apunta que, sin ningún género de dudas, la procesión que organizaba la cofradía se celebraría el "Jueves de Cena".

La procesión consistía en "disciplinarse con aparejos (algún instrumento para autoflagelarse) causando heridas en la espalda", con la idea de manifestar de manera pública la fe cristiana, y se combinaba con crucifijos que procesionaban, de tal forma que la Vera Cruz se adelantó a lo que después realizaría, es decir, rendir culto a Jesús Nazareno.

En definitiva, la cofradía de la Vera Cruz surgió a finales del siglo XV como penitencial y asistencial, pero con el paso del tiempo fue evolucionando hacia una hermandad eminentemente semanasantera y una de sus imágenes, Jesús Nazareno, acapara el cariño y la devoción de vecinos y visitantes.

El estudio elaborado por Gallego también detalla que otra de las antiguas cofradías de Villalpando es la del Santísimo Cristo de la Pasión de los Hermanos del Trabajo, fundada en 1622 y que estuvo ligada a la iglesia de San Nicolás de Bari, templo en el que tuvo lugar el primer voto villa del mundo en defensa de la Inmaculada Concepción.

En 1942 varios villalpandinos decidieron refundar la cofradía con una vocación semanasantera en torno a la imagen del Cristo de la Pasión que recorre las calles de la villa el Miércoles, el Jueves y el Viernes Santo junto a las esculturas de María y San Juan, que componen un paso cargado de dramatismo y serenidad.

El florecimiento de la Semana Santa villalpandina en la segunda mitad del siglo XX propició la fundación de nuevas cofradías. Así, en 1973 nació la hermandad de Nuestra Señora de los Dolores que mantiene la llama religiosa y sigue procesionando para arropar a la imagen de La Dolorosa. En 1990 medio centenar de vecinos de la villa se unieron para fundar la cofradía de las Damas de la Soledad que, desde el primer momento, además de realzar la imagen de la Virgen, ha contribuido a aportar esplendor a la Semana Santa con la procesión del Domingo de Resurrección.

La Pasión de Villalpando se reivindica

Niños de Villalpando participan en la procesión del Domingo de Ramos. / Cedida

La última hermandad villalpandina inició su andadura en 1995. Diez personas fundaron la cofradía del Real Santo Entierro con el objetivo de rendir culto y veneración a la talla de Cristo Yacente en los desfiles de Semana Santa, durante la que recuperó uno de sus actos más entrañables y singulares, el Descendimiento, en el que escenifica el desenclavamiento del Cristo en la cruz y su posterior entierro en la santa urna. Gallego data el origen de uno de los actos más singulares de la Pasión villalpandina en el año 1603, cuando la Vera Cruz adquirió una talla articulada para celebrar el Descendimiento, la misma imagen que la cofradía del Santo Entierro utiliza en la actualidad para un sobrecogedor momento, que recrea cada noche del Viernes Santo de los años bisiestos en la Plaza Mayor.

Primer pregón

Al margen de las cinco cofradías, en 1987 se constituyó la Junta Pro Semana Santa, con la intención de promocionar y fomentar la Pasión villalpandina y, ese mismo año, organizó el primer pregón oficial, que se ha convertido en un acto de gran trascendencia y al que ha sumado otros para enaltecer la celebración, tales como la creación de reposteros para los balcones del Ayuntamiento, la organización de encuentros de bandas de música, concursos de fotografía o la exposición de imágenes durante los días de las procesiones.

Además, tras la pandemia, ha implementado otros actos a la Semana Santa, tales como una ofrenda floral a la Dolorosa antes de la procesión, la incorporación de la iglesia de Santa María la Antigua a los desfiles del Domingo de Ramos o el Traslado de Pasos, la realización del juramento del silencio del Cristo de la Pasión que pasó a celebrarse en el exterior de la iglesia de San Nicolás, la introducción del Vía Crucis comunitario en la procesión del Encuentro o la recuperación de las tradiciones de cada hermandad, tales como la subasta de los brazos del Nazareno para el Retorno, entre otros.

La Pasión de Villalpando se reivindica

Cofrades arropan a la Virgen Dolorosa en su desfile por las calles de la villa. / Cedida

El historiador local también refleja en la memoria justificativa la indumentaria, las insignias o los elementos identificativos de cada cofradía, además de describir todas las procesiones que recorren Villalpando en Semana Santa. Y es que, en apenas diez días hasta nueve cortejos serpentean las calles de la villa y cientos de cofrades participan en un acto legado de padres a hijos y bajo la atenta mirada de los espectadores que, sobrecogidos, asisten a una tradición que forma parte de la historia de la villa.

Los desfiles de la Semana Santa de Villalpando son el de la Virgen de los Dolores, la procesión de Ramos, la del Retorno, El Silencio, el Traslado de Pasos, la Última Cena, la procesión del Encuentro, la del Santo Entierro y la de Resurrección.

Tras una exhaustiva descripción de la historia de las cofradías y de las procesiones, complementada con fotografías, cartelería, videoteca, artículos de prensa o poesías, Gallego justifica los requisitos exigidos para obtener la declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional.

Así, en el capítulo "Originalidad de la celebración" alude a la calidad de las imágenes que procesionan y que "son testimonios de primer orden de la antigüedad y tradición" que apuntalan la celebración, tallas que se caracterizan por su plasticidad, elegancia, expresión y sobrecogimiento. Además, a diferencia de otros municipios en los que las imágenes procesionales fueron sustituidas por otras en el siglo XIX, en Villalpando se decidió mantener, en la mayoría de los casos, las tallas antiguas, mientras que otras han sido creadas recientemente, dando una continuidad a la Semana Santa desde su origen medieval hasta el siglo XXI.

De todas las imágenes, el Jesús Nazareno de la Vera Cruz es la más icónica porque ha logrado sobrevivir a incendios y guerras y se ha convertido en un testimonio vivo de la tradición religiosa de Villalpando. Otros pasos que recorren las angostas calles de la villa son la Santa Cruz, San Juan Evangelista, la Oración en el Huerto, el Cristo Atado a la Columna, el Cristo de la Pasión, La Dolorosa, la Santa Urna, La Soledad, el Resucitado, la Borriquilla, el Ecce Homo, que es la talla más antigua de la Pasión, o el Santo Entierro, el único Cristo Yacente que procesiona en Villalpando.

No obstante, como subraya Gallego, la Semana Santa de Villalpando no se refleja únicamente en las tallas mencionadas, ya que también es palpable en un ingente patrimonio mueble que atesoraban las diez parroquias de la villa en la Edad Media y que, en la actualidad, se encuentra almacenado en el Museo Parroquial, del que destaca los Cristos góticos y figuras de la Pasión, que muestran el carácter semanasantero de Villalpando desde el medievo.

La Pasión de Villalpando se reivindica

Hermanos arropan al Cristo de la Pasión en la procesión. / Cedida

El historiador local también recuerda en su estudio que la Semana Santa de la villa hunde sus raíces siglos atrás de los veinte años de antigüedad mínima requeridos, ya que sus tallas y las referencias a cofradías antiguas la sitúan al inicio de la Edad Media, al margen de resaltar algunas de las procesiones y actos que se celebran durante la Pasión, tales como la procesión del Encuentro o el Descendimiento que define como "extraordinario", al margen de la solemnidad y recogimiento que adquieren los desfiles gracias, en gran medida, a los lugares por los que transitan sus tallas y cofrades, tales como la Puerta de San Andrés o Puerta Villa, la iglesia de San Nicolás, la Plaza Mayor, la Puerta de Santiago o las ruinas de la iglesia de Santa María la Antigua y el convento de las Clarisas, que imprimen a la celebración una mayor monumentalidad y retrospección hacia el pasado.

En definitiva, la Semana Santa de Villalpando es una celebración con una honda tradición popular que se canaliza a través de la raigambre, porque involucra a todos los sectores de la población fortaleciendo la identidad colectiva, aunque también se sustenta en su carácter inmaterial, ya que aúna sus tallas con los sentimientos, la fe y las emociones que transmite en conjunto.

Además, la inmaterialidad de la Semana Santa villalpandina reside en la capacidad de transmitir la cultura, cohesionar a la comunidad y las diversas expresiones que reflejan la fe, la identidad, la historia y las tradiciones locales. La implicación de los vecinos en la celebración es uno de sus pilares, tal y como demuestra el hecho de que el 48% de los 1.417 habitantes de Villalpando, forma parte de alguna de sus cofradías y en cada una de ellas abundan personas de una misma familia, lo que realza el carácter fraternal de las hermandades.

La Pasión de Villalpando también constituye un fenómeno de religiosidad popular y desde la Edad Media la devoción se ha entrelazado con la identidad colectiva y, en la actualidad, es un periodo de espiritualidad y fervor, en el que el silencio y la tenue iluminación de candiles y velas crean un ambiente propicio para la meditación y la conexión espiritual que traslada a los momentos de la crucifixión de Cristo.

La memoria elaborada por el historiador local, que ya ha sido remitida a la consejería de Cultura y Turismo de la Junta, también alude a las manifestaciones gastronómicas típicas de la Pasión de las que, en la actualidad, destacan el bacalao al ajo arriero, los higos y molletes, las torrijas al vino, el potaje de Cuaresma o la torta de coscarón.

El informe se completa con "cartas de apoyo" del Ayuntamiento, del obispado de Zamora, de la presidenta de la Junta Pro Semana Santa, Helena Antona, o del párroco de la localidad, Manuel Benito García, que avalan la singularidad de una Semana Santa "única" que mantiene la esencia de la tradición y de la más pura espiritualidad.

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