El sayagués que sueña con la "reconstrucción" de Argusino

José Manuel Pardal trabaja en la creación de una maqueta "fiel" al pueblo sumergido bajo las aguas del embalse de Almendra

Se han inventariado 152 casas con sus respectivos propietarios que se levantaran sobre una maqueta de 3 metros por 2,30 de madera de haya

José Manuel Pardal explica los detalles del pueblo de Argusino en una fotografía histórica. | José Luis Fernández

José Manuel Pardal explica los detalles del pueblo de Argusino en una fotografía histórica. | José Luis Fernández

Cuenta José Manuel Pardal que nunca se fue de Argusino y que donde todo el mundo ve una infinita lámina de agua él sigue viendo a su pueblo, un fértil llano bendecido por las aguas de tres exuberantes vegas. Y ve las casas (enteras) y las eras y la efervescencia de la tierra y el cantueso, las escobas o la hiniesta, ve la fragua del padre y el batán del abuelo, las pesqueras y las azudas. Y ve la prominente iglesia de Santa María Egipcíaca. En la memoria de este hijo de Argusino perdura intacta la silueta de aquella aldea feliz donde nació y correteó de niño.

Ni los 800 kilómetros que le separan de Sayago han conseguido borrar por un momento la historia que la pujanza del progreso se encargó de hacer añicos y sepultar bajo el mar bautizado como embalse de Almendra. Ni siquiera se concedió a los argusinejos el gusto de preservar el nombre del pueblo en aquel gigante de agua y hormigón que lo engulló.

Plano de Argusino elaborado por José Manuel Pardel que servirá de base para realizar la maqueta

Plano de Argusino elaborado por José Manuel Pardel que servirá de base para realizar la maqueta / J. M. Pardal

Episodios que laten en la memoria de este jubilado afincado en Tarragona –donde se ganó la vida–, empeñado en mantener viva la estela de Argusino. Muchos han sido los gestos a lo largo de los años, pero sin duda José Manuel Pardal quiere coronar esa devoción por la tierra de sus entrañas y por los suyos con una maqueta "lo más fiel posible o, al menos, aproximarme al máximo a la realidad" de lo que fue aquel rincón de Sayago desdibujado por el agua.

El empeño no es baladí, pues no se trata de una reproducción al uso. José Manuel quiere inmortalizar Argusino en una maqueta de 3 metros por 2,30 de madera de haya. Un sueño perseguido "hace años" y ha ido tomando forma en los últimos meses gracias a un trabajo de precisión que ni un reloj suizo.

"Mi intención es hacer ese plano real de mi pueblo, añadiendo bastante información más allá de cuatro rayas, documentando la propiedad de cada casa –ha inventariado 152– las calles, los pagos o las salidas hacia otros pueblos (Vitigudino, Villar del Buey o Fermoselle) para que las personas se sitúen". El primer gran paso ya lo ha dado este sayagués con un croquis que es la base a la maqueta en relieve. Un trazado que no se cansa de mirar en el tecnígrafo de la oficina. "Lo que quiero es que sea veraz".

José Manuel Pardal en la que fue la fragua de su padre en Villar del Buey

José Manuel Pardal en la que fue la fragua de su padre en Villar del Buey / JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

Es una reproducción trabajada milímetro a milímetro gracias a la información que ha ido recopilando. José Manuel contrató a un topógrafo para realizar la topografía de las ruinas que afloraron con la bajada del embalse en el otoño de 2022. "Yo tenía mis apuntes con bastante medida, sobre todo de los edificios más importantes. La iglesia, las escuelas, la casa parroquial…". Pero aquel descubrimiento de las ruinas de Argusino con motivo del trasvase de agua a Portugal permitió a José Manuel tomar "referencias sanas" y medir el perímetro del pueblo con una cinta métrica de 30 metros. Las arruinadas casas, por dentro y por fuera, calles, plazas, la iglesia, el cementerio, las eras, bodegas, la fragua de su padre.

José Manuel Pardal muestra la reproducción del batán de su abuelo realizada por él mismo

José Manuel Pardal muestra la reproducción del batán de su abuelo realizada por él mismo / JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

Aunque pudo recopilar mucha información, la bajada del nivel del embalse nunca ha sido lo suficientemente grande para descubrir todo el pueblo. Siempre quedaba una parte sumergida. Por eso, José Manuel ha recurrido a otras fuentes de información, como la fotografía aérea tomada en 1956 por los vuelos americanos que necesita otro tipo de interpretación, como el código de sombras. "El barrido que hace el avión es más fiable que el del dron" argumenta este maestro industrial enfrentado a la obra de su vida. También el análisis concienzudo de las pocas fotografías de las casas han permitido recopilar cantidad de información para reproducir de la forma más fiel el pueblo fulminado y destruido en el año 1967.

"He estado meses sin levantar la cabeza de los papeles hasta rematar los planos" cuenta el argusinejo, ya embarcado, una vez trazada la planimetría, en la más compleja fase de la altimetría. "La planimetría es más fácil porque es lo que se ve en el plano, pero fijar la altimetría correctamente tiene su trabajo. Cuando se hacen este tipo de representaciones generalmente se aplica un incremento de un tanto por ciento para que no parezca un huevo frito y que se distinga el relieve".

Fotografía antigua de Argusino

Fotografía antigua de Argusino / JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

Un ejercicio de menudencias donde cada edificio yergue con sus proporciones, el frontal y la más complicada elevación del hastial, la cumbre donde se sostiene el caballete; los remates de las cornisas y las tejas bajo las caídas de aguas, la separación de las ventanas hacia los sillares de las esquinas. Las casas con balcón, las que tenían el portalillo abajo, las que eran con portalillo y mirador hacia arriba.

"Son detalles de milímetros que se van a poder ver en la maqueta" precisa este profesional de matricería. "Aunque los albañiles seguían en general una pauta, cada uno tenía su modo de trabajar, su estilo. Hay 19 casas con la portalada de la anchura suficiente para que pudiera entrar un burro con las alforjas y luego están las más corrientes de 2,5 metros para la entrada del carro cargado".

El mismo obsesivo ejercicio por la memoria que ha llevado a Pardal a reproducir la fragua de su padre y el batán del abuelo, se refleja ahora con la maqueta de Argusino. "Estas cosas las haces sin pensar en que nos sobrevivan. Yo busco la satisfacción personal de ver hecho algo en lo que llevo muchos años pensando. Es un homenaje a los míos porque mis tíos sobre todo me dejaron bastante información". No es tanto dejar huella como que se sepa que hubo un pueblo más allá del imaginario que pagó un humillante y el más alto precio en pos del progreso. Un Argusino real.

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