Entrevista | Manuel Pimentel Exministro de Trabajo, agricultor y escritor

"Si nadie se quiere quedar en el campo, no va a haber alimentos"

"¿Es de personas prudentes, es de gobernantes sabios que dejemos de producir y cedamos la llave de la despensa a terceros países?"

"Europa no garantiza alimentación abundante, variada, sostenible, sana y a un precio razonable"

"La sociedad solo se ha quedado con la parte sostenible y ha olvidado la producción agraria"

Manuel Pimentel, ayer en el Congreso de Cooperativas celebrado en Zamora. | Ana Burrieza

Manuel Pimentel, ayer en el Congreso de Cooperativas celebrado en Zamora. | Ana Burrieza / Irene Gómez

Sevillano residente en Córdoba, Manuel Pimentel es ingeniero agrónomo y doctor en Derecho. Tras aparcar su carrera política –fue ministro de Trabajo y Asuntos Sociales con el Gobierno de José María Aznar–, es editor, escritor y agricultor. Su último libro "La venganza del campo" es un alegado en defensa de los agricultores y ganaderos, sometidos a lo que considera un desprecio secular que ahora tiene consecuencias. Una espiral de menos producción que se traduce en alimentos más caros. Y seguirá. Pimentel ha sido uno de los ponentes del Congreso de Cooperativas Agroalimentarias de Castilla y León que se ha celebrado en Zamora.

–Viene a Zamora para defender el valor y el orgullo del agricultor, ¿por qué es necesario ese alegato por el sector primario?

–Como la alimentación ha sido muy barata, la sociedad en general la ha despreciado y también a los que lo producen, hasta el punto de que en los últimos años el agricultor ha sido visto como algo superfluo. Europa cree que los alimentos aparecen por generación espontánea y de alguna forma el inconsciente colectivo europeo ha decidido producir fuera. Queremos los campos para pasear por ellos, no queremos regadíos, no queremos granjas ni tractores ni silos. Eso conlleva que el agricultor no solamente sea percibido como era antes sector primario, sino directamente como un maltratador de animales y un enemigo del medio ambiente. De alguna forma el sector ha ido como poniéndose a la defensiva y casi pidiendo perdón por existir, por ser.

–¿Es desprecio que describe es la causa de lo que usted llama la venganza del campo?

–Sí. Está empezando a producirse. Si al final vamos abandonando cultivos, si cerramos regadíos, si limitamos granjas, lo que ocurre es que la oferta disminuye y los precios suben. Es una realidad que está castigando mucho ya a la renta baja y media, y van a subir mucho más. Por eso la sociedad ha de ser consciente de que si continúa castigando a los agricultores, pues el campo se vengará en forma de subida de precios.

Castigamos la producción, pero eso sí, protestamos si los precios suben

–Esta “agresión” que describe parece inaudita en un país fundamentalmente agrario.

–Es la paradoja en la que estamos, pero no pasa solo en España. Pasa en toda Europa y si me apuras en los países anglosajones todavía con más fuerza, donde el suicidio alimentario es aún superior. Es una cosa asombrosa. Hemos decidido no producir alimentos. Ayer estuve en un foro europeo y todos los rubros alimenticios van a disminuir este próximo año en Europa, cuando ya lo estamos importando. Es una incoherencia, pero es lo que estamos haciendo. Castigamos la producción, pero eso sí, protestamos si los precios suben.

–Ya es una de las principales preocupaciones del ciudadano.

–Amén de esa histeria colectiva en torno a los precios, está la irresponsabilidad de dejar la despensa fuera de casa. Dejamos de producir en Europa y esperamos que alguien nos traiga la alimentación. Atención: se está produciendo un proceso de globalización y hay severos conflictos geopolíticos. ¿Es de personas prudentes, es de gobernantes sabios que dejemos de producir y dejemos la llave de la despensa a terceros países? Yo diría que no. Entonces la Unión Europea tiene que garantizar alimentación abundante, variada, sostenible, sana y a un precio razonable a su población. A día de hoy no lo está haciendo.

Se siguen aprobando leyes que encarecen, limitan, dificultan, cuando no abiertamente persiguen la producción

–Las tensiones alimentarias derivan en tensiones sociales en la medida que la subida de precios afecta directamente a la renta. ¿Va a empeorar la situación?

–Cada vez que un activista cierra una granja de gallinas es muy bueno que todas las familias sepan que los huevos van un subir al día siguiente en el supermercado. La gente no es consciente de que estamos cerrando regadíos, limitando granjas, de que la PAC es ininteligible y complicadísima. No somos conscientes de la depresión en la autoestima que tienen los agricultores, de que nadie se quiere quedar en el campo a trabajar y por tanto no va a haber alimentos. No es consciente y sigue aprobando leyes que encarecen, limitan, dificultan, cuando no abiertamente persiguen la producción. Eso tiene un final seguro: menos alimentos, subida de precios. Estoy convencido de que, si seguimos por esta senda, los alimentos van subir muchísimo. Hay familias que iban al supermercado a la compra grande y le costaba el carro 125 euros, ahora ya está al doble. Pero es que si sigue así se va a poner en 600, esto no es sostenible. Se van a producir muchas tensiones porque estamos viviendo un sueño, hemos idealizado algunas cosas y como no lo busquemos equilibrio, ese sueño se va a trocar en pesadilla.

–La línea de ese equilibrio es muy frágil en la medida que puede chocar con la agresión al medio ambiente y la sostenibiidad.

–Yo no contrapongo medio ambiente, sostenibilidad y salud con producción. Hay que armonizar. La sostenibilidad es una cosa muy hermosa, importante, hay que interiorizarla, nos jugamos el futuro en ello y no somos enemigos. Pero también nos jugamos el futuro en que haya alimentos sostenibles. Ocurre que, como a la sociedad no le ha preocupado la alimentación porque ha sido muy barata durante 20 años, pues solo se quedó con la parte sostenible y olvidó la de la producción agraria. Tiene que haber equilibrado, sostenibilidad y alimentos a un precio razonable para la población. Parte de la sociedad urbana solo indulta a pequeñísimos agricultores, quiere salir al campo y ver al agricultor folclórico como una rareza etnográfica. Y eso no.

Cada vez que un activista cierra una granja de gallinas es muy bueno que las familias sepan que los huevos van un subir al día siguiente en el supermercado

–¿Llegamos a tiempo de rectificar en medio de este escenario tan complejo?

–Hay posibilidad, pero vamos a tardar en reaccionar porque la sociedad aún sigue en la idea de cerrar explotaciones. Es verdad que empieza, lentamente a plantearse el mensaje de que la despensa la tenemos que garantizar, pero todavía sigue esa idea de limitar la producción. Por eso pienso los alimentos van a subir.

–¿Cuándo se va a producir ese cambio que usted defiende?

–Desgraciadamente solo cambiamos cuando hay imaginarios muy fuertes creados, cuando la necesidad aprieta, cuando la venganza del campo llegue con mayor intensidad. Entonces nos acordaremos de los agricultores y empezará a haber un equilibrio que pasa por la producción de alimentos sanos, variados, sostenibles y a un precio razonable.

–Quizá cuando rectifiquemos ya no queden agricultores, la falta del relevo es preocupante.

–Lo es en toda Europa, es tremenda en toda España, pero mucho más Castilla y León.

Con la subida de precios empiezan a repensarse políticas europeas que iban al suicidio total

–¿Tiene retorno, es reversible esta tendencia?

–Si no lo hacemos atractivo, no. La gente joven se va a seguir yendo. Para hacerlo atractivo hay que dignificar la función. Si eres mal visto por la sociedad, pues te vas a un sitio donde te valoren bien socialmente. Además hay que tener renta suficiente, servicios, acceso a las nuevas tecnologías…. Es un conjunto de factores y si te avergüenzas de lo que eres ante los demás, pues tampoco lo vas a hacer. Hablamos de temas de extraordinaria importancia para toda Europa, y para provincias como Zamora es la misma vida.

–¿Semejantes desafío están en la agenda de quienes toman decisiones?

–Cero. Insisto, no es un problema solo español. Con la que está cayendo en el mundo, podrías esperar de tus mayores que se han preocupado de tu despensa. No se están preocupando. Miras la PAC y no tienen ni una sola línea de garantías de suministro alimentario, todo lo contrario del factor de sostenibilidad y de ir limitando producción, cuando ya importamos casi todos los productos. Yo como ciudadano le pediría a mis mayores que se preocupen de mi despensa.

–¿Llegará un momento en que vayamos a buscar un alimento y no lo encontremos o es un mensaje apocaliptico?

–Los que sí creo, fase uno de la venganza del campo, es que cada vez que vaya a comprarlos le van a salir más caros. Muchas familias llegan justitas a final de mes y una subida de los alimentos lo notan mucho. Porque no es un gasto substituible, hay que comer con todos los días.

–¿Usted que se ha sentado en un Consejo de Ministros y en mesas de decisión en Europa, realmente se es consciente de lo que pasa?

–Hasta ahora no. Es ahora, cuando los precios empiezan a subir, cuando ya van a empezar a repensarse políticas europeas que iban a suicidio total.

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