¡Así no, Sayago!

Reflexiones con motivo de una pintada aparecida en Alfaraz de Sayago

Pintada en Alfaraz de Sayago

Pintada en Alfaraz de Sayago / J. M. B.

José Martín Barrigós

Los sayagueses, fieles a nuestros orígenes y devotos hijos del terruño, queremos a nuestra comarca y sus gentes prósperas y felices. Sobre todo, los que tras buscar nuestros padres, la posibilidad de ganar para nosotros perspectivas de progreso y solvencia, tuvieron que migrar y abandonar la tierra de sus ancestros e iniciar una nueva aventura de vida allí donde creían lugares más favorables para la consecución del objetivo ambicionado.

Algunos de los que pudimos beneficiarnos del sacrificio de tal hecho, muchos accediendo a titulaciones universitarias o puestos de alta responsabilidad en empresas, negocios e instituciones estatales, no hemos dejado de añorar, desear y ayudar a conseguir un Sayago con futuro, capaz de sobrevivir a la despoblación creciente, echando una mano en la medida de lo posible e implicándonos en sugerir planes de acción para lograrlo.

Personalmente, en mi caso, por mi profesión de escritor y periodista, con las armas que utilizo: libros, artículos en prensa y gestionando en Internet varias webs en distintas RR.SS. Antes, a setecientos kilómetros de distancia; ahora, en Moraleja de Sayago, desde primeros de año.

El estar aquí, en y no desde, me ha permitido toparme de lleno con la realidad palpable del vivir y del comportarse de los sayagueses, día a día, en sus pueblos. De sus modos de relación entre paisanos y vecinos, de su comportamiento cívico, de sus sentimientos y reacciones ante la fiesta y ante la adversidad, de sus inquietudes y anhelos, etc. etc.

Muy lejos de cómo la vida social se desarrollaba antaño, hoy se percibe un grado superlativo de ambiciones, envidias, maledicencia, murmuraciones...

Muy lejos de cómo la vida social se desarrollaba antaño, hoy se percibe un grado superlativo de ambiciones, envidias, maledicencia, murmuraciones, indiferencia, incuria, individualismo, en incluso animadversión e inquinas entre deudos y familiares.

¿A qué puedo deberse tan inquietante situación?

No soy sociólogo y, en consecuencia, no puedo ofrecer una respuesta categórica. Pero, considero un deber, aportar una consideración que, al menos, pueda servir a muchos para reflexionar sobre el grave problema que tan dañinas actitudes causan.

Me tocó vivir en Moraleja de Sayago el último periodo electoral y las votaciones para elegir las correspondientes corporaciones municipales. El grado de politización a que se había llegado y el encono cerril de ciertos componentes de determinada candidatura creó situaciones altamente afrentosas y desconsideradas. Desacreditando a sus oponentes y tratándolos como enemigos, como enemigos, no escatimaron en utilizar aviesos métodos denigratorios rayanos en delito flagrante y otros modos absolutamente antidemocráticos.

¡Así no, Sayago!

¡Así no, Sayago! / José Martín Barrigós

Es solo un ejemplo, el que he podido vivir más de cerca, pero lamentablemente otros semejantes fueron denunciados en los medios de información nacionales. Tras tales desmanes, ¿cómo mirar a la cara a un convecino que se encuentra en el consultorio médico o en la panadería del pueblo? Ni darse los buenos días en la calle o ayudarle en una emergencia por accidente o en un daño catastrófico sobrevenido… "¿Quién es tu hermano? Tu vecino más cercano", dice el refrán. ¡Así no, Sayago! ¿Adónde iremos a parar por este camino?

Otro ejemplo: Hace unos días apareció en Alfaraz de Sayago, la patria chica de Ramiro Ledesma Ramos, ilustre pensador, filósofo, matemático y político sayagués, la pintada que aparece en una de las fotografías que ilustran este artículo, no en su honor, como hijo eximio de ese pueblo, sino acudiendo al reduccionismo partidista de su faceta política. ¿Con qué objetivo, ahora, si no es con el de exhibir el revanchismo majadero de un cierto grupo político trasnochado?

Efecto conseguido: La pintada, una semana después, que muestra la segunda foto. Más de lo mismo. La respuesta enrabietada de otros radicales, tan intransigentes como los anteriores. Unos contra otros, volviendo a desenterrar la locura cainita que tan desastrosas y aterradoras consecuencias que tales actitudes nos depararon en un pasado que deberíamos evitar a toda costa y hacerla olvidar a las nuevas generaciones.

La política, sacada de sus los supremos ámbitos en que está instituido ejercitarla, las altas instituciones del Estado y por los elegidos para ello, se convierte en un veneno que infecciona a familias, amistadas y vecinos

Hemos de saber, que la política, sacada de sus los supremos ámbitos en que está instituido ejercitarla, las altas instituciones del Estado y por los elegidos para ello, se convierte en un veneno que infecciona a familias, amistadas y vecinos. No es en los pueblos donde la acción política tiene sus cauces y a los alcaldes y corporaciones municipales les compete, al margen de su ideología, velar por la seguridad, apacibilidad y prosperidad de los municipios y de sus habitantes, al margen de si son hombres o mujeres, blancos o negros, con ideas y afiliación política de cualquier género, sin discriminar a nadie por raza, religión o ideología. Y para ello crear un clima de buena vecindad en paz, mutuo respeto y armonía.

Hay líneas rojas que es muy peligroso traspasar. Rectifiquemos.

Por un futuro venturoso y en paz: ¡Así no, Sayago!

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