La Opinión de Zamora

La Opinión de Zamora

Los últimos de una saga de panaderos de Rionegro del Puente

Vidal Clemente y Tita Martino ponen fin a una saga de panaderos que ha regentado el negocio familiar fundado en 1943 por Victoriano y Laurentina

Vidal Clemente y Tita Martino en los últimos días de la panadería. | A. S.

La panadería "El Pan de cada día" de Rionegro del Puente cerraba el pasado 31 de mayo un proyecto que ha durado 80 años. Vidal Clemente Blanco y Tita Martino Martino de Anta de Rioconejos. La panadería fue fundada en 1943 por Victoriano Clemente, en tiempos donde la harina se iba a buscar con el carro. Ha prestado servicio en todos estos años a muchos pueblos como Santa Eulalia del Río Negro, Peque, Valparaíso, Valleluengo, Villar de Farfón, La Milla de Tera, Junquera de Tera, Vega de Tera, Calzada de Tera, y el propio Rionegro.

Vidal comenzó en la panadería con 15 años haciendo de todo descargando la harina y cargando el pan para repartir. Se ha mantenido el horno de leña durante estas 8 décadas, modernizando el equipamiento pero siempre con leña. En la panadería ayudaban todos los hermanos hasta que con 16 y 17 años emigraron la mayoría.

Su hermana Paula, casada con Eusebio Rodríguez, se hizo cargo del bar, tras emigrar a Madrid y regresar. Los dos matrimonios compaginaban "bar y panadería", "trabajando todos los días y sin descansos ni vacaciones" resume Vidal. No hay relevo generacional por lo sacrificada que es la profesión, y eso que es una familia extensa de 60 miembros. En una comida multitudinaria se reunieron hermanos, sobrinos, hijos y el más pequeño de la familia, el nieto Óliver.

En aquellos años se cocían 500 kilos de pan en hogazas de 2 y 3 kilos, en los últimos tiempos predominaba el pan de barra "más unidades pero menos peso, como mucho panes de medio kilo". El problema acuciante es la falta de población en los pueblos "aunque nosotros hemos mantenido el reparto en todos los pueblos que teníamos", salvo Villar de Farfón donde solo iban de primavera a verano porque el resto del año prácticamente no hay vecinos. El resultado es "vender menos y más recorrido" apunta el veterano panadero. Vidal Clemente econoce que esta profesión no se la desea a sus hijos en estos tiempos donde descansar y tener vacaciones son necesarias. Como necesario es ahora para este matrimonio disfrutar de su jubilación.

El negocio creado por Victoriano Clemente y su mujer Laurentina Blanco tuvo de todo: panadería, despacho de aguardiente y vino en la antigua panadería, casa de comidas en el cuarto junto a la casa del cura, creación del bar Central, compra venta de cereales y piensos, construcción de viviendas y naves, compra de cosechas (la senara), contrabando de café y jabón, agricultura, ganadería con ovejas, dos caballos, tres vacas, gallinas, palomas, cerdos, matanzas, etc. Se vendía también leche de las vacas.

Reunión familiar de la familia de los panaderos de Rionegro del Puente . | A. S.

En los años cuarenta se creó el negocio familiar de la panadería y los viajes en carro tirado por el caballo hasta Santibáñez de Vidriales para comprar la harina. Luego iban por los pueblos vendiendo el pan cargado en dos sacos a lomos de la caballería, pasando por Junquera, La Milla, Vega de Tera y Villar de Farfón. A veces el reparto por los pueblos se hacía en bicicleta.

En los primeros años de posguerra existía el contrabando con Portugal de ciertos alimentos y productos que aquí escaseaban o no había. El "ti" Pedro, de Nuez de Aliste, traía de vez en cuando el cargamento de café y de jabón, que se ocultaba en casa de un familiar. El café como por arte de magia se transformaba en carretes de hilo negro. Y si no, que se lo digan a Aquilina, a quien su padre mandó ir a la panadería a por café, pero que no se le ocurriera pedir café, sino un carrete de hilo negro. Así lo hizo cuando salió Concha, una de las hijas a despachar.

"De eso no tenemos", dijo Concha. Menos mal que Victoriano estaba por allí, oyó y gritó: "Que sí tenemos hilo negro" mandó entrar a Concha adentro y le dio el paquete de café envuelto. Así se trataba de engañar a las autoridades de antes.

Aunque los Guardias Civiles, que eran amigos de casa, también venían a comprarlo. Pero también recibía la visita de la Fiscalía y todos pasaban miedo. Había muchos negocios y comercios en Rionegro y lo primero que se hacía era avisar a los del pueblo de que los funcionarios estaban aquí.

La familia iba creciendo, hasta los nueve hijos tuvo el matrimonio. Los grandes cuidaban de los pequeños y cuando mayores, Agapito, José y Concha, estaban en edad de trabajar, los tres emigraron a Francia, a ganar dinero. Con ese dinero de la emigración se compró el famoso camión marca "Avia", además de la primera radio, y la primera televisión, que se sintonizaron en el pueblo. Los vecinos se acercaban hasta la casa para ver la tele o escuchar la radio.

En Rionegro se celebraba las ferias importantes los días 1, 10 y 22 de cada mes, con cientos de personas que venían a comprar o vender vacas, cerdos, burros, calzado, ropa, quincalla, etc. y ya funcionaba el famoso cuarto de Victoriano, el local situado por bajo de la casa del cura.

Allí había una cocina donde Laurentina y sus ayudantas preparaban el pulpo y la carne guisada para dar de comer en cada feria a muchos visitantes. Ello a pesar de que debajo del tablado de madera de ese cuarto estaban las corteas de los cerdos de don Nicasio el cura, y a veces el olor subía y se mezclaba con el pulpo, pero todo era alimento y nadie protestaba.

Compartir el artículo

stats