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Eduardo de Juana Biólogo. Autor de “Aves de estepas y secanos. Presagio de una extinción”

“El agricultor debe tomar conciencia de su papel como gestor del medio natural”

“Es posible que en un futuro no tengamos avutardas porque se han ido al norte de Europa y que aquí tengamos fauna propia de los semidesiertos del norte de África”

Eduardo de Juana en una salida al campo Cedida

“Aves de estepas y secanos, presagio de una extinción” es el título del libro escrito por el ornitólogo Eduardo de Juana, con fotografías de Francisco Contreras Parody y publicado por SEO/BirdLife. Profesor universitario e investigador durante años, Eduardo de Juana ha centrado muchos de sus estudios en el singular conjunto de las aves esteparias. El libro es una crónica del apogeo y ocaso de las aves de la estepa, a la vez que la advertencia de una “actuación urgente, ambiciosa y decidida” para evitar su desaparición. Autor de libros y guías de aves de España, Eduardo de Juana ha volcado su compromiso con la conservación a través de SEO/BirdLife, asociación de la que ha sido secretario y presidente.

–El título del libro ya es toda una declaración, por no decir una sentencia. ¿Estamos ante el presagio de una extinción?

–Solo hay que ver cómo se han hundido las cifras de aves ligadas a la agricultura y sobre todo las que anidan en el suelo, más propias de los secanos. Cada vez hay más especies amenazadas y las categorías de amenaza han ido en aumento. Ahora hay pájaros de todo tipo en peligro. En el Libro Rojo están aves como la alondra, la golondrina común, la tórtola, la perdiz, la codorniz. Pájaros que fueron abundantísimos y que incluso se cazaban. Pero al final el problema está en que el campo se ha quedado sin comida para ellos y sin sitio para que críen.

El problema está en que el campo se ha quedado sin comida para los pájaros y sin sitio para que críen

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–Apunta a las prácticas agroganaderas intensivas como una de las principales amenazas, ¿cómo armonizar los intereses del campo y el medio ambiente?

–Yo creo que los agricultores no se dan cuenta de que en realidad lo que hacen es competir ferozmente entre sí mismos y que quizá la sociedad no solo demanda de ellos que produzcan comida. Deben de entender que también están para proteger el medio ambiente porque además se lo pagan. Y eso lo dice la Política Agraria Común a través de las sucesivas reformas que se han ido dando, especialmente la última, que es mucho más ambiciosa.

–¿La llamada PAC verde compensa esa presumible falta de productividad en favor del patrimonio natural?

–Destina del orden del 40% del presupuesto a medidas agroambientales y eso los agricultores tienen que verlo como una oportunidad. Como lo vieron en su día los agricultores de la zona de Villafáfila o los que tenían avutardas. Si se paga por conservar las avutardas pues bien está. Si solamente pagan por producir comida llega un momento que al consumidor lo saturas. Hay un montón de gráficas históricas que demuestran cómo la producción se incrementa pero los precios bajan. Al final cada vez hay menos gente en el campo, sobre todo en las zonas periféricas. Pero ahora hay una oportunidad con esa cantidad tremenda de dinero habilitada para medidas agroambientales, el 40% del presupuesto, pues que se dirija bien para mantener un tipo de agricultura muy beneficiosa para los pájaros.

En Villafáfila hay pájaros como el sisón o la ganga ibérica que prácticamente han desaparecido

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–Por qué hasta ahora han fallado las medidas agroambientales, o al menos no han cubierto las expectativas de todas las partes interesadas, si a priori eran tan atractivas.

–Primero, porque no estaban suficientemente financiadas, tampoco estaban suficientemente explicadas y en tercer lugar, eran demasiado ambiciosas en el sentido de que era café para todos, que es una constante en la política llevada a cabo por nuestros gestores de agricultura. Al final te da la impresión de que lo que se trata es de coger el dinero de Bruselas, traerlo para España y repartirlo, da igual cómo. Al fin y al cabo son votos; los pájaros no son más que un adorno, una excusa. Para mi es un problema de falta de interés real y de voluntad política.

–¿Por qué es importante luchar por la supervivencia de tantas especies en peligro?

–El mensaje que trato de dar en el libro es que esto es un patrimonio natural, algo que nos pertenece a la sociedad como tenemos un patrimonio histórico o artístico. Y es una pena que las generaciones futuras no lo vayan a conocer. Es una llamada de atención, porque si tomamos medidas ambiciosas todavía estamos a tiempo, por lo menos de salvar algunos retazos de lo que fue. A lo mejor ya no se puede a escala grande del paisaje pero, si se quiere, sitios como la Reserva de Villafáfila aún se podría mantener.

Si se pierden aquí las avutardas, la posibilidad de que se pierdan a nivel mundial es grande

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–Los datos revelan que este Espacio Natural zamorano tampoco se libra del ocaso, año a año se censan menos aves y algunas especies ni se ven.

–Llevamos ya muchos años que a pesar de las medidas agroambientales y a pesar de ser en este caso una zona superprotegida, las poblaciones se están derrumbando. La avutarda es la más conocida y ha bajado aproximadamente un 30%, pero todavía hay muchas, varios miles; llegas a la Reserva y las ves. Pero hay pájaros como los sisones o la ganga ibérica que prácticamente han desaparecido. Ya cuesta ver alcaravanes. Voy todos los años a Villafáfila y lo veo. Los propios gestores de la Reserva ya lo están diciendo muy claramente.

–Hablamos de un Espacio de referencia mundial, de la mayor concentración de avutardas.

–Villafáfila es el lugar de todo el mundo donde están las mayores densidades, las mejores poblaciones de la avutarda grande de Europa y Asia. Puedes ir a Mongolia o a China y no ver ninguna. Las que había en Europa que antiguamente llegaban hasta Suecia o Inglaterra prácticamente han desaparecido. Quedan unas pocas por la zona de Hungría, el resto están en España y el mejor sitio es Villafáfila. Que no seamos capaces de mantener esto, es que no tenemos perdón. Porque hay una responsabilidad internacional muy fuerte en ese sentido. Si se pierden aquí las avutardas, la posibilidad de que se pierdan a nivel mundial es grande. Deberíamos hacer mucho más de lo que hacemos.

Si nos lo tomamos en serio, todavía estaríamos a tiempo de evitar el desastre

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–Una situación alimentada además por los efectos del cambio climático. ¿Hasta qué punto las aves son un bioindicador de este desastre?

–Estamos detectando lo que parecen indicios en ese sentido. Por ejemplo, antes Extremadura se consideraba un lugar ideal para el sisón, pues ahora resulta que se está haciendo demasiado árido. La época de cría en primavera se recorta, ya no hay suficiente tiempo con comida en el campo. Y todo esto conlleva cambios. También ha empezado a verse por España el corredor sahariano, donde ha criado dos o tres veces y cada vez se ve con más frecuencia. Igual que llegó un camachuelo trompetero, un pajarito de los desiertos del norte de África que ahora está criando por Almería. Esto es posible que vaya en aumento y que en el futuro ya no tengamos avutardas porque las pocas quedan en Europa vivan por la zona de Polonia o más al norte y aquí tengamos una fauna propia de los semidesiertos del norte de África. La evolución podría ir en ese sentido y sería muy triste.

–¿Hasta qué punto es real esa amenaza?

–Hay indicios que apuntan a que podría ser y lo estamos viendo con cambios tremendos. El cambio climático está aquí. La subida de la temperatura un grado y medio parecía algo lejano y ya la tenemos. O esas olas de calor muy seguidas, como hemos podido ver el último verano pasado, que ha sido insoportable, ahí hemos tenido los terribles incendios de Zamora. El cambio climático está acelerando mucho y a lo mejor nos vamos a encontrar con una realidad muy triste en muy poco tiempo. Así que debemos aprovechar todo lo que podamos para ayudar a la naturaleza y los agricultores deben tomar conciencia de ese papel suyo como gestores del medio natural. No están solamente para producir pan, sino también para que no se despueblen nuestros campos, para que esa España de interior no se siga vaciando y no se pierda un patrimonio natural tan interesante.

La PAC ha fallado en el supuesto objetivo de proteger la naturaleza

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–Los agricultores se sienten los paganos de toda la situación y de que muchas veces se les culpe de los males que afectan al medio ambiente.

–Lo que tiene que hacer el agricultor es ver a los pájaros y la naturaleza, no como un enemigo sino como una oportunidad. En lo que no van a tener oportunidad es en competir fieramente porque si no fuera por la PAC tendrían que cerrar, nadie podría vivir en el campo.

–Una PAC que no satisface ni a los agricultores ni a los conservacionistas. La última reforma se tilda de “verde”.

–Yo creo que esta llamada PAC verde se ha quedado corta. Si vas a los eco regímenes, el primero es el de la siembra directa; una barbaridad porque echan cantidades masivas de herbicidas, no aran, y si matas todas las plantas no pueden vivir insectos que es la base de la cadena trófica. Llevamos más de 20 años con la PAC más amistosa con la naturaleza y lo que vemos es poblaciones de aves cayendo y ningún signo de recuperación. La PAC ha fallado en esa supuesta tarea de proteger la naturaleza y las esperanzas son cada vez más cortas.

–¿No cree que habría que repartir más las culpas?

–A nivel oficial no se ha hecho nada y las ONG no podemos llegar a todo. Sería muy positivo promover labores de educación ambiental con los colegios. Que los chavales crecieran conociendo los pájaros que viven en sus propias zonas. Se ha perdido mucho del conocimiento tradicional y no se ha reemplazado por una labor educativa suficiente.

–Dice en el libro que urge actuar. ¿Estamos a tiempo de evitar el desastre?

–Es lo que quiero transmitir, que todavía estaríamos a tiempo si nos lo tomamos en serio con una actuación urgente y decidida de nosotros y de los políticos. Porque hay obligación legal de proteger estos bichos.

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