La Filandorra resurge entre las cenizas en Ferreras de Arriba
El pueblo en el que comenzó el primer incendio de La Culebra recupera su mascarada para despedir el año
A. B.
Ferreras de Arriba cierra uno de los años más tristes de su historia reciente. El 15 de junio los rayos caídos en los bosques de este pueblo, y otros en el término de Sarracín de Aliste, originaban el primero de los grandes incendios de la Sierra de la Culebra, que arrasó prácticamente todo su término.
Este fue también uno de los pueblos que dio a luz a la asociación “La Culebra no se calla” para reivindicar indemnizaciones y ayudas, y tener voz en las tareas de recuperación de la Sierra tras los dos grandes incendios, el de junio y el iniciado en Losacio el mes de julio.
El consuelo que le queda a los ferrachos es despedir el 2022 reviviendo su ancestral mascarada de invierno, La Filandorra, que en 2021 y 2020 no salió a las calles como consecuencia de la pandemia de coronavirus.
Las calles de Ferreras de Arriba volvieron a ver a los cuatro personajes principales de esta mascarada: El Diablo –viste de rojo y lleva su cara cubierta con una carocha de piel de cabra, también roja–, El Galán –con el traje tradicional masculino de La Carballeda, y lleva castañuelas que no solo le sirven para hacer ruido, sino también como arma–, la Madama –un hombre vestido de mujer con el traje tradicional de la zona, también lleva castañuelas– y la propia Filandorra, con chaqueta y salla negras cubiertas de cintas de colores. También lleva gorro y su cara está totalmente tiznada de negro. Lleva en sus manos rueca para hilar, de donde procede su nombre, y un corcho quemado, con el que pinta a todo el que coge y no da el aguinaldo. A la espalda lleva también colgados cencerros.
Cuatro jóvenes de la localidad dieron vida de nuevo a estos personajes. Las mascaradas nacieron como rito de paso a la madurez de los hombres. Pero todos los oriundos de Ferreras de Arriba mantienen viva esta tradición en su memoria y en su corazón, incluso a los cien años, como los que tiene ya Pancho, el vecino de mayor edad de su pueblo, que recibió en su casa la visita del Diablo, la Madama, el Galán y la Filandorra, que pasaron un rato con el centenario, alegrándole las fiestas. Pancho incluso se puso el gorro del Galán.
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