Jesús “El Chino” cumple los cien

Jesús Santiago Abad, natural de Rionegro del Puente, alcanza el siglo de una vida que comenzó como pastor, hizo la mili en Melilla y se fue a trabajar a Francia, para terminar en el campo

Jesús Santiago Abad. | |  E. R.

Jesús Santiago Abad. | | E. R. / Eusebio Rodríguez

Eusebio Rodríguez

Fue el 12 de diciembre de 1922 cuando nació Jesús, el mayor de los hijos del Ti Ángel Santiago “El Chino” y de la señora Felisa Abad.

Cien años que dan para mucho, pero sobre todo para una vida intensa: la escuela hasta los 12 años, pastor de ovejas por los pueblos, ayudante de carnicero, la mili en Melilla, emigrante en Francia y finalmente agricultor y ganadero hasta su jubilación.

Y es que la vida de Jesús, es un reflejo de la historia de España desde la posguerra hasta la actualidad. Es habitual verlo por las calles de Rionegro del Puente, con paso lento y seguro y con la sonrisa siempre presente, así como con su conversación pausada, que denota que no se le va un detalle de todo lo que ha vivido hasta ahora. Por cierto, el sobrenombre de “El Chino” se lo pusieron a su padre, en una época en que todos los vecinos tenían algún apodo.

Jesús fue a una escuela mixta desde los 6 hasta los 12 años en Rionegro del Puente, donde había posiblemente más de 50 niños y niñas. Sobre los 7 años Jesús tuvo la meningitis, una enfermedad que lo dejó débil durante meses, porque entonces esta enfermedad era casi incurable. – “Estaba tan débil que no me tenía de pie. A veces me sacaban para la calle a tomar el sol, pero todos los de la familia creían que me moría”, dice Jesús. Lo cierto es que entre tres médicos de la zona consiguieron que se recuperara: D. Eusebio, médico de Mombuey, D. José que estaba en Villardeciervos y también D. Gerardo que era el médico de Vega de Tera.

Pasó la época escolar y a los 12 años había que ganar el pan y Jesús se fue a Manzanal de Abajo (pueblo desaparecido por el embalse de Valparaíso), donde trabajó como pastor de ovejas con una familia de ese pueblo. Desde Manzanal de Abajo se fue a los pocos meses a Cional, también de pastor, para el dueño de uno de los comercios del pueblo y más tarde a Garrapatas (hoy Santa Eulalia del Río Negro), a casa del Ti Manuel Colino, donde estuvo tres años. Entonces, la vida de pastor era dura. A los pastores se les daba la merienda para todo el día (normalmente pan, chorizo y tocino), que tenían que llevar en el morral. No había bebida, y tenían que recurrir a las numerosas fuentes o al río. Cuidar las ovejas durante todo el día por el monte, hacer frente a los ataques del lobo y también al frío a la lluvia o al calor. No había sueldo, pues por entonces era el padre el que acordaba con el dueño del ganado las condiciones, que generalmente era una pequeña cantidad por mes o por año y la comida.

Cuidar las ovejas durante todo el día por el monte, hacer frente a los ataques del lobo y también al frío a la lluvia o al calor

El siguiente paso laboral, llevó a Jesús a Villanueva de Valrojo. Allí había un carnicero importante, el Sr. David, que lo contrató a través de su padre, para ayudarle en el matadero. Se iban tres o cuatro días por los pueblos de Aliste, comprando terneras, que luego las traían todas para Villanueva andando, pues no había camiones. Allí las mataban y le quitaban las patas y la cabeza, para preparar las canales.

Entonces, en un viaje de dos días, nuestro joven Jesús llevaba varias canales en un carro tirado por una mula, hasta la estación de tren de Zamora. Era un viaje largo y lento, pues tenía que parar a dormir en Pozuelo de Tábara y al día siguiente de madrugada para Zamora pues había que facturar a las 9 de la mañana en la estación todas las canales que llevaba. Jesús llegó a ser la persona de confianza del carnicero, pues a veces le daba dinero para ir por los pueblos a pagar a los ganaderos. Jesús acudía muchos días a Villardeciervos, con el carro cargado de patas, cabezas y restos de las terneras que vendía a los vecinos de allí. El señor David, el dueño del matadero, era una persona pudiente y con dinero, pero no lo aparentaba. Vestía con una chaqueta con remiendos, pero también llena de miles de pesetas. Habría que pensar un momento en esas canales de ternera, que estaban dos días en el carro, y luego varias horas en el vagón del tren, hasta llegar a Madrid. No había transporte frigorífico, pero Madrid era la plaza importante para la venta de terneras.

La "Mili"

Como para todos los jóvenes, llegó la “Mili”, y a Jesús le tocó Melilla, nada menos que tres años, destinado en el Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas Alhucemas Nº 5, en la ciudad de Segangan, cerca de Nador y de Melilla. Esta zona en los años 40 y 50 del pasado siglo estaba controlada por España, pues hasta 1958 no se retiró de los territorios. A pesar de la distancia, tenía gente conocida con él. Había uno de Villardeciervos y tres de Rionegro (Ángel el Rojillo, Manuel Trigo y Juan Manuel Santiago). Fueron tres años largos, aunque tenían un mes de permiso cada año. En ese tiempo, Jesús conoció varias ciudades cercanas y también hizo algún viaje largo hasta el Sahara, que entonces era español. La odisea de llegar a Melilla, pasaba por llegar hasta Valencia en tren con varios transbordos, y desde aquí coger el barco a Melilla. Igualmente sucedía a la vuelta. En esos tres años había tiempo para todo, pues la mayoría de las tardes las tenían libres. Lo que más llamó la atención de Jesús en recorridos por caminos a ciudades cercanas eran las muertes de mujeres, a manos de asaltantes que intentaban robar su carga de la cabeza. Recuerda también Jesús, el Monte Gurugú, donde se desarrolló una intensa batalla en 1921 entre tropas españolas y los rebeldes del Riff de Abd el-Krim. Pues en ese monte, Jesús y sus compañeros fueron los encargados de quitar las alambradas de esa guerra, después de tantos años.

Emigración

Pasada la Mili, Jesús inició su trabajo como agricultor y ganadero, aunque ya entonces empezaba la emigración a Europa. Era habitual que los párrocos de los pueblos prepararan las listas de personas interesadas en ir a Francia, Alemania o Suiza. D. Manuel Montero que era el cura de Villanueva de Valrojo, apuntó a Jesús con la idea de que pudiera ir para Francia. Mientras tanto Jesús ya se había casado en 1951 con Anastasia González. Algunos detalles de la boda que me ha contado: Fue un domingo 13 de enero, que llovía mucho, pero que no fue impedimento para celebrar una gran comida y cena con los familiares en casa de su suegra, a base de cordero con patatas y arroz, entre otros platos. También hubo tiempo para bailar en un prado cercano, al son del tamboril y de la pandereta que eran la discoteca de entonces. Al poco tiempo de casarse, Jesús y Anastasia ya tenían unas 40 ovejas, 3 vacas, 15 ó 20 gallinas, dos cerdos y una burra. La agricultura de entonces sólo daba centeno, trigo, y los productos de las huertas para el consumo propio y de los animales. Las familias conseguían algún dinero con la venta de una o dos terneras, de los corderos y algún jamón. Por eso, la emigración era una salida para conseguir mejorar la economía familiar. Llegó la hora de emigrar, y a Jesús lo llamaron para ir a Francia, en 1960. Ya tenía tres hijos pequeños, e inició esta aventura trabajando de jardinero para un patrón. Su trabajo era plantar árboles, flores, cuidar jardines, las podas, los injertos, etc. Jesús dejaba muchas obligaciones en su casa, y por eso y en el mes de junio de cada año regresaba para ver a la familia y para segar. Así durante tres años, hasta que decidió quedarse en Rionegro y no volver a Francia.

No falta ningún día los largos paseos por la mañana y por la tarde ayudado de su cayata

Jesús está viudo desde hace 15 años y tiene 4 hijos: Quico, Félix, Maruja y Jesusa. Con ésta última vive en Rionegro llevando una vida metódica: Se levanta sobre las nueve o las diez de la mañana y se acuesta después de las 11 de la noche. Para llegar a los cien años habría que saber algún secreto, pero Jesús cree que tiene una vida sana: desayuna y come muy bien, y de todo, pero ya la merienda o la cena solo consisten en alguna fruta y galletas.

No faltan ningún día los largos paseos por la mañana y por la tarde ayudado de su cayata, aunque después de la caminata, le duelen las piernas. También le falla la vista un poco aunque está operado de cataratas. Su vida de pastor, de agricultor y también como muy buen cazador, ha servido para que sea un perfecto conocedor de todos los rincones del término del pueblo. Incluso algunos cazadores le piden consejo para localizar las liebres.

Para un pueblo, es un orgullo que un vecino cumpla cien años, pero aún es más importante ver que tiene una buena salud y sus recuerdos siguen ordenados. Felicidades Jesús.

Suscríbete para seguir leyendo