Ver el monte horadado por bodegas es algo ante lo que los zamoranos tenemos educado el ojo, o dicho en otras palabras, es una parte de nuestra arquitectura popular plenamente asumida por la gran mayoría de nosotros casi desde la cuna. Este paisaje de nuestros cascos rurales y urbanos no nos resulta peculiar o extraño, pero sí provoca cierta sorpresa en muchos forasteros cuando visitan nuestra geografía, desconocedores en muchos casos de que tanto Zamora como el resto de la Región Leonesa poseen una fuerte tradición vitivinícola desde hace siglos, razón por la cual atesoran miles de bodegas donde gracias a una temperatura prácticamente constante durante todo el año (entre 14-15°) conservar nuestros preciados caldos.

Además de ello, y aún siendo su principal finalidad la de elaborar, almacenar y conservar el vino, tradicionalmente también se han empleado para guarecer y proteger otros alimentos como los vinculados a la matanza del cerdo, las patatas, las legumbres, e incluso el aceite, estando ligado esencialmente este último producto a las bodegas que se encuentran en el entorno rayano con Portugal de la comarca de Sayago.

LAS BODEGAS ZAMORANAS

¿Dónde encontrarlas?

Este tipo de construcciones podemos encontrarlas en la mayor parte de las comarcas zamoranas, agrupándose por lo general en “barrios” a las afueras de nuestros pueblos, pero también podemos encontrarlas en ciudades como Benavente, Zamora o Toro. Además, cabe destacar que algunas de ellas también se encuentran en pleno casco urbano, siendo muy numerosas las viviendas toresanas o zamoranas que atesoran una bodega en su interior. En todo caso, centrándonos en las que se encuentran fuera de los núcleos poblacionales, hemos de señalar que para su emplazamiento se suelen buscar lugares que gocen de una abundante solana y que posean cierta elevación del terreno para facilitar su construcción, alineando las bodegas unas con otras conformando una serie de calles como queriendo reproducir lo que sucede en nuestros núcleos poblacionales con sus edificaciones.

LAS BODEGAS ZAMORANAS

No es posible establecer una única tipología formal para estas construcciones subterráneas zamoranas, aunque si podemos decir que la gran mayoría se excavan en tierra arcillosa, lo cual facilita enormemente la sustracción de materiales al iniciar el proceso constructivo. En otros casos el material a sustraer no es la arcilla siendo necesario perforar la roca, tal y como sucede en la comarca de Sayago donde los sobresalientes ejemplos de Fermoselle dan buena cuenta de ello.

LAS BODEGAS ZAMORANAS

Todas las bodegas cuentan con un conducto de ventilación denominado “zarcera” o “ventano”, el cual es el encargado de facilitar la entrada y salida de aire en el interior de la misma, rematándose las citadas en el exterior, cual si fueran una chimenea, con un pequeño tejadín a dos, o cuatro aguas. Antaño, en algunos casos, estas zarceras eran de grandes dimensiones y a través de ellas se introducía paja y sobre ella nieve o hielo, para que la bodega actuara a modo de nevera para los alimentos o productos allí guardados, recibiendo entonces la construcción el nombre de “nevero”. En la ciudad de Zamora contamos con un buen ejemplo de nevero en la bodega “el Arrabal”, la cual actualmente es un establecimiento de hostelería. En general, las zarceras, cuyo número por bodega podría oscilar entre 1 y 4, se usaban también para echar a través de ellas los cestos de mimbre con la uva recogida durante la vendimia, siendo la más grande la que situaba sobre el lagar donde se pisaba y prensaba la uva para obtener el mosto. Vinculado a esta finalidad, algunas bodegas cuentan también en su interior con un pozo de agua, que tras la preceptiva perforación de sus propietarios, resultaba de gran utilidad en el transcurso de la fabricación del vino.

LAS BODEGAS ZAMORANAS

Junto con el lagar, las bodegas cuentan con otras dependencias donde se ubicaban las barricas, las cubas, las pipas, las tinajas o tinos y otra serie de elementos contenedores.

¿Cómo son de profundas?

La profundidad de las bodegas suele estar entre los 10-15 metros de media, pero no son pocos los casos en que estas longitudes se sobrepasan, o incluso se da el caso de que varias bodegas se comuniquen entre si formando un todo como sucede con algunas construcciones subterráneas de El Perdigón.

Al exterior, las puertas de entrada a las bodegas suelen estar retranqueadas con respecto a las fachadas, y con ello protegerlas de la lluvia y otras inclemencias del tiempo. Los materiales empleados en las fachadas son la piedra, el ladrillo, el canto rodao, o el adobe. La entrada puede ser adintelada, con grandes jambas y dintel de piedra mollar, y en muchos casos recibiendo una notable decoración en forma de relieves. Alrededor de la entrada se emplea mampostería reforzándose incluso con la tierra que se ha extraído durante la excavación. En otras ocasiones la entrada es abovedada bajo un tejadillo a dos aguas, empleándose como materiales la piedra, el ladrillo o el adobe.

Cierto es que en nuestros días son pocos los paisanos que continúan haciendo vino en sus bodegas, como también cada vez son menores las reuniones de peñas de amigos, sobre todo durante el fin de semana, que se concitan allí para merendar, sólo su uso hostelero parece mantener en gran medida vivas y en buen estado gran parte de estas construcción tradicional tan nuestras. Mientras tanto, y como en casi todo, las instituciones continúan poniéndose de perfil en cuanto a difusión, su puesta en valor y mantenimiento.