La Opinión de Zamora

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No habrá miel sin lluvia

El estrés hídrico que seca Zamora también desangra la campaña apícola, donde se hunde la producción y se elevan los costes

Imagen de archivo de colmenas afectadas por el fuego en Zamora. | J. S.

La previsión de un otoño cálido ha puesto en jaque a Zamora, una provincia que depende después de un verano de calor, incendios y sequía, de unas lluvias que ahora más que nunca ponen en juego la supervivencia de mucho oficios fundamentales para el mundo rural.

Más allá de la agricultura y la ganadería, Zamora es una provincia de apicultores, un gremio cada vez con más presencia y que no deja de aumentar en su profesionalidad. Al igual que los demás trabajadores del campo, ellos miran al cielo pendientes del agua, de la que depende el equilibrio de los ecosistemas y floraciones que hacen posible su trabajo.

Y es que esta campaña de miel ha sido “desastrosa”, según relata el apicultor alistano Christian Mannu Rodríguez, de Fonfría, cuya miel fue premiada el año pasado como la mejor de Zamora por el galardón Zángano de Oro 2021.

Aún con el recuerdo de la campaña pasada que le valió este reconocimiento, el apicultor reconoce que este 2022 ha ido “muy mal” en la producción, que aunque de buena calidad, ha menguado de manera insólita.

“Un 50% me parece poco. Diría entre el 60% y el 70%”, relata el zamorano sobre la pérdida de producción en sus colmenas. Aproximadamente él se ha quedado con solo un tercio de volumen de miel esta campaña. Menos cantidad pero de igual calidad. “La abeja regula la humedad, el producto a priori tiene que ser bueno, no hay problema”.

El calor y la sequía se han comido la producción. “Ha habido robles que se han secando”, detalla el apicultor sobre un contexto que ha hecho sangrar la producción. Y es que la falta de agua ha estropeado las floraciones, que en general han ido mal: “la encina ha fallado una barbaridad, que en teoría es la segura. El roble ha sorprendido, poco, pero algo. La primavera nada. El castaño y la zarza han funcionado, pero con la prohibición de no usar el ahumador por las alertas de incendio se ha quedado dentro de la colmena”, resume el apicultor sobre un ciclo en el que ningún árbol ha llegado a funcionar del todo. “Ninguna ha ido bien, pero algunas han ido estrepitosamente mal”, concluye el profesional.

Gala de premios del Zángano de Oro 2021.| J. L. F.

En este “desastroso” año de mieles ha influido principalmente el calor y la sequía. Sin agua no puede haber colmenas, es la conclusión, y sin ellas Zamora pierde un activo más que desde hace años lucha por hacerse un hueco como lugar de referencia nacional e internacional por la calidad de los productos locales.

El estrés hídrico que ha secado Zamora y sus colmenas ha superado las fronteras. A nivel de Castilla y León los apicultores también han sufrido las consecuencias del calor, y solo han conseguido capear en las partes montañosas “aunque en el Bierzo se ha sacado la mitad de producción”. Si no hay lluvias no hay miel. En contrapartida, las comunidades autónomas que son competencia directa para Zamora y Castilla y León han sufrido lluvias de más, como en el caso de Valencia.

Los apicultores zamoranos sufren de pérdida de producción y aumento de los costes de producción. Los insumos de la miel han duplicado sus precios de media, como el alimento, que ronda los dos euros. El azúcar a granel también se ha encarecido. Los tarros de cristal y las tapas alcanzan un 90% de aumento de los precios respecto al año pasado. Todo el doble. Precios resultado de las altas cotizaciones del gas y la electricidad, que desajustan aún más las cuentas de los apicultores.

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