La Opinión de Zamora

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Un tesorillo de Sayago a buen recaudo

Argimiro Santos Miguel dona al Museo Etnográfico de Castilla y León un diccionario de más de 850 palabras de Argañín recopiladas durante años

Argmiro Santos en su casa de Argañín y con los tomos del diccionar entregados al Museo Etnográfico. | S. P.

Apenas tendría 20 años cuando Argimiro Santos Miguel comenzó a recopilar palabras de su pueblo, Argañín.

Hoy, con 88 primaveras, tan hacendosa labor ha dado como fruto una recopilación de términos, la mayoría en desuso, que ya forman parte del legado del Museo Etnográfico de Castilla y León.

Tal ha sido el deseo de este anciano sayagués, residente en Ponferrada, pero siempre vinculado a su pueblo. No quería por nada del mundo que esos dos tomos tan cuidadosamente elaborados a lo largo del tiempo terminaran arrinconados, perdidos o destruidos. La biblioteca del Museo Etnográfico, con sede en Zamora, ya tiene en depósito dos carpetas con las palabras recopiladas por el anciano en fichas y en riguroso orden alfabético. Ha sido el vocabulario de sus antepasados y el suyo propio hasta que terminó irremediablemente engullido por el tiempo.

Argimiro se resiste a cerrar la casa de Argañín, a donde vuelve especialmente en verano. Un acogedor rincón donde no falta la lumbre y un patio trabajado piedra a piedra con un pequeño taller donde pasa las horas tallando y haciendo sus pinitos con la madera.

"Abambar" y "zurrisca"

“No puedo parar quieto” cuenta mientras se desprende de ese tesorillo lingüístico, un diccionario con más de 850 localismos que comienzan con “abambar” (doblar hacia abajo las ramas de los árboles) y terminan con “zurrisca” (lluvia con viento). “No son de Sayago, son de Argañín” precisa con insistencia. La obra no está acabada, se enriquecerá con más términos a medida que vienen a la memoria de Argimiro o salen espontáneamente en alguna conversación. Ya son casi rarezas.

Es el lenguaje de sus padres y abuelos, de las conversaciones de su madre con las vecinas cuando la vida se hacía tanto en la calle, cuando las casas estaban llenas de almas. Eran otros tiempos. Hoy este patrimonio oral se evapora al mismo ritmo que va desapareciendo esa generación de hombres y mujeres arraigados en el pueblo, los que sostuvieron la vida, los oficios, el campo, el ganado, la escuela.

En infinitivo

Argimiro Santos emigró, pero cuidó ese vocabulario y se preocupó de conservarlo a lo largo del tiempo en fichas ordenadas de la “a” a la “z”, como un acto de resistencia. Todas las palabras en infinitivo, con su definición y escritas a pluma.

Una obra creada a fuego lento que permanecerá donde se merece, en el Museo Etnográfico, la gran casa de la cultura tradicional zamorana. Algún día el diccionario de Argimiro podrá consultarse, cuando el tiempo permita digitalizarlo, y recurrir a una terminología en desaparición, solo viva gracias a gestos como el de Argimiro Santos Miguel. Y a instituciones como el Museo Etnográfico de Castilla y León.

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