“Chico”, un can de raza incierta recibe a los extraños ladrando sin parar, reclamando su territorio y siguiendo a los intrusos por la calle hasta la explotación de ovino de Maite Ramírez en Vime de Sanabria.
El animal se instaló en el pueblo hace unos tres meses después de un ir y venir entre Remesal y Vime, y más concretamente en los alrededores de la pequeña explotación de Maite Ramírez, una ganadería familiar pequeña de 35 ovejas, algunas en gestación.
El miedo que tienen en estos momentos es que este perro abandonado corra a carreras a las ovejas, como ya ha hecho en alguna ocasión, y las haga abortar o bien que se cebe con los corderos que vayan naciendo.
El mes de agosto lo pasó ya merodeando entre las ovejas que pastoreaban en una finca cerrada a la entrada del pueblo. Cuando las cambiaron de pastizales el perro las siguió sin despegarse de ellas. Ha aprendido a saltar las paredes de los prados y sortear el pastor eléctrico para asentarse entre el rebaño.
La propia ganadera relata que las primeras veces que lo veían “iba con un arnés verde” pero que en el transcurso de sus idas y venidas lo perdió al quedar enganchado en una de las alambradas. El hartazgo es sobresaliente “Aquí aparecen todos los años 200.000 perros abandonados en verano”.
El perro llevaba un chip identificador pero “estaba dado de baja"
En su caso no se les da comida a estos perros abandonados y errantes para evitar que se queden, pero siempre consiguen comida en casas de la vecindad, incluso de la que tiene guardada para sus tres mastines y su cocker.
La situación se notificó a los agentes del Seprona de la Guardia Civil que activaron, hace unas semanas, el protocolo para recoger al animal. El perro llevaba un chip identificador pero “estaba dado de baja”, lectura que se pudo hacer porque la que se acercó al can fue la propia ganadera, ante la desconfianza del animal y de su reacción que solo deja que ella se acerque.
El problema es que a la ganadera se le informó que la protectora avisaría unos días antes para pasar a recoger el perro, pero no fue así. En el mismo día llamaron y avisaron que pasaban a recogerlo. Maite se encontraba haciendo unas gestiones en Benavente y sin tiempo para regresar.
“¿Qué hago. Espero que me mate las ovejas o los corderos?” pregunta la directamente afectada.
Los intentos de atraer al animal por parte de terceras personas fueron infructuosos y, además, recibió la bronca de la protectora. No contestó y “me callé por educación”. Reitera que no se le avisó con esos días de antelación.
Chino no para de ladrar ni deja de seguir a cierta distancia a los extraños desde el pueblo hasta la finca. “No es agresivo” o eso parece, pero hay situaciones algo preocupantes. Un día Maite preparó unos bizcochos de soletilla para el niño de un vecino.
El pequeño iba por la calle hacia su casa con un bizcocho para su padre, cuando el perro le arrebató el dulce de la mano, en un visto y no visto, que dejó a todos perplejo. No pasó nada pero la duda queda en el aire por el comportamiento del animal. Y el problema ahora es “¿Qué hago. Espero que me mate las ovejas o los corderos?” pregunta la directamente afectada.