Éxito de los primeros espantos celebrados en Carbajales de Alba desde el año 2019. La villa albarina recuperaba, por fin, esta tradición taurina que tiene orígenes documentados en el siglo XVIII, aunque podrían ser más antiguos.
Un encierro en campo abierto, con caballos, que parte de los corrales de La Cañada para continuar por Peña la Liebre y cruzar la carretera hacia la era de abajo, llegando hasta Los Arrañales. Ese es, al menos, el recorrido por el que los caballistas tratan de guiar a los astados.
Los espantos de ayer, los primeros de estas fiestas en honor a la Virgen de Árboles, contaron con cuatro reses bravas de la ganadería Andrade, de Sevilla, que dieron buen juego.
Las temperaturas moderadas –casi frías, sobre todo por el viento– favorecieron que los toros aguantaran las fuerzas durante más rato, pero también demostraron el carácter bravío de su encaste. El festejo taurino concluyó a las 19.30 sin que hubiera que lamentar ningún incidente de gravedad.
Pese a tratarse de un día laborable en la mayoría de localidades zamoranas, el encierro fue seguido por miles de aficionados, aunque se espera que la afluencia sea aún mayor en el segundo espanto, que se celebrará mañana, sábado, a las 17.30 horas.
Además de la multitud que observaba cerca de sus vehículos, a la distancia prudencial que determina el reglamento, muchos carbajalinos optaron por ver la salida del espanto desde la plaza de toros portátil instalada en La Cañada.
