El pueblo de la Tejera rindió homenaje a sus dos vecinos más longevos, Martín Gordo Mostaza, de 101 años, y María Beatriz Sa, a punto de cumplir los 100 años, en un sencillo acto, celebrado esta semana, en que participaron familiares, amigo y vecinos de los dos centenarios. Martín ha vivido prácticamente toda su vida en el pueblo en que nació, un 4 de marzo de 1922, dedicado al campo y el ganado, en el seno de una familia de 11 hermanos.

Emigró algunos años después de hacer el servicio militar “se acuerda de muchos compañeros, nombre y apellido de ellos” relata su hijo Ángel. Durante la Guerra Civil, como no tenía edad para ir al frente, estuvo fabricando cartuchería, las vainas para las armas en Gijón. Trabajó en San Sebastián hasta que aprobó los exámenes de Guardia Civil, pero un superior les acusó a él y otro compañero de permitir el contrabando en la frontera. “Era la palabra de un superior contra ellos”, defiende uno de sus dos hijos. Trabajó en el metal en Bilbao, en León donde estuvo de guardés en una finca, entre los años 54 al 65. Luego regresó al pueblo, donde se estableció con su familia.

Una hija de María, Loli, recogía la placa en nombre de su madre y relataba una “vida muy dura” para esta mujer que con 22 años emigró de Portugal a la Tejera para trabajar y donde se casó para seguir en los tres trabajos que desempeñaba la mujer: el campo, la casa y los hijos. “En estos pueblos siempre trabajó más la mujer que el hombre”. Nació un 20 de octubre de 1922 y con 8 años la mandaban a la sierra haciendo carbón vegetal, cargando cubos, un trabajo infantil normalizado en esa época, en el seno de la familia de María, donde eran cinco hermanos.

Es madre de dos hijos que crió. Tras fallecer su marido y con poco futuro en el pueblo “donde se nos cerraban todas las posibilidades”, emigró a Barcelona a los 57 años con su hija buscando un futuro. Su avanzada edad le ha impedido ir este año a La Tejera, donde ha regresado cada verano.