Cuatro minutos necesitaron los fermosellanos para meter a los cuatro toros en los chiqueros.
El sonido de las campanas ya anunciaba, desde las diez de la mañana, “el peligro de los toros” que solo dieron tregua entre charanga y charanga. Los toros corrieron desde los corrales de San Albín hasta la Plaza Mayor entre vitoreos y silbidos.
El gran ambiente vivido en Fermoselle congregó a cientos de taurinos venidos de toda la comarca de Sayago, de La Raya y del resto de la comunidad autónoma, como Salamanca o Valladolid.
El cohete se volvió a lanzar, dos años después, para disfrutar del primer encierro tradicional de Fermoselle, con casi 500 años de historia.