La Virgen del Castillo ha recibido todos los honores de las gentes de Sayago, de Zamora y del otro lado de la frontera.
Porque la recuperación de esta tradicional romería, suspendida dos años debido a la pandemia, ha querido ser una gran fiesta de hermandad con los vecinos portugueses, más que nunca hermanos gracias a Los Viriatos.
Lo gigantes de tela se vieron por primera vez acompañados por seis pendones mirandeses, –Genísio, Cicouro, Aldeia Nova, Freixiosa, Povoa y Especiosa–, que se sumaron a los de Badilla, Cozcurrita, Mámoles, Fariza, Palazuelo, Tudera, Zafara y Argañín.
La gran fiesta romera de la comarca de Sayago ha reunido a centenares de personas, sayagueses muchos que vivieron con emoción el reencuentro con su patrona y con una de las tradiciones más arraigadas.
La mañana fue para el encuentro de los pueblos enarbolando sus pendones –los sayagueses de 8,5 metros, los mirandeses sin pasar de los 6– en el pueblo de Fariza, impregnado de música, fe y tradición. A las 13.00 horas el párroco, Florentino Pérez, presidía la celebración en honor a la Virgen del Castillo, que por la tarde era portada y acompañada por los pendones, estandartes cruces y pendonetas abriéndose paso entre la multitud y con lo sones de gaita y tamboril de la Escuela de Folclore.
La romería volvió a ser en domingo, “como es de ley” defendían los romeros, después de un “experimento” de dos años trasladada al sábado que no cuajó.
Los Viriatos reafirmaron una tradición mantenida a lo largo de generaciones, un acto de devoción demostrado una vez más con la masiva participación de devotos y curiosos que no quieren perderse una de las celebraciones más singulares de la comarca de Sayago.
La Virgen del Castillo reposa de nuevo en su ermita, dominando el espectacular paraje del arribanzo.