La Opinión de Zamora

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Cuidadoras: el pilar de la Zamora rural

Los talleres de Arcenillas forman profesionales y brindan un espacio terapéutico en el que compartir experiencias y amistad

Foto de familia durante el curso para asistentes personales en Arcenillas. | E. F.

Las profesionales de la asistencia personal, también conocidas como cuidadoras, aprenden sobre su oficio gracias a los talleres impartidos en Arcenillas, donde además han aprendido a ser ellas las primeras en valorar un trabajo estructural para el medio rural de Zamora: la atención a los mayores que conviven en los pueblos.

Este es el objetivo de Solidaridad Intergeneracional, entidad organizadora del espacio en colaboración con el Ayuntamiento, que ha conseguido crear una red de confianza entre las cuidadoras que participan en la formación, y que han encontrado en estas aulas un espacio no solo de aprendizaje, sino también de apoyo.

A pesar de ser vecinas, muchas es la primera vez que se ven, como en el caso de Mari Carmen Hernández, que a pesar de ser oriunda del pueblo del Alfoz ha pasado una década fuera de España. Ahora, ha regresado para cuidar a un familiar.

Abusos "demasiado normalizados"

María Jesús Gutiérrez también ha ejercido como cuidadora dentro de casa, su padre estuvo bajo sus cuidados durante diez años, ella admite que tiene mucha experiencia porque además, también atendió a su madre durante sus años de enfermedad.

Aún así, su trabajo siempre ha sido dentro del hogar, no remunerado, “hay personas que sí lo valoran, otras no”, reflexiona. “Desde fuera se ve mejor, pero convivir con una persona mayor es diferente”, y dice que la paciencia es la clave del trabajo “aunque a veces abusan un poco”.

Elena García, trabajadora social, cuenta que compartir experiencias es otro de los usos de este taller que es "terapia"

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Esta historia se repite: “Se tiene poco en cuenta lo que tú sientas, eres la cuidadora y ya”, dice Mari Carmen. Por su parte, Joselyn Canto nunca ha sido cuidadora, pero ve “la gran responsabilidad” de esta profesión, y agradece la formación que ha recibido en primeros auxilios “muy importantes para cuidar a personas mayores o dependientes”. Y destaca del curso la oportunidad de conocer nuevas amigas del municipio.

Aunque Sarita Ávila trabaja actualmente en una residencia en Zamora, decidió tomar este curso para refrescar su experiencia “y enriquecerla”, relata sobre los años de profesión a sus espaldas en los que ha acumulado situaciones diversas: “Las personas mayores tienen sus problemas cognitivos, te dicen muchas cosas que una persona en sus cabales no te diría”, explica.

Como ella, las compañeras soportan frases como “vienes a robarme la comida”, pero Sarita admite que es gracias a “la experiencia y la profesionalidad” como afrontan estos comportamientos.

Compromiso con las personas

Elena García, trabajadora social responsable del aula, cuenta que compartir estas experiencias son otro de los usos del taller: “Es muy difícil aguantar estos comportamientos a nivel emocional”, y señala que las cuidadoras a pesar de todo “los han normalizado”, incluso a veces, “demasiado”.

Este curso, relata la experta, es en realidad “una terapia” en la que ellas “comparten todo”.

A pesar de los malos ratos ellas son ante todo "profesionales"

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Los ejemplos por parte de ellas siguen: “Te pegan, te arañan, te pellizcan”, admiten, pero rápidamente sentencian: “pero tenemos que cuidarlos, es nuestro deber como profesionales”, y demuestran su dedicación total con las personas mayores del medio rural al que ellas mismas pertenecen.

Un unánime sí finaliza la charla entre las ya amigas, y coinciden en que este curso les ha “ayudado a valorar” la tremenda labor social que desempeñan, antes de pronunciar otro gran sí para ratificar que repetirían de nuevo la experiencia.

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