La Opinión de Zamora

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Ferreras de Arriba celebra los 100 años de su vecino más longevo

Francisco Arias Canas: “Antes si querías ganar un jornal tenías que ir a Alemania”

Francisco Arias Canas en la celebración de sus cien años y en distintos momentos rodeado de su familia |Araceli Saavedra

Francisco Arias Canas celebraba esta semana sus 100 años acompañado de la familia y de los vecinos del pueblo de Ferreras de Arriba.

Una celebración que comenzaba con un día de anticipación, el domingo, para poder compartir misa y mesa con sus familiares y sus convecinos y el lunes con “la cuelga” de dulces para el homenajeado. Se cambia la chaqueta y se pone la corbata para salir bien parecido en las fotografías, el que tiene retiene, y su hija tiene que ir a buscarlo al bar para la entrevista. “Se ha portado la gente muy bien” agradece a sus vecinos todas las muestras de cariño. Francisco Arias tiene tres hijos, 6 nietos y 8 biznietos.

Francisco nació un 16 de marzo del siglo pasado, en 1922, en Ferreras de Arriba, y su primera elección de vida fue querer ser carpintero “salió de mí, de mi cabeza” porque “no me gustaba ir con el ganado a mí me tiraba la carpintería”. Había un carpintero en Ferreras de Abajo del que aprendió el oficio sin maquinaria ya con 20 años, hasta que pudo montar su propia carpintería en el pueblo, que montó “con lo que iba sacando de jornal, a mano” con azuela y cepillo. “Todo se hacía a mano. No había sierra eléctrica, no había electricidad”. Había trabajo y “lo que te mandaban hacer lo pagaban”. Los mayores encargos eran de muebles para la casa, armarios, mesas, cocinas “los pagaban bien, lo que pedías”.

Francisco Arias con su familia Araceli Saavedra

Cuando la Guerra Civil de España era un muchacho de 14 años aunque recuerda que “venían de Riofrío una pandilla de fascistas, que sacaban a la gente y los mataban”. A la edad de siete años “era cuando íbamos a ir a la escuela. Dentro de lo que había era de los más espabilados. Se me daba bien escribir, más que leer”.

Su único libro de texto era “La Enciclopedia que tenía todo lo que había”. De una familia de labradores “con cuatro tierras que teníamos” y un puñado de ganado, sus padres “me hicieron ir unos días con el ganado” pero “no me gustó, no le quise ir. En vez de sacarlo del corral que lo tenía cubierto con urces, yo guardaba las ovejas allí en el corral y yo salía a una urrieta y allí hacía la madera”. A día de hoy sigue prefiriendo los gatos a las ovejas. Su padre lejos de castigarle “consejos me daría. Mi padre no era malo para mí, es que yo le valía, ayudaba a mi padre siendo un rapacico para estar con él y con un trozo de madera”.

“Antes si querías ganar un jornal tenías que ir a Alemania”

Su otra afición, que aún mantiene, es la partida todos los días después de comer “soy algo bueno no es para decir que una eminencia, pero las entiendo y las he entendido”. Sus compañeros de tute “éramos de la misma edad y andamos al que más sabía”.

El baile y las mozas también se le dieron bien en su juventud “había una cuadrilla cojonuda de mozas en tiempo mío, 12 ó 13 y mozos de 20 para arriba. Había donde escoger. Había buenas mozas y buen baile, hasta gaitero, el tío Juan”.

Pero no fue muy lejos a buscar esposa, Francisca Andrés Ferreras, la niña de la casa vecina del pueblo, y un año más joven que él, de la que se ennovió con poco más de 14 años. Vivían en la Plaza de la Iglesia y “cruzar la calle”. Puerta con puerta y se intercambiaban “cartas”. De aprendiz iba y venía todas las semanas a Ferreras de Abajo a la carpintería, y volvía a casa los fines de semana. Como la mayor parte de los sanabreses, el “castigo” del servicio militar era el desempeño en África, en concreto su destino fue Larache. Habla poco de esta etapa de su vida.

“Antes si querías ganar un jornal tenías que ir a Alemania”

En los años sesenta, ya casado y con familia llegó el hijo para alegría de la familia, que ya tenía dos niñas. Además nació el día de San Blas, el día de misa “todo el mundo me felicitaba y yo muy contento”. Su hijo también fue bautizado con el nombre de Francisco y además también tuvo maña con la carpintería “se le dio bien”. Uno de sus recuerdos tristes fue la pérdida de un hijo, con un mes, de un parto gemelar del que solo había sobrevivido ese pequeño.

“Si querías ganar un jornal tenías que ir fuera”, concretamente “a Alemania, donde estuve tres años”. En Europa “después de la guerra de Alemania, de que se metió Rusia jodió todo” trabajó en un almacén de piensos y fue con otro vecino, José María el de Pilar. Tenía la carpintería montada en Ferreras de Arriba pero no había trabajo “y había que hacer la solicitud para ir. Nos querían bien los alemanes, pero a ellos les salió mal también, tuvieron allí un lío con otras naciones”, en alusión a la Guerra Fría. Don Cándido, el cura de Val de Santa María, fue quien hizo las solicitudes para todos los de la zona “se portó bien”. “Llevaron a muchos españoles de aquí, después de la guerra”. Con quien pasó esta época en Alemania fue con otro vecino, José María.

“Antes si querías ganar un jornal tenías que ir a Alemania”

Recuerda que “Felicísimo –otro conocido- tenía unos alemanes en casa y gracias a él fuimos los demás. Felicísimo de quedó y ganó buen dinero después. Me hubiera quedado”. Felicísimo compróo una furgoneta allí “y era el que nos llevaba”. Confiesa, entre las risas de su hija Natalia, que “había una mujer andaluza, que bien que me quería pero fui tonto”. Muchos regresaron con la familia y “se quedaron los andaluces”. “Si no salías de aquí no ganabas nada. No había industria ninguna, ni había nada ¡qué coño ibas a ganar!”. Aún hoy “de aquí no salió nada”. De los animales son “buenos tipos y espigados”.

En su recuerdo y en su armario hay una chaqueta que vestía solo los días señalados de fiesta, que la compró por 400 marcos alemanes. Una chaqueta “que miraba todos los días que pasaba por la calle y no picaba nadie, se conoce que era cara, era mucho. Con la ilusión de la chaqueta no paré hasta comprarla” mientras se le iluminan los ojos como si la estuviera viendo aún en el escaparate”. A su mujer le trajo una falda “muy bonita”.

Con dos abrigos de paño hay sus más y sus menos. Francisco dice que los compró en España “que los hacían en Villanueva de Valrojo. Ahí había un sastre muy bueno” y su hija dice que los trajo de Alemania. A veces los recuerdos se amontonan. Y las mañas no se pierden, todos les llama la atención que “se da mañana para rajar la leña” con 100 años.

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