“Yo soy cuidadora y soy importante para la sociedad", encara Elena García, trabajadora social de la Asociación Solidaridad Intergeneracional, sobre las palabras que inculca a las mujeres asistentes al curso que la organización desarrolla en Arcenillas en el que no solo obtienen las heramientas para hacer de los cuidados un empleo, sino para darles el valor que les corresponde.

El papel de las cuidadoras, estén remuneradas o no, "es vital"

García imparte los últimos tramos de esta formación a las mujeres rurales de Arcenillas, de dónde ella misma encuentra raíces gracias a su familia materna, aunque explica que son muchas de otras localidades cercanas las que también acuden al curso.

Las participantes ayer durante la orientación laboral. | E. G.

Esta capacitación está orientada a mujeres de todas las edades, de hecho, ellas tienen desde los 20 a los 80 años, y se han estado formando desde marzo.

Las últimas sesiones han provisto de las herramientas para que estas mujeres del mundo rural “tengan más posibilidades de ser contratadas”, con la elaboración de curriculum y cartas de presentación para "que los cuidados a los que ellas se han dedicado en el entorno familiar, se conviertan en un puesto de trabajo”, relata García sobre un trabajo tradicionalmente sin remuneración que habían asumido las mujeres.

“El inmenso valor social de su trabajo, sobre todo en el mundo rural”

Porque el papel de las cuidadoras, estén remuneradas o no, es vital “dependen vidas de ellas”, recuerda García sobre una labor “muy poco reconocida”, bien sea en casa o en el entorno laboral, como es el caso de las asistentes en residencias. Por ello, el curso busca que las mujeres se sientan motivadas al reconocer “el inmenso valor social de su trabajo, sobre todo en el mundo rural”.