Con 440 hectómetros cúbicos embalsados en Ricobayo, el pantano se encuentra al 38,43% de su capacidad, un nivel insuficiente para desarrollar algunas actividades como la navegación, según apuntan desde la asociación creada para agrupar al sector privado que vive del embalse.

A estas alturas de la primavera, muchos de los aficionados a la naútica dan por hecho que por segundo verano consecutivo no podrán disfrutar de sus embarcaciones, e incluso se están dando de baja de los clubes, según apunta Ismael Rodríguez, portavoz de la asociación y directivo de uno de estos clubes de vela con instalaciones junto al embalse del Esla.

Por ahora, el nivel del agua no permite enganchar los muelles, y otras infraestructuras permanecen embarrancadas. El Club de Vela Zamora aún tiene pendiente de estrenar un nuevo pantalán adquirido durante la pandemia.

El invierno de 2022 ha traído menos lluvias de las habituales a la provincia de Zamora, insuficientes para llenar por completo un embalse que acabó el verano de 2021 prácticamente vacío. El deshielo primaveral tampoco ha sido suficiente para llenar el embalse, ya que las nevadas escasearon en la cabecera del río Esla, en los Picos de Europa.

Pese a todo, la cantidad de agua embalsada en Ricobayo sí ha crecido en los últimos meses, y de hecho es más del triple de lo que había en septiembre, pero lejos aún de lo que se requiere para practicar la vela y otros deportes acuáticos. Actualmente, el nivel del embalse se mantiene por encima de la cota que fijó la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) después de la polémica del pasado verano (654,3 metros), pues ayer estaba a 662,9 metros.

En cuanto al volumen embalsado, los 440 hectómetros cúbicos actuales son casi el doble de los 250 fijados por la CHD para el mes de mayo. Las entidades privadas de Ricobayo aspiraban a conseguir unos mínimos mucho mayores, y de hecho llegaron a exigir mantener el embalse al 70% de su capacidad en los meses de verano, pero finalmente la CHD incluyó en el borrador del Plan Hidrológico del Duero un volumen mínimo del 33% para ese periodo, lo cual también desanima a los aficionados a los deportes acuáticos a continuar practicando este tipo de actividades en el embalse de Ricobayo.

Desde la asociación del sector privado señalan también la responsabilidad de los gestores del embalse, Iberdrola, que algunos días sigue turbinando agua para producir electricidad, “no dejando subir el nivel de agua de las pequeñas cotas que alcanza cuando hay borrascas”, señalan los clubes en un comunicado en el que acusan a la eléctrica de “buscar únicamente sus ganancias y provecho propio” y de “no tener en cuenta la sostenibilidad económica de los municipios ribereños que predica la reciente reforma de la Ley de Aguas realizada por el Ministerio de Transición Ecológica”.

A menos solar y eólica, más hidroeléctrica

Iberdrola, por su parte, ha explicado que la producción hidroeléctrica crece en los días que hay escasez de viento y sol: “Aumenta la producción de otra energía renovable, que es la hidroeléctrica, porque el sistema eléctrico así lo demanda”.

Una decisión que no toma Iberdrola en solitario, sino que responde a las exigencias de Red Eléctrica de España. Este organismo es el que cada día configura qué fuentes de energía se pondrán en marcha el día siguiente en función de la meteorología y de la demanda de energía prevista a cada hora de la jornada. En el contexto actual, las energías verdes como la hidroeléctrica son necesarias para limitar el impacto de otras energías más caras, como el gas, en la conformación del precio de la electricidad.

En este sentido, desde Iberdrola recuerdan que “todos los embalses, y en especial los embalses de regulación –como Ricobayo– son reservas de energía que se encuentran a disposición del sistema eléctrico. Están cumpliendo con su función en el momento más necesario: producir energía y desplazar, junto a otras fuentes de generación competitivas, a las tecnologías más caras”.