El rechazo a la conversión de las montañas en “polígonos energéticos”, el impulso de las comunidades energéticas, el acceso a las ayudas Next Generation y una moratoria en la actual política estatal de transición energética convertida en “el nuevo pelotazo” son las principales demandas de asociaciones vecinales y ecologistas de Zamora y León que se concentraron en el Alto del Peñón de Escuredo, en la Sierra de Cabrera entre los carteles de las provincias de Zamora y León.

Colocar un poste de 200 metros es casi el mismo impacto que poner una torre Eiffel en las montañas.

Cerca de un centenar de personas participaron en la convocatoria para reivindicar “un paredón montañoso, tan vasto, tan limpio, tan recóndito y tan salvaje en España” en palabras de la Asociación Amigos de Velilla, una de las entidades convocantes además de Cabrera Despierta, Zamora Viva y Ecologistas en Acción, junto con otros colectivos como Cryosanabria, Alta Valduerna, plataforma de Afectados Ricobayo de Alba, Otra Vez No en Sayago, Aldeas Libres, Cabrera Natural, y una representación del Bierzo.

Los convocantes desplegaron además de sus pancartas, un lienzo de tela de 25 metros, la mitad de lo que mide una pala de un aerogenerador. Colocar un poste de 200 metros es casi el mismo impacto que poner una torre Eiffel (300 metros) en las montañas.

Gente de ambas lados de la montaña al grito de “Renovables sí, pero no así” dejaron paso al manifiesto del que dio lectura Juan Ocampo en representación de la asociación convocante Amigos de Velilla.

Enumeró todos los proyectos en vías de solicitud en las comarcas zamorano leonesas limítrofes: Isidoro, Veleta, Zafra, Violetas 1,2,3 y 4, Valentina Solara Este y Oeste, Ribadelago 1, Sanabria 1 en Sanabria y Carballeda.

En la vertiente leonesa otros tantos: Acario, Amanecer, Anémide, Cabrera, Corporales, Eco, Ladeiras, Pichi, Ralea, Torneros, Tureno y Umbrio, en total 1.172 megavatios de energía eólica y 1.700 megavatios en su conjunto, incluida la solar.

Sumar, a las obras de construcción, las infraestructuras para su mantenimiento como “líneas de transmisión y evacuación, pistas y carreteras, instalaciones de almacenamiento de energía, subestaciones”.

Estos territorios lejos de necesitar una industrialización salvaje “ya son sumidero de CO2” como recalcó Juan Ocampo, quien apuntó que la zona ya cuenta con gran número de infraestructuras de este tipo en las inmediaciones “y no han visto mejorada su calidad de vida”. Muy al contrario sufren despoblación “perdiendo año tras año y servicios sociales; aspecto que desmiente el argumento falaz de que este tipo de instalaciones favorece el desarrollo social y económico de su entorno”.

Un centenar de personas se concentran en el Alto del Peñón de Escuredo. | A. S.

Las afecciones al entorno pasan por el impacto en poblaciones como las del lobo y especialmente del oso, que se está expandiendo desde la Cordillera Cantábrica, y a una distancia de entre 90 y 100 kilómetros en línea recta con estas montañas.

En relación a los datos económicos, el turismo relacionado con la observación del lobo ha reportado 1,8 millones de euros al entorno económico de la Sierra de la Culebra, evidenciando un aumento del turismo medioambiental.

Trastocar el ecosistema supone daños a la actual economía basada en “sus diferentes formas de turismo rural, de naturaleza y astronómico” como “dinamizador social y fuente de ingresos”.

Desde las asociaciones y colectivos vecinales se denunciaron los obstáculos de la propia administración central y autonómica para acceder a los fondos europeos Next Generation y a las propia comunidades energéticas de vecinos impulsadas en municipios como San Vitero y Lullego.

La caza, la riqueza histórica y arqueológica se verán afectadas por la ocupación industrial que, como apuntaba Ocampo, fueron pobladas y civilizadas pro celtas y romanos y con datos como “la construcción de un canal romano para llevar agua hasta las minas de Las Médulas, los lavaderos de oro en el río Eria y los castros celtas” que principal recurso arqueológico de toda la zona.