La Opinión de Zamora

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PEDERASTIA EN EL ÁMBITO ECLESIÁSTICO

Los abusos sexuales en la Iglesia: "Ha sido desgarrador, lloró todo el mundo"

Tres exseminaristas de La Bañeza, entre las quince víctimas que relataron su calvario al presidente de la Conferencia Episcopal | “Si de esta no hacen nada es que no tienen corazón”

El cardenal Omella junto a víctimas de abusos sexuales en el ámbito eclesiástico, al término de la reunión en la Coferencia Episcopal. | | Fernando Villar. EFE

Nunca tras los muros de la sede de la Conferencia Episcopal se habían escuchado relatos tan devastadores.

De un lado un solitario cardenal y máxima autoridad eclesiástica de España –Juan José Omella– y del otro quince víctimas de abusos sexuales en el ámbito de la Iglesia Católica abiertas en canal. Han luchado y esperado demasiado tiempo como para perder la oportunidad y andar con paños calientes en el encuentro al más alto nivel batallado por la Asociación Infancia Robada.

“Tengo muchas experiencias desde que empecé esta lucha, pero lo que viví esa tarde (el miércoles) en la Conferencia Episcopal fue desgarrador. Lloró todo el mundo. Nunca había llorado tanto durante cuatro horas. Todo eran miradas cómplices, unos a otros, empapados en lágrimas. Lo pasé fatal, pero a la vez sentí alivio de compartir mi drama con otras personas que han vivido lo mismo que yo” cuenta Javier, primera víctima reconocida, tanto por su “verdugo”, el ex párroco de Tábara Ramos Gordón, como por el Obispado de Astorga por los abusos sufridos por él y su hermano gemelo (fallecido) cuando eran unos niños.

“Si de esta no hacen nada es que no tienen corazón” opina Emiliano, presente en la reunión junto a Isidro, ambos víctimas reconocidas por la Iglesia de los abusos cometidos en el Seminario Menor de La Bañeza por el sacerdote Ángel Sánchez Cao. “Es el primer cura, en este caso un cardenal, al que he podido contar lo que me pasó” relata el leonés sobre el primer “cara a cara” de un alto cargo eclesiástico con víctimas de abusos.

Mi padre se fue sin saber lo que le pasaba a su hijo, sin saber por qué un niño abierto y alegre de pronto era lo peor de lo peor

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Hecho un mar de lágrimas, Emiliano se presentó a la reunión con una foto del grupo de alumnos del Seminario Menor (cuando ocurrieron los hechos) y un escrito de un amigo que pasó por el mismo calvario. “A los doce años y medio me escapé del seminario con la intención de suicidarme, que estuve al lado de un pozo porque mi abusado me estaba amargando la vida. Que mi padre se fue sin saber lo que le pasaba a su hijo, sin saber por qué un niño abierto y alegre, que se había criado en un pueblo, feliz, de pronto era lo peor de lo peor porque mi abusador me destrozó la vida y nadie hizo nada por evitarlo” se desahogó en un encuentro que calificó de “reparador”. “Vi a un hombre cercano y amable, que habló poco pero tomó muchas notas” describe Emiliano sobre el cardenal Omella.

Javier, Emiliano e Isidro, los tres exseminaristas que han destapado a dos curas pederastas por los abusos cometidos y consentidos en la Diócesis de Astorga, se rearmaron una vez más para contar lo que pasaba en los dormitorios del Seminario Menor San José durante los años 70 y 80. “No somos los únicos de aquel burdel” tuvo que escuchar el cardenal, junto a palabras tan gruesas como “asesino”, “depredador”, “peseteros”. Los descarnados relatos caían como losas en la sede episcopal.

No pudimos evitar los crímenes que cometieron contra nosotros, pero sí habría sido evitable todo el daño que nos han hecho después

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“Estoy cansado” se sinceró Javier ante un Juan José Omella en posición de escucha, tomando nota de todo en un cuaderno. “He escrito a todos los obispos y solo me contestó usted (“su relato me ha desgarrado el corazón... Es un horror lo que usted narra” le escribió en marzo de 2018, cuando “solo” era arzobispo de Barcelona). Qué ha ocurrido hasta ahora. Nada” lamentó. Más allá del dolor irreparable que supone mancillar la inocencia de un niño, a las víctimas les duelen las “revictimizaciones secundarias” contó Javier en la reunión del pasado miércoles.

Carta manuscrita de Juan José Omella a la victima de Ramos Gordón en marzo de 2018

“No pudimos evitar los crímenes que cometieron contra nosotros, pero sí habría sido evitable todo el daño que nos han hecho después. El desprecio, el premio y los ascensos a los ocultadores, en mi caso el homenaje a mi verdugo. No solo los abusadores eran culpables, todos lo sabían, eran conocedores, mi hermano pidió auxilio y todos lo permitieron. Pero miraron para otro lado, lo arreglaban con trasladar al cura de un lado a otro”.

En la misma idea incidió Isidro. “Nos han tratado como a leprosos, le dije a Omella que yo no quiero hundir a la Iglesia, quiero que alejen a esos malos cristianos que obraron como verdaderos demonios. ¡Qué maldad podía cometer un niño de 10 años para que le causaran tanto dolor!. Nos mataron en vida” escuchó un atento, paciente y a veces asombrado cardenal. “De Astorga tomó muchas notas” cuentan los tres leoneses.

Varias víctimas el día de la reunión con Omella Isabel Infantes

La mayoría de las víctimas reconocen la receptividad y la “cercanía” de la primera autoridad de la Iglesia española, comprometida a actuar y trasladar el relato al propio Pontífice.

“Esto mismo que ha hecho Omella lo podría copiar el obispo de Astorga con las víctimas de su diócesis. Sentarse y mirarnos a la cara, pero nunca ha tenido narices para ello”. También eso tuvo que escuchar el presidente de la Conferencia Episcopal. Como “las burlas” de delegada de atención a las víctimas y protección a los menores de ese mismo Obispado. “Yo soy una de las víctimas del Whatsapp del 21 de diciembre de 2021” le espetó Isidro a Juan José Omella, para explicarle cómo se les comunicó, a él y a Emiliano, la condena a su pederasta.

“A ver cuándo llega el día que ustedes llaman a mi madre y le piden perdón por lo que me hicieron”. Emiliano espera muchas respuestas de una Iglesia que le desamparó por completo cuando era un niño, pero le duele especialmente el sufrimiento de sus padres. Omella reaccionó. “Dígame el nombre y el teléfono de su madre”. Y eso también quedó apuntado en el cuaderno ante el asombro de quien tantas veces ha sido despreciado en el Obispado de Astorga.

A ver cuándo llega el día que ustedes llaman a mi madre y le piden perdón por lo que me hicieron. Y Omella anotó el teléfono

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“Que nos haya escuchado todo un cardenal, la primera autoridad de la Iglesia en España es un hito de una trascendencia bestial” valora Isidro. ¿Espera algo de la reunión?. “Ojalá, tengo mis dudas. Me encontré ante una persona mansa, que dijo sí a todo. Pero hemos conseguido abrir las puertas de una muralla enorme”.

“¿Qué le ha parecido lo que ha escuchado?”, le preguntó otra víctima al cardenal Omella después de cuatro horas intensas, duras, sinceras. “Necesito unos días para asimilar todo lo que he oído” cuentan que contestó.

Por mucho que el presidente de la Conferencia Episcopal haya visto y leído las desgarradoras vivencias de personas con la infancia rota, “no es lo mismo un relato en un periódico o en televisión que estar delante, tener que mirarnos a los ojos y escuchar todo el sufrimiento que hemos pasado” reflexiona Emiliano.

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