Los 14 voluntarios zamoranos de la ONG Acción Norte, a los que se adhirieron un salmantino y un ferrolano, cruzaron ayer la frontera de Polonia con Ucrania por Malhowice para entregar con éxito un cargamento de 23 toneladas de ayuda humanitaria donadas por toda la provincia de Zamora.

Las siete furgonetas y el camión traspasaron la frontera bajo control militar de soldados polacos, de un lado, y de Ucrania al otro. La entrega se efectuaba pasadas las doce del mediodía hora polaca, una hora menos en Ucrania y tras los 3.219 kilómetros que marcaba el contador en el vehículo desde Vigo de Sanabria, y otro tanto desde Muga de Sayago o Benavente y Zamora.

Javier Bodego, presidente de la ONG Acción Norte, quiso trasladar a los zamoranos la seguridad de que todo el material donado se ha entregado directamente al pueblo ucraniano.

VÍDEO | Testimonio del presidente de Acción Norte, el zamorano Javier Bodego, desde Ucrania

VÍDEO | Testimonio del presidente de Acción Norte, el zamorano Javier Bodego, desde Ucrania

“Todos los miembros del convoy hemos sido testigos de que la mercancía ha quedado en manos del pueblo ucraniano y, como nos ha confirmado un capitán del Ejército, el material sanitario va para el hospital de la maternidad bombardeado en Mariúpol. Nos han dado las gracias y ha sido muy emocionante”.

Personas cargando con maletas en la frontera de Ucrania con Polonia Araceli Saavedra

Voluntarios civiles de la milicia ucraniana aguardaban a escasa distancia del punto fronterizo la llegada del convoy bajo vigilancia del ejército ucraniano. La caravana pasó los dos controles de pasaportes, identificación y vehículos a ambos lados.

La única manera de garantizar el traslado con seguridad por territorio en guerra tras la cruenta invasión rusa es con presencia militar. Entre los destinos del material sanitario y médico, para satisfacción de Zamora y la ONG, el hospital infantil de Mariúpol bombardeado por un ejército ruso incompasivo con la vida ajena. Precisamente la salida del convoy, desde Benavente, se producía ese mismo jueves. Uno de los furgones iba cargado de pañales expresamente y otros dos transportaban en su totalidad material sanitario, incluido de cura, y medicamentos.

Ucranianos transitando por las vías Araceli Saavedra

La imagen no puede ser más definitoria de la situación, presencia discreta militar polaca y una nutrida milicia al lado ucraniano. Una carretera amplia con varios carriles bien asfaltada en Polonia y una carretera levantada a propio intento, como camino de carros, con una trinchera en paralelo a la franja fronteriza, varias líneas de milicias en unos cientos de metros y un pueblo al fondo. Tierra negra y tierras de cultivos levantados, cuidados hasta hace poco como un jardín. Fusil ametrallador en Ucrania y algún ciclista polaco ocasional al otro lado.

Los voluntarios de la ONG y del pueblo ucraniano descargaron en primer lugar los vehículos pequeños para dejar el camión para el final, en un lugar habilitado por los voluntarios de la milicia, y que se prohibieron fotografiar. Tampoco salen imágenes de la intérprete que ha acompañado al convoy, una de las que más ha sufrido y que al llegar a la frontera se ha alegrado de estar más cerca de los suyos. Un almacén totalmente vacío se llenaba en menos de dos horas. En medio de la tensión de una guerra hubo saludos, abrazos entrega de detalles y agradecimiento por ambas partes, y también alguna lágrima.

Grupo de voluntarios zamoranos que han entregado el material en Ucrania Araceli Saavedra

Antes de llegar a destino, hubo un intento de cruzar por la frontera en Nyzankowice-Malchowice donde un paisaje espectacular ofrecía las imágenes más tristes de una salida precipitada del país. La última estación de tren de Polonia estaba llena de viajeros a la espera. Un hombre, polaco a todas luces, anda por la vía con un perro y saluda con la mano y con un rostro triste al convoy zamorano. Policía y bomberos polacos mantienen una tensa espera en la zona.

Sobrecoge el silencio y ver a una mujer con su equipaje en absoluta soledad que agradece la preocupación de alguno de los voluntarios zamoranos

A unos kilómetros, por la frontera siguen pasando personas con sus maletas, sus niños y su desesperación. Sobrecoge el silencio y ver a una mujer con su equipaje en absoluta soledad que agradece la preocupación de alguno de los voluntarios zamoranos. Está esperando a que la recojan. Una decena de metros más adelante policía y militares polacos controlan un paso fronterizo donde esperan los que huyen y los familiares y voluntarios.

Dos de los voluntarios españoles, Ismael López Dobarganes y Robert Mulí, de la Fundación Santuario Gaia de Girona, llevan una semana recogiendo refugiados hasta un hotel para que estén atendidos antes de su traslado a España. Ya han salido 10 personas además de sus mascotas, porque no los han dejado atrás, y otras 20 esperan el viaje a España. “Hemos conseguido pagar un autobús que nos ha costado 10.000 euros, que está muy bien porque cuesta 20.000”.

Zona fronteriza de Ucrania y Polonia Araceli Saavedra

Esperaban a una familia de Ucrania con la posibilidad de si alguien más quería ir con ellos. Una de las cosas que más ha sorprendido a estos voluntarios españoles es la fe que mantienen estas personas, incluso rezan cuando viajan en su furgoneta. En una de las iglesias les invitaron a cantar y los mayores hicieron una colecta de 500 euros para ayudar a los refugiados.

“Hemos llegado a menos 16 grados, los voluntarios han estado cortando árboles para hacer fuego" cuenta un voluntario español

Reconocían que ahora la situación había mejorado en cuanto a organización porque la disposición de los voluntarios polacos ha sido absoluta. Se han habilitado unas carpas para mitigar el frío. “Hemos llegado a menos 16 grados, los voluntarios han estado cortando árboles para hacer fuego y que los refugiados puedan entrar en calor hasta que vengan a recogerlos”.

En el mismo punto fronterizo coinciden con el médico español, José Miguel Gaona, de la Fundación de Dream of Healt de Madrid. Se ha desplazado para llevar, a través de un contacto directo, material sanitario muy especializado. “Tenemos experiencia de otras guerras, como Bosnia o Ruanda, donde el material donado acaba en el mercado negro, en manos que no deben, la milicia y el ejército. Dejando al lado cualquier tipo de simpatía, lo que realmente queremos es que llegue a nuestros compañeros médicos”. Como explicaba el médico, el cargamento “es material muy específico, insulina, material quirúrgico, etc. propio de un hospital. Estamos abriendo un corredor sanitario y todas las semanas traemos 20 palés con material. No tiene sentido gastar tanto en transporte cuando hay supermercados donde comprar la comida”.