Los quintos de El Pego han regresado, y lo han hecho cargados de tradición. A cuestas llevan el gallo, las relaciones y la ilusión de un pueblo ansioso de fiesta, que a causa de la pandemia y la escasez de mozos, hacía ya dos años que no se engalanaba para “echarle” las relaciones al gallo y continuar con la tradición de recitarle al mundo qué es lo que ocurre en El Pego.

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GALERÍA | La Carrera del Gallo de El Pego, en imágenes Emilio Fraile

Los protagonistas, los de siempre, los jóvenes. Los quintos esta vez han sido Alma García, Sheila Martínc, Jorge López, Carmen González, Estefanía Riesco, Javier Gómez, Sara Muñoz, Noelia Noreña, Pablo Riesco, Julia Piedra y Antonio Riesco, que se hicieron con el momento, y rodeados de los vecinos, recitaron las relaciones entre vítores y risas, a pesar de la ausencia de Tomás Aparicio, el duodécimo quinto que no pudo estar.

Aún así, fueron once los quintos que se han juntado este año (de dos quintadas), rompiendo el silencio que desde hace dos febreros pesaba sobre El Pego, bien por el COVID, bien porque no había muchachos suficientes.

El Pego saca el gallo y la tradición a la calle

La misa dio inicio a la fiesta, y ya a medio día, los quintos desfilaron vestidos con capas castellanas hacia la iglesia, a caballo, una ceremonia que finalizó con la suelta de las palomas, una tradición ligada a las Candelas, el 2 de febrero, día originario de la celebración que se trasladó para hacer coincidir a la mayor cantidad de gente posible durante el fin de semana.

Una tradición que aunque está muy arraigada, ya no tiene gente, aquejan algunos vecinos sobre la falta de jóvenes cada vez más severa en El Pego. Ahora, afortunadamente, lo corren también las chicas, celebran sobre los nuevos tiempos. Aunque la inmensa mayoría viven fuera y gran parte de los quintos de este año, son los lazos de los abuelos los que los ata a El Pego, al gallo y las relaciones, donde han dado a conocer su historia personal y sus pensamientos a golpe de verso.

El Pego saca el gallo y la tradición a la calle Emilio Fraile

Pensamientos en los que se echa todo lo malo al animal, que cuelga en frente de los quintos y que ya descansa, para evitar el sufrimiento que implicaba el rito más puro.

El gallo continúa siendo el personaje con el papel imprescindible, aunque por necesidades de los tiempos, ha cambiado. Las madrinas de bautizo eran las que antiguamente ofrecían los animales, un sacrificio necesario para desterrar los males. Se mataban como ofrenda y luego, servían como banquete de la celebración. Ahora es uno el que desempeña la función y al que se le evita todo el dolor posible.

El Pego saca el gallo y la tradición a la calle Emilio Fraile

Recitar las relaciones frente al animal es el siguiente paso. El momento álgido de un rito que levanta fervor en El Pego, y que consigue reunir a la multitud para escuchar las composiciones escritas por cada uno de los quintos, en las que hablan de ellos y de su pueblo.

De lo bueno y de lo malo, al son de las carcajadas y ánimos de la multitud, que los arropa desde el suelo. También recitan sobre lo que les preocupa, que en muchos casos ha sido la despoblación. Un momento en el que se vive un silencio sepulcral, y la atención aguarda, clavada en los quintos, que sobre el caballo, recitan sus versos.

Una tradición que sigue viva a través de las pandemias y pese a la escasez de jóvenes. El Pego resiste junto al gallo, al habrá que “echar” las relaciones durante muchos años más.