El Ayuntamiento de Galende ha aceptado en precario la cesión de dos inmuebles que aún se mantienen en Vega de Tera, el refugio y la capilla situados en el entorno de Presa Rota, acuerdo que se tomó en la última sesión plenaria.

Tras varias reuniones entre los miembros de la Corporación y la titular de las edificaciones, Endesa Generación, la empresa presentó una propuesta de rehabilitación y uso por parte del Ayuntamiento de Galende, tanto del refugio como de la ermita. La propuesta de cesión temporal, 30 años, será gratuita y condicionada de los dos inmuebles se presentó el 17 de septiembre del pasado año.

Capilla de Vega de Tera Araceli Saavedra

La condición aceptada es la rehabilitación de las dos construcciones con fondos municipales, la obra social de la empresa pública hidroeléctrica, empresas –como la propia Endesa- y la aportación de otras administraciones.

La Alcaldía inició en octubre el expediente de aceptación de los dos inmuebles, asociados a la concesión administrativa de producción eléctrica otorgada en marzo de 1943 a la empresa Moncabril y figuran inscritos en el Registro de la Propiedad de Puebla. Los técnicos de Urbanismo de la Diputación provincial han emitido informe en diciembre con la prescripción de que las obras tienen que estar sujetas a AUSR y a la autorización previa de la sección de Espacios Naturales de Zamora.

Interior del refugio de Vega de Tera Araceli Saavedra

El edificio del Refugio es la única construcción que permanece en pie relacionadas directamente con la construcción de las presas del sistema Moncabril, con vistas a la presa rota de Vega de Tera. Usado como refugio de pescadores y como refugio de montaña presenta un estado lamentable por el abandono, la falta de conservación y el uso incivilizado por parte de determinados montañeros, turistas y excursionistas. El edificio se levantó en la década de los años 50.

Interior del refugio de Vega de Tera Araceli Saavedra

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La pequeña ermita o capilla fue construida en la década de los 50 para cumplir con las obligaciones religiosas del régimen franquista impuestas a los obreros que vivían en los barracones de la sierra. Estaba atendida por un sacerdote jesuita. En estos momentos destaca por su singular arquitectura y sobresale por el paso de los bárbaros que con independencia de las creencias o no han desmantelado el interior. Se ha convertido en establo y refugio de vacas y fauna salvaje en días de climatología dura.

De los barracones construidos para los obreros que ejecutaron las obras no queda nada, ya que se derribaron las ruinas que quedaban en pie en los años 90.