La Diputación de Zamora subastará mañana una trufa de 250 gramos, con certificación ecológica, obtenida junto con otras de distintos tamaños en una parcela del Vivero Provincial, donde el Servicio de Agricultura y Ganadería de la institución lleva investigando desde hace más de diez años las posibilidades de este cultivo en la provincia, mediante micorrización en árboles.

La subasta tendrá lugar mañana viernes, en la Diputación Provincial a las 13:00 horas y se realizará entre los hosteleros de la provincia, con el fin de fomentar el cultivo y el consumo de este hongo por la población, con un precio de salida de 250 euros. El resultado de la subasta se destinará a fines benéficos a favor de Cáritas Diocesana de Zamora, y los participantes podrán inscribirse antes de la misma hasta las 12:30 h. en la entrada del salón de plenos de Diputación de Zamora. La entrega del hongo al adjudicatario de la subasta se efectuará una vez abonado el precio de adjudicación a Cáritas Diocesana.

Se trata de una de las trufas recolectadas con mayor tamaño el pasado 25 de enero en la parcela del Vivero Provincial de la Diputación de Zamora, y tiene un diámetro de más de 10 cm. y un peso superior a 250 gramos. Cuenta con la certificación ecológica y se encuentra en su óptimo grado de madurez. Kaira, un perro de aguas, fue quien la encontró.

Hallazgo de la trufa negra.

Diecisiete años de investigación

El proyecto de cultivo de trufa en la provincia de Zamora comenzó a desarrollarse en el año 2005, con los trabajos de micorrización mediante la inoculación de planta forestal (quejigos) con trufa que se realizaron en el Vivero Provincial por personal del Servicio de Agricultura de la Diputación, dirigidos por Berta Martín, ingeniera de Montes y técnica del servicio,  en colaboración con la Universidad de Valladolid. Posteriormente, en 2006, una vez controlada la calidad de la planta y el grado de micorrización, se instalaron las primeras parcelas experimentales en la localidad de Aspariegos (2 has) y en el Vivero Provincial (1,7 has), ambas en producción actualmente. Estas parcelas forman parte de una red experimental de planta micorrizada puesta en marcha desde la Diputación de Zamora, que actualmente cuenta con más de 50 has. de truferas distribuidas por toda la provincia.

Zamora con un medio natural extraordinario y asombrosamente variado, que ha logrado conseguir y mantener a lo largo de siglos, era la candidata perfecta para intentar conseguir la producción de la trufa en las zonas donde el suelo y la climatología son compatibles con la supervivencia de la especie.  Hay que tener en cuenta que el cultivo de la trufa entraña especial dificultad cuando las condiciones edáficas y climatológicas no son adecuadas a sus necesidades. Para intentar solventarlo, la mano del hombre ha logrado modificar algo estos parámetros, principalmente mediante el riego y el manejo del suelo, lo suficiente como para conseguir lograr la instalación y fructificación de éste hongo en determinados territorios.

De este modo, y a pesar de que en la provincia la trufa negra (Tuber melanosporum) no está descrita de forma natural, sin embargo, tiene posibilidades de obtenerse, como lo demuestran los primeros resultados logrados en el Vivero Provincial, donde se van a seguir cosechando hasta marzo los 600 quejigos micorrizados.

La trufa transformadora de la economía local

Dentro del amplísimo abanico de productos que se pueden englobar dentro de la micología, la trufa negra destaca como estrella absoluta. Para los especialistas en estos hongos, cada suelo, clima y variedad de trufa confieren identidad y posibilidades gastronómicas diferenciadas. Por ello, esta especie tan apreciada tiene, por si sola, el poder de transformar de forma radical la economía de las zonas rurales donde habita o donde se logra cultivar.

Los trabajos de experimentación llevados a cabo por la Diputación de Zamora tienen como objetivo favorecer el cultivo de esta especie en territorios marginales, con una acusada tendencia a la despoblación y que aún conservan sus características naturales prácticamente intactas. Estos territorios deprimidos que merecen una oportunidad de desarrollo y un esfuerzo de conservación, tanto de su patrimonio natural, como de su modo de vida tradicional y de su propia población, son el destino perfecto de los proyectos experimentales de producción de una especie como la trufa.