Después de dos años, Benegiles ha recuperado la subasta de San Antón. Un momento esperado por los vecinos, que como manda la tradición, se han volcado con su tierra.

Esta cita ha sido acogida como un primer acercamiento a la normalidad, un nuevo paso hacia adelante que se ha tomado con la precaución a la que no se puede renunciar en estos días.

A pesar de lo comedido, la subasta ha sido un éxito. Las donaciones de los vecinos no se han hecho de rogar, y las ofrendas, como manda la tradición, han sido despachadas a la puerta de la iglesia y adjudicadas felizmente al mejor postor.

Lo recaudado irá a parar al mantenimiento y restauración del templo de Benegiles, una bolsa común que consigue mantener la iglesia preparada para los imprevistos, y siempre lista y engalanada para las celebraciones.

A pesar de las mascarillas y la distancia, la afluencia ayer fue buena, y es que parece que ningún vecino ha querido perderse la subasta, un acto de vuelta a la normalidad que recuerda que el fin de la pandemia está cada vez más cerca.

Benegiles celebra San Antón con un programa ajustado y medido, a la espera de que tiempos mejores regresen para el año que viene, cuando las tradiciones –esperan– se reanuden en todo su esplendor.