El Ayuntamiento de Fonfría, que preside Sergio López Vaquero, afrontará a lo largo de este año la restauración y recuperación de los únicos hornos comunales alfareros de Moveros de Aliste como unos de los elementos más importantes del patrimonio material e inmaterial de La Raya de España (comarca de Aliste) y la región de Tras Os Montes y Alto Douro.

La iniciativa ha sido presentada por la alcaldesa pedánea de Moveros Marta Pelayo Vicente recogiendo los deseos y pretensiones de los vecinos de la tercera edad, abuelos y abuelas, hoy nonagenarios y octogenarios, que vivieron en sus infancias los momentos de mayor actividad y esplendor de la alfarería tradicional y quieren que dichos elementos recobren la vida para así poder transmitir el oficio más importante e histórico del pueblo a las nuevas generaciones.

Los hornos a restaurar y recuperar serán los de “Santa Catalina” que se encuentra situado en la salida de Moveros hacia Brandilanes, y el de “Las Vegas”. Se trata de los dos únicos hornos tradicionales comunales que existieron. La inversión ascenderá a 15.000 euros y se cuenta con la ayuda del grupo de acción local Adata vía programa Leader. La iniciativa nació en 2019 pero se ha ido retrasando a causa de la pandemia del Covid-19.

Los hornos a restaurar y recuperar serán los de “Santa Catalina” y el de “Las Vegas”

Son hornos construidos en piedra y utilizados hasta hace varias décadas para cocer utensilios de arcilla, en una localidad la de Moveros, con una gran tradición de trabajos con este material: “La realidad es que actualmente se encuentran en bastante mal estado de conservación, de ahí la necesidad de su restauración” para evitar su desaparición

Los hornos tienen forma cilíndrica y están formados por muros de piedra colocada con barro, contando con un revestimiento del mismo material por la cara interior. En la parte interna se encuentra una peculiar piedra también cilíndrica en el centro del horno, sobre la que se apoyan unos arcos realizados con ladrillos macizos que servían de apoyo para colocar las piezas de barro a cocer y separarlas de la hoguera que se realizaba en la parte inferior. Los trabajos que se afrontarán consistirán en rejuntar con barro el muro de piedra por la cara exterior y retirar el revestimiento interior en mal estado para aplicar otro nuevo, también de barro, para devolverlos los más fielmente posible a su estado original. Los arcos interiores, tendrán que ser restaurados en uno de ellos y realizados totalmente de nuevo en el otro, ya que en la actualidad no existen.

Uno de los hornos comunales que será restaurado. | Ch. S. Chany Sebastián

Para proteger los hornos de las inclemencias atmosféricas y conservarlos el máximo tiempo posible, se realizarán sendas cubiertas con una estructura de madera y acabado en teja cerámica, quedando protegidos pero accesibles a quien los quiera visitar. La madera de la estructura se colocará con un tratamiento para soportar las inclemencias climáticas, que deberá ser renovado cada cierto tiempo durante los años venideros. Se colocarán señales informativas para la localización de ambos hornos, así como un panel informativo en cada uno de ellos, con fotografías e historia de los mismos.

Ya Pascual Madoz señalaba la importancia alfarera de Moveros de Aliste en unos tiempos en que contaba con 103 almas. El día 31 de diciembre de 1956 Moveros era un pueblo vivo e importante con 352 habitantes de hecho y 440 de derecho, siendo por aquel entonces su actividad y oficio más importante el de la alfarería tradicional que era desarrollado exclusivamente por las mujeres de la localidad.

Los hombres históricamente se encargaban de tareas auxiliares tales como la extracción y preparación del barro (arcilla) y de la cocción en los hornos. La arcilla se extraía del pago “Los Barreros” de Ceadea y una vez trasladado al pueblo se extendía para su oreo sobre la “Peña el Caño”.

Moveros fue durante siglos el pueblo que abasteció a la mayoría de los pueblos de Aliste y Tras Os Montes de los elementos de la “alfarería del agua”, así conocida por tratarse de los utensilios utilizados por las familias tanto en la vida doméstica casera como en la puramente campera.

Las piezas más características eran y son el “cántaro” y la “barrila” con las cuales se iba a buscar el agua a las fuentes públicas para luego depositarse en la “Cantarera”, un banco con soporte para dos cántaros y una barrilla. Cántaro y barrila se utilizaban también en el campo en verano durante la siega, acarreo y trilla pues entre sus características estaba la de conservar el agua relativamente fresca aún en épocas de fuertes calores.

Horno de Moveros que se restaurará Ch. S.

Fonfría asume las obras con la ayuda de Adata y 15.000 euros de inversión

Las mujeres eran conocidas como alfareras y cacharreras y, tras vivir entre barro y cacharros su infancia, solían iniciarse en el oficio a los 14 años, necesitándose 24 meses para ser profesionales. Se empezaba a ensayar con las tapaderas (pieza del principiante), pasando luego a las barrilas y botijos, antes de atreverse con lo más difícil: los cántaros y las tinajas. La alfarería de Moveros vivió uno de sus puntos álgidos tras la Guerra Civil pues hubo un incremento de población muy elevado y con la construcción del salto de Ricobayo entre 1929 y 1934 la actividad alfarera más cercana, la de Muelas del Pan, prácticamente llegó a la extinción.

Por norma general los hornos de Moveros estaban capacitados para cocer de una sola vez 60 cántaros y 50 barrilas

Los hornos eran parte vital de la alfarería y a la cocción se le denominaba “enfornar”. Primero se colocan los cántaros, barrilas y ollas y sobre ellas una capa de “cacos” (trozos de cerámica rotos). La “cochura” de los cacharros tenía lugar en la anochecida para poder observarse mejor las luces y la evolución del fuego en el horno durante aproximadamente cuatro horas. La acción de “esfumar” es la de ir introduciendo en la parte baja del horno la leña, primero poco a poco y después de golpe. Por norma general los hornos de Moveros estaban capacitados para cocer de una sola vez 60 cántaros y 50 barrilas en los más pequeños, pudiendo llegarse a 80 cantaros y 80 barrilas en los grandes. No se sacaban hasta el día siguiente que ya estaban bien fríos. La “loza cruda” era aquella que salía menos cocida.

En la primera cocida de la temporada, era costumbre, “se solía hacer una quema en vacío para darle la calentura y así quitarle el frío del invierno”. Cada alfarera solía hacer alrededor de 9 cocidos al año, lo cual equivaldría a alrededor de 1.080 cacharros (540 cántaros y 540 barrilas): con lo cual salían a 2,9 piezas por día. Tras la Guerra Civil llegó a contar con 25 alfareras y en 1973 ya solo quedan 10. Carmen Prieto Pino fue una de las últimas y sus hijos Francisco y Mari Carmen son ahora los últimos alfareros del siglo XXI y los encargados junto a sus familias de mantener viva la única tradición alfarera de la Raya de Aliste y Tras os Montes. El pueblo al menos con 483 años: en 1538 aparece en un deslinde portugués como Moveros. Hoy cuenta con 86 vecinos empadronados.