Un médico de origen sanabrés podría llegar a tener una calle en Sevilla. El fallecimiento de Ismael Yebra Sotillo a los 66 años de edad ha llevado a varias voces ilustres de la capital andaluza a solicitar un reconocimiento de este tipo para un personaje muy valorado tanto por su humanidad como por su profesionalidad en distintos campos. Igual que los hombres del Renacimiento, cultivó tanto las ciencias como las letras y las artes, y triunfó como médico y como escritor.

Aunque Ismael Yebra Sotillo nació en la ciudad hispalense en 1955, creció y vivió fiel a sus raíces sanabresas. Su madre, Francisca Sotillo, emigró al sur en 1928 desde Rábano de Sanabria, era solo una niña pero de mayor se iría a enamorar de otro sanabrés emigrado a Sevilla, Daniel Yebra, que llegó en 1940 desde Barrio de Rábano a sus 22 años. Ambos murieron cuando él aún era una criatura que crecería junto a su hermano mayor José Yebra Sotillo y a su tío materno, Ismael Sotillo Gago.

A pesar de la prematura pérdida de sus padres él siguió visitando su tierra sanabresa cada año. Su casa de Rábano de Sanabria era su lugar preferido para el veraneo, junto a su mujer Victoria y sus hijos Victoria y Daniel.

Siguiendo los pasos de su tío y mentor, ingresó en la Facultad de Medicina de Sevilla en 1972 y se especializó en Dermatología trabajando en el Hospital Virgen Macarena. Ejerció la docencia universitaria en su especialidad y llegó ser uno de los profesionales de la piel más reputados de toda la ciudad. Su fama entre los sevillanos llevaba a más de un paciente a pararlo por la calle para que le examinara esta verruga o este lunar, sabiendo de la bonhomía del doctor de origen sanabrés, que nunca diría que no a esas consultas improvisadas y gratuitas.

Su segunda vocación era la escritura, y sus mayores aficiones los toros y el arte sacro, especialmente el que encontraba en sus frecuentes visitas a los conventos y monasterios de clausura. Él era uno de los seglares que mejor conocía estos espacios ocultos al mundo, unas microsociedades que el médico y literato reflejó en libros como “Sevilla en clausura” o “Entre monjas y frailes”.

La excelencia de su labor en dos disciplinas tan diferentes como la dermatología y la literatura le hicieron ganar dos merecidos asientos de académico, uno en la Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla y otro en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, institución esta última que presidió en su último año de vida, a la vez que luchaba contra una dura enfermedad que acabó por vencerle el pasado 23 de diciembre de 2021.

Entre su legado literario también hay un libro dedicado a su tierra de origen: “Viaje a Sanabria”, publicado en 2005. Esta obra, y el arraigado vínculo de Ismael Yebra con esta comarca zamorana le hicieron merecedor de la “Cúpula Gallonada de Zamora”, un reconocimiento del Área de Emigración de la Diputación Provincial de Zamora que el médico y escritor recibió en 2016 en la Casa de Castilla y León en la ciudad hispalense, de la mano del diputado José Luis Bermúdez y de Modesto Espada, el gaitero de Pedrazales, otro sanabrés residente en Sevilla.

Entre sus publicaciones también hay varios manuales de dermatología, libros como “Pueblo cercano, Umbrete en el paraíso”, dedicado al pueblo de su esposa, “El libro como arma terapéutica”, “Un hombre, una pasión, una ciudad” o “Sevilla vista desde la Alfalfa”, en el que retrata el pintoresco barrio de su infancia, en pleno casco antiguo de Sevilla, donde su hermano José abriría una taberna en la que se celebraba una tertulia literaria. También coordinó la obra coral editada con motivo del cincuentenario del fallecimiento del poeta sevillano Luis Cernuda (1963-2013). Ademas de libros, escribió durante muchos años artículos de opinión para el periódico Diario de Sevilla.

Sus conocidos le describen como un hombre “de carácter reservado, silencioso”, que en la intimidad construida sobre la amistad se abría para compartir su vasto conocimiento –e incluso para cultivar el arte del cante jondo, aunque fuera en contadas ocasiones–, un cualidad más que recuerda a sus orígenes zamoranos y sanabreses. Y es que a pesar de su acento, de su amor al barrio de la Alfalfa y el cariño que siempre le brindaron sus paisanos sevillanos, Ismael Yebra Sotillo jamás dejó de ser sanabrés.