La soledad es el precio que muchas ancianas pagan por su independencia. Vivir en su casa de siempre, en el pueblo, es el deseo de muchas de las personas mayores de los pueblos de Zamora, que a pesar de su avanzada edad, disfrutan aún de los días en el pueblo en el que nacieron, y que quieren seguir haciéndolo muchos años más.

Son muchas las mujeres que experimentan la soledad de muchas maneras. No tener con quien charlar o quien les llame, construye una capa hermética difícil de romper.

Mariana Calvo Pérez es una de las ancianas que reside sola en su domicilio de Morales del Vino, donde desde hace unos años ha conseguido romper parte de la soledad que conlleva vivir de manera independiente a su avanzada edad. Y es que Mariana es una de las usuarias de Cruz Roja, donde participa hasta en tres programas: un taller de memoria en el que se reúne cada lunes con sus vecinos, la teleasistencia, gracias a la que siempre hay alguien conectado a la otro lado del teléfono y el servicio de promoción de la vida social, por el que Dina, voluntaria, la visita regularmente.

Cruz Roja atiende a los ancianso solos José Luis Fernández

La asistencia hace sentir a Mariana “más tranquila”, según ella misma explica. Los voluntarios le dan “mucho cariño”, cuenta Mariana, que además recibe llamadas de manera regular de la teleasintencia para comprobar que se encuentra bien “me pone muy contenta cuando me llaman”.

Este sentimiento es generalizado. “Ellas se sienten más seguras”, explica Luis Güete Tur, técnico de Cruz Roja responsable de provincia. Y es que la mayor parte de integrantes del programa son mujeres que viven solas, indica. La voluntaria Dina, por su parte, habla siempre en femenino, pues son ellas las que más conviven con la soledad. Mariana resiste en su vivienda en Morales, no quiere ir a una residencia “ni loca”.

Cruz Roja atiende a los ancianso solos

Ella se siente bien en su casa. Si algo ocurriera, solo tendría que pulsar un medallón que siempre usa de colgante para llamar a un centro de control de Cruz Roja a nivel regional. El de Castilla y León está en Valladolid, donde hay asistencia 24 horas los 365 días del año, siempre atentos a una posible alerta. Aunque la mayoría suelen ser pequeños sustos o “ganas de hablar”, explica Güete, en caso de que algo ocurriera, desde la teleasistencia avisarían a personas de contacto como vecinos, familiares cercanos, médicos de urgencia o la propia red de Cruz Roja local. En situaciones especiales puede solicitarse la colaboración de las fuerzas de seguridad para que la persona sea atendida lo más rápido posible.

“Muchas veces no es nada”, explica Güete, pero los usuarios sin duda “se sienten más protegidos” con alguien al otro lado del teléfono, o incluso, de la mesa camilla, como es el caso de Mariana, que disfruta del acompañamiento de Dina, voluntaria de cabecera de la zamorana. El programa con voluntarios busca mejorar las relaciones sociales de las personas mayores. Pero también implica un papel social de acompañamiento, el voluntario hace un seguimiento a través de visitas periódicas .

Cruz Roja atiende a los ancianso solos JOSE LUIS FERNANDEZ

El voluntario suele estar afincado en un municipio, donde crea una red entre los vecinos para animarlos a salir de casa, una carencia presente en la mayoría de las personas mayores que incluso tras la pandemia pasan aún más tiempo recluidos en sus salones. También hay rutas especiales para llegar a municipios más alejados o remotos.

“No estamos en el mejor momento”, confirma Güete, por lo que el seguimiento es más importante que nunca “se han aumentado el numero de visitas y llamadas”. Un cuidado que va más allá, porque Cruz Roja también acompaña a Mariana a las consultas médicas, casi, como si de familia se tratase. La relación entre voluntarios y mayores es estrecha y especial. “Hay cosas que solo me cuentan a mi”, explica Dina sobre algunas de sus usuarias, que le revelan secretos y preocupaciones que no comparten con sus hijas, “se relajan”, cuenta. Pero Mariana rectifica, “nos desahogamos más”, y es que como explica Luis “la relación parte de otro punto”.

“Cuando estás sola recuerdas todo lo malo”, sopesa Mariana sobre el precio de seguir siendo independiente. “Aquí estoy solica, sin nadie”, resopla, mientras Dina le recuerda que “de sola, nada”.