Mariana Fraile cumple hoy en su casa de Sejas de Aliste 106 años junto a su hijo Ricardo y su nuera Manuela. Con un siglo y seis años a sus espaldas es en estos momentos la mujer de mayor edad de toda la comarca, la “abuela de Aliste”, y testimonio vivo de la historia de esta tierra desde tiempos de Alfonso XIII hasta la era post-Covid actual.

Aunque ya le fallan el oído y la vista, gozó de una salud envidiable hasta más allá de los cien años, y sus ojos vieron caer y levantarse distintos regímenes políticos. Nació en un pueblo con muchas necesidades pero lleno de gente, y vivió la llegada a Aliste de adelantos como la electricidad, el teléfono o el agua corriente al tiempo que los pueblos se iban vaciando de vecinos a causa del éxodo rural y la emigración, que ella misma experimentó en primera persona.

Con tan solo 15 años, el 2 de noviembre de 1931, dejaba atrás su casa y su pueblo natal para viajar junto a otra moza de Rábano y un pariente lejano llegado de Viñas, con la meta de buscarse la vida al otro lado del mundo, en la Argentina. Su padre había fallecido y su madre, Ramona, sabía que la niña tendría mejor porvenir en las Américas, pero Mariana solo pensaba en lo que abandonaba: su familia, su pueblo, sus amigas junto a las que acababa de protagonizar la comedia “La estrella de Sevilla”.

Aunque la despedida fue difícil, Mariana pudo encontrar su hueco en Buenos Aires. Su primer destino fue servir en la residencia de un médico y su mujer en la Avenida Ribadavia. La joven Mariana estrechó fuertes lazos con este matrimonio, hasta el punto de que ambos murieron en sus brazos, después de haberlos cuidado hasta el último de sus días.

Más tarde trabajaría como dama de compañía en una familia de millonarios, judíos de origen alemán. Mientras España y Europa estaban devastadas por las guerras, Mariana vivía entre la alta sociedad porteña, un mundo de color y abundancia que, lejos de sufrir por la contienda, sacaba buenos réditos de ella exportando grano al viejo continente, el negocio al que se dedicaban sus propios jefes.

Incluso los momentos más difíciles de esa etapa de su vida permanecen grabados como hilarantes anécdotas en la inagotable memoria de Mariana. La familia a la que servía solía pasar los veranos en Montevideo, y ella tuvo que aprender a nadar por si alguna vez era necesario rescatar a los niños en la playa. En una ocasión cruzando el Mar de Plata, el día de la Inmaculada –verano en el hemisferio sur–, el barco fue golpeado por un fuerte tifón “que puso el suelo en el techo” haciéndoles temer por sus vidas. Mariana presume de haber sido la única que consiguió no marearse en el aparatoso viaje.

A los 32 años se prometió con Darío, un aviador que le enseñaba el cielo desde la avioneta que conducía en el club de deportes. Pero cuando todo en la vida le sonreía, Mariana recibió una carta desde Sejas que no traía buenas noticias. Su hermano Andrés le advertía que a su madre se le acababa la vida, y ella lo dejó todo atrás para despedirse de su mamá.

Afortunadamente, su madre se recuperó de la enfermedad y pudo vivir 21 años más, pero necesitaba de alguien que la cuidara y Mariana se debía quedar en Sejas mientras su hermano emigraba a Brasil. Darío escribía y enviaba retratos, pero la correspondencia se alargaba cada vez más en el tiempo hasta que dejó de llegar. “Se me vino en el mundo encima”, recuerda. Era 1948, habían pasado 17 años de su partida y llegaba desde el centro de Buenos Aires, una urbe del primer mundo, a una aldea aún más empobrecida que la que recordaba de su infancia.

Tocaba volver a empezar de cero, labrando la tierra y sacando al ganado por los montes de Sejas, cuidándose del lobo, trabajando sin descanso. Pero a pesar de todas sus dificultades, Mariana salió adelante cuidando ella sola de su madre y de su hijo, Ricardo, que vino al mundo en 1950. Todo gracias a su espíritu trabajador, a su carácter inquebrantable, a su salud infatigable, sin regalos ni ayudas.

Ahora cuenta con el cariño de su hijo y de su nuera, de sus nietos Noemi y Héctor, de su nieta política Beatriz, de sus biznietos Alexia, Ariadna y Ander, y de tantos vecinos de Sejas que le brindaron un sincero homenaje el día de su 100 cumpleaños, en 2015. A partir de hoy, Mariana, ya va a por los 107.

Mariana Fraile en la celebración de su centenario, en 2015. | Cedida