Ignacio Carrijaco, el ganadero de Revellinos que perdió 28 ovejas en un ataque de lobos en su explotación, se ha encontrado con un portazo de la Administración a la hora de solicitar la indemnización por los daños sufridos. La Junta de Castilla y León, que hasta ahora venía abonando en menos de 15 días las compensaciones por los ataques que ocurrían en las Reservas Regionales de Caza –Revellinos está en la zona de las Lagunas de Villafáfila–, ahora no quiere pagar hasta que la Audiencia Nacional decida si mantiene en vigor la orden ministerial que convierte al lobo ibérico en especie protegida en toda España.

Hasta que el juez determine si suspende cautelarmente la orden de la ministra –tal y como solicitan Castilla y León y el resto de comunidades loberas– los ganaderos de los pueblos de las Reservas Regionales se encuentran en un “limbo legislativo” en el que ninguna Administración les ampara. Si por el contrario, la protección del lobo se mantiene definitivamente, el calvario de los ganaderos podría alargarse aún más, mientras se define el nuevo mecanismo de cobro y quién debe pagar las indemnizaciones: si las autonomías o el Ministerio de Transición Ecológica, que es el estamento que ha otorgado la protección al cánido.

Mientras tanto, nadie compensa a los ganaderos por los daños causados por el predador. Ignacio Carricajo se tenía que desplazar ayer desde Revellinos hasta Zamora para registrar en el Servicio Territorial de la Junta los documentos que demuestran las pérdidas originadas por el ataque del pasado 6 de noviembre y una queja.

Normalmente, los papeles para solicitar las indemnizaciones se entregaban en Villafáfila a la Dirección de la Reserva Natural de las Lagunas, pero allí se han lavado las manos.

Las pérdidas, además, han ido creciendo en las últimas semanas. No solo han muerto 28 ovejas embarazadas y medio centenar de corderos que el ganadero iba a vender en navidades, cuando mejor se pagan, también se han producido diez abortos entre las ovejas supervivientes, afectadas por el estrés durante el ataque, y ha disminuido la producción de leche en su cabaña por el mismo motivo. En suma, Ignacio Carricajo calcula que el daño económico producido por el lobo en su explotación de Revellinos supera los 14.000 euros.

Ante el lavado de manos de las administraciones públicas, la única ayuda ofrecida al ganadero ha partido del sector privado, concretamente de la cooperativa zamorana Asovino, que se ha ofrecido a pagar los daños a pesar de que este ganadero en concreto no era socio de la empresa.

En la misma situación de desprotección se encuentran todos los ganaderos de la Reserva de las Lagunas de Villafáfila y los de la Reserva Regional de Caza de la Sierra de la Culebra si se producen más ataques en estas zonas, o en otras reservas al norte del Duero como las de los Ancares o Mampodre, en León, o la de Fuentes Carrionas en Palencia.

Fuera de las reservas, al norte del Duero los ganaderos pagan un seguro privado que se hace cargo de las indemnizaciones. Aquellos que tienen sus explotaciones en las reservas de caza gestionadas por la Junta de Castilla y León, sin embargo, carecen de seguro porque los dos pagos son incompatibles. Pagaba Medio Ambiente, y lo solía hacer con celeridad. El 22 de septiembre, sin embargo, el lobo dejó de ser especie cinegética y las reservas de caza ya no se hacen cargo de los daños que cause el cánido, pero nadie avisó a los ganaderos de estas zonas particulares que quedaban desprotegidos.

El dramático caso de Revellinos es el que ha destapado esta situación de indefensión de los ganaderos de las reservas, y ha sorprendido incluso a las organizaciones agrarias, en este caso a COAG, de la que es afiliado Ignacio Carricajo. El sindicato ha exigido a la Junta de Castilla y León que suscriba con carácter retroactivo medidas de compensación de daños a cualquier ataque que se produzca en las reservas desde el día 22 de septiembre hasta el momento en el que se resuelva el litigio judicial con el Ministerio de Transición Ecológica.

Al sur del Duero, la Administración autonómica es la que paga las indemnizaciones por todos los ataques que se producen, puesto que en ese territorio el lobo ya era una especie protegida antes de la orden ministerial. La misma cobertura se podría extender al norte del río hasta que los tribunales aclaren el estatus del cánido.

En la batalla judicial las organizaciones agrarias sí han cerrado filas con la Junta de Castilla y León y los gobiernos regionales de Galicia, Asturias y Cantabria. El objetivo común es tumbar la orden ministerial de Teresa Ribera que otorga la máxima protección al lobo tanto al sur como al norte del río, prohibiendo no solamente la caza, también se hacen prácticamente imposibles los controles de la especie por parte de la Administración.

El pasado 26 de octubre la Audiencia Nacional admitió a trámite el recurso interpuesto por los servicios jurídicos de la Junta de Castilla y León y abrió la tramitación de la pieza que podría llegar a suspender de forma cautelar los efectos de la orden ministerial.

Los mastines frenan un ataque del predador en Villalba, que se salda con tres ovejas muertas

El lobo volvió a actuar en la madrugada del miércoles en una explotación ganadera del entorno de la Reserva de las Lagunas de Villafáfila, concretamente en el término municipal de Villalba de la Lampreana.

Los cánidos entraron en la granja de Álvaro Fernández, un ganadero de ovino, e hirieron de muerte a tres ovejas. Las consecuencias del ataque podrían haber sido mucho mayores de no haber sido por la valentía de los mastines del ganadero, que defendieron al rebaño como si fuera suyo.

Dos de los tres perros presentaban ayer secuelas de la brega, como heridas en las patas y el cuello, de las que se recuperarán gracias a los cuidados veterinarios y de su agradecido dueño.

Uno de los mastines de la explotación de Villalba con heridas leves tras enfrentarse al lobo. A. F.

Igual que en el caso de Revellinos, las ovejas muertas estaban embarazadas y próximas al parto, lo cual incrementa las pérdidas económicas. Aún queda por saber en qué medida afectará el miedo al resto de la cabaña, si se producirán abortos o una disminución en la cantidad de leche ordeñada a lo largo de los próximos días.

Al menos, la acción de los mastines evitó que además de las tres ovejas mordidas murieran muchas otras por asfixia, como suele suceder en este tipo de situaciones.

Una de las tres ovejas muertas en el ataque del lobo a una explotación de Villalba de la Lampreana. A. F.