Vicente González Eguren – Trubia (Asturias), 1958– es Doctor en Veterinaria por la Universidad de León, donde ocupa la plaza de profesor titular del Departamento de Producción Animal. Académico de Número de la Academia de Ciencias Veterinarias de Castilla y León, González Eguren es Director Académico del Máster en Gestión y Conservación de Fauna Salvaje y Espacios Protegidos. Ha participado en proyectos de investigación relacionados con la fauna silvestre y acredita numerosas publicaciones en revistas nacionales e internacionales. Especialista en gestión y conservación del lobo ibérico, entre sus libros destaca “La ganadería y el lobo en España” donde profundiza sobre un conflicto sin resolver.

–Como tantos naturalistas y especialistas en fauna salvaje usted encontró inspiración en Félix Rodríguez de la Fuente, ¿qué cree que hubiera pensado hoy sobre las disputas en torno al lobo durante todos estos años?

–Ahora no podemos valorar igual las opiniones que tenía Félix en aquella época, pero la filosofía era que el lobo cumplía su función y no era tan malo como querían hacernos ver, pero también abogaba por un control. Su trabajo fue muy positivo para cambiar la visión que tenía el hombre sobre el lobo como un ser maligno, la encarnación del mal y todo lo negativo. Hoy ocurre lo contrario, se quiere mitificar al lobo con el argumento de que tiene una función imprescindible en la dinámica de los ecosistemas.

Los censos cada vez son más precisos y siempre comedidos

–Pero todo ha cambiado.

–La mayoría de los ecosistemas que tenemos en España están transformados por el hombre, son agroecosistemas como las dehesas o los pastizales. Incluso espacios protegidos como el Parque Nacional de Picos de Europa, creado por actividades humanas como la ganadería y la actividad cinegética. Pero hoy el planteamiento es casi el contrario, ya que se empieza prohibiendo la caza del lobo y al final se va a prohibir la caza de todas las especies. Es necesario comunicar al habitante del medio urbano que hay que controlar a las poblaciones.

–¿Por qué el lobo genera tanta controversia, desde los odios más enconados hasta la atracción más incondicional?

–Se ha elegido como emblema de la naturaleza en nuestro país. Podríamos haber elegido al oso o al lince, pero estas especies están más localizadas en determinados territorios, el número de individuos es pequeño y siguen una estrategia reproductiva diferente. El lobo, quizás por lo demonizado que estuvo y porque está presente en un territorio mucho más amplio, suscita más interés. Es un superdepredador, situado en la parte superior de la pirámide trófica y además hay propietarios de perros que quieren ver al lobo como una extensión de su mascota.

–Es indudable que la especie genera un atractivo y en ningún caso deja indiferente.

–Atrae a la mayor parte de la población urbana, aunque hay un desconocimiento de lo que es la especie y las características que tiene como predador. El lobo realmente es un oportunista que ha sobrevivido porque se adapta a todo. Puede adaptarse a consumir carroña y estar merodeando entre explotaciones en Galicia y en Castilla y León, supo adaptarse a la zona cerealista de Tierra de Campos. Porque el lobo no solamente consume grandes ungulados con grandes manadas, se adapta de mil formas y no tiene ningún problema. Creo que hay mucho desconocimiento detrás de las posturas que existen en relación con el lobo.

El lobo realmente es un oportunista que ha sobrevivido porque se adapta a todo

–Es incuestionable que hay una visión muy diferente de la especie desde el entorno urbano respecto al medio rural.

–Los habitantes del medio urbano no convivimos en el día a día del medio rural, que en muchas zonas es muy duro. Ir al campo un fin de semana e intentar ver al lobo puede ser emocionante. Es muy fácil decir, quiero tener lobos para ir a verlos cuando me apetezca. ¿Y por qué igual que prohibimos la caza, no hacemos lo mismo con la observación evitando que el lobo se convierta, como en Yellowstone, en un escaparate para ir a ver las manadas y convertir eso en una atracción turística?. Si de verdad valoramos a la especie no podemos interaccionar continuamente con ella, porque sino puede ser otra cosa distinta a eso que queremos que sea el gran predador. El doctor David Mech, experto mundial del lobo, no tiene ninguna duda de que hay que hacer una gestión de las poblaciones mediante la caza o con el control de poblaciones, siempre respetando que su presencia puede ser incompatible en determinados lugares, como puede ocurrir en las zonas de dehesa de Extremadura o el ovino de leche con ovejas Latxas del País Vasco.

–Las discusiones en torno al lobo afectan incluso al censo, donde tampoco hay consenso.

–No entiendo cómo dicen que las poblaciones de lobo no han crecido. En los 90 la expansión era pequeña, pero en los últimos 25 años ha sido espectacular. No tanto por el número de manadas sino por la expansión territorial.

–Se pone en duda la forma de contar a los animales.

–Evidentemente no es fácil contar los lobos, se cuentan manadas, pero los censos son cada vez más que precisos y siempre comedidos. Se asegura que, como mínimo, hay esas manadas, pero probablemente sean bastantes más.

Los perros de ganado, como los mastines, son una herramienta pero es inevitable que haya ataques

–Sin embargo, hay colectivos que cuestionan esa expansión e insisten en que hay pocos lobos.

–Se argumenta que las poblaciones tienen que aumentar para llegar a nuevos territorios antes del año 2030. No lo acabo de entender. Si la expansión se realiza de forma controlada, permite que los ganaderos se vayan adaptando. Pero no siempre es posible porque la ganadería ha cambiado. En las zonas del sur la climatología permite al ganado estar prácticamente todo el tiempo en el campo, en pastoreo, y no se estabulan nunca. Entonces, cuanto más al sur más problema va a haber porque el ganado va a estar todo el tiempo en el campo y necesitaríamos más pastores.

–¿Y quién quiere ser pastor?

–Prácticamente nadie, ya que hay que tener conocimientos muy específicos del medio. Además, por muchas escuelas de pastores que haya, no es nada atractivo estar en el monte todo el día. Si tienen suerte y hay cobertura se pueden comunicar por el móvil. La mayoría de las personas no quieren estar aisladas durante horas o días.

Muchas especies han recolonizado territorios, hay que controlar porque pueden crear problemas

–En Zamora se mantiene una forma de producción extensiva, que usted precisa como de pastoreo, muy difícil de compatibilizar con el lobo.

–Zamora, Salamanca y todo el oeste hacia el sur es zona de dehesa. Son pastizales con arbolado, fundamentalmente encinas y alcornoques, y una ganadería en pastoreo que hoy en día es incompatible con el lobo. Antes había pastores que ahora escasean. Son fincas valladas o cercadas donde el lobo podría ocasionar muchos daños. Además, ha aumentado el ganado vacuno y aunque no es una presa habitual del lobo, en el momento del parto pueden matar al ternero y en ocasiones causan bajas a las vacas.

–¿Hasta qué punto los mastines pueden ser una solución?

–Los perros de ganado, como los mastines, son una herramienta para defender a los rebaños, pero es inevitable que haya ataques. En las zonas donde el lobo ha estado presente siempre no causan tantos daños como en las zonas nuevas. Es decir, en lugares donde no había lobos o no tienen mastines, o su empleo con el ganado es más complicado y no son tan eficaces.

Vicente González Eguren José Luis Fernández

–¿Qué impacto tendrá el aumento de la protección del lobo como consecuencia de la inclusión de todas las poblaciones en el Lespre?

–En Castilla y León, que es la que lleva el peso de la expansión territorial del lobo, es muy problemática, ya que llega a zonas donde la convivencia con el ganado es muy complicada. Los problemas en Salamanca eran previsibles porque es una zona de dehesas. En el caso de Ávila y Segovia no se pensaba que podía haber tantas pérdidas. Las reuniones sobre los planes de gestión y conservación no son fáciles, ya que existen posturas muy dispares, algunas intransigentes, cuestionando datos que están contrastados científicamente.

–Por los datos que aporta la Junta la población de lobos no ha mermado.

–Con un difícil equilibrio entre posturas a favor y en contra de la especie se iba consiguiendo que las poblaciones aumentasen, el número de manadas se iba incrementando y había una paulatina expansión territorial. Eso sabemos que ha funcionado. Los cupos de caza que se establecían casi nunca se alcanzaban, por lo que siempre había una expansión mayor de la prevista. Pero la decisión del Ministerio rompe el equilibrio que existía. Comunidades con distintos gobiernos coinciden en que la estrategia no puede ser prohibir la caza, en lo que coinciden los técnicos y las personas que están sobre el terreno, en el día a día. Pues es aún más cuestionable la decisión. Las especies no se controlan por sí mismas en ambientes humanizados. Tenemos que intentar compatibilizar el lobo con una ganadería extensiva que todos quieren defender. Si no hacemos un control de las poblaciones, la situación será insostenible.

Antes había pastores, pero ahora no es nada atractivo estar en el monte todo el día

–¿Con las cuatro comunidades loberas en contra del “blindaje” del lobo va a ser posible llevar a cabo esa nueva gestión?

–No tiene sentido, porque cuando se desarrolle la estrategia de conservación del lobo en nuestro país, hay que contar con que tienen más de un 95% de la población de lobos. No se puede entender que una votación se decante por el apoyo de comunidades autónomas donde nunca van a tener lobos. Solamente la oposición de Castilla y León tendría que hacer reflexionar a la Administración central porque más de la mitad de los lobos están aquí.

–¿Qué solución ve usted a este nuevo frente creado?

–Las administraciones autonómicas tienen una posición muy complicada porque por un lado tienen que velar por los ganaderos y la ganadería extensiva que aprovecha los recursos naturales. Y por otro lado están las personas que quieren conservar a las especies en defensa de una mayor biodiversidad, sin ningún límite. Eso es muy difícil.

El equilibrio conseguido en la Sierra de la Culebra es un ejemplo a nivel mundial

–Usted ha elogiado el ejemplo de la Sierra de la Culebra, en concreto en Villardeciervos, donde encuentra que es factible ese difícil equilibrio.

–Lo conozco bien. El caso de Villardeciervos es admirable, me parece que es un ejemplo que se podría poner a nivel mundial. Cuando vino David Mech al Congreso Internacional del Lobo en Sanabria, le parecía imposible que el lobo estuviese tan cerca del ser humano, porque la visión americana de los grandes ranchos es totalmente diferente. Ven al lobo a decenas de kilómetros, mientras que aquí está metido literalmente entre las poblaciones humanas. Eso a él le resultaba increíble y le parecía un ejemplo de cómo gestionar las poblaciones. Eso, que ha costado tantísimo conseguirlo, romperlo sin un criterio objetivo, solo alegando razones de tipo cultural y cuando estamos viendo que no hay peligro en la evolución de las poblaciones.

–El tiempo de confinamiento y todo este periodo de pandemia ha tenido efectos en la expansión de muchas especies salvajes, ¿también en el lobo?

–En los últimos dos años, el lobo ha tenido muchas posibilidades de expandirse. En general muchas especies han recolonizado territorios, Se ven corzos o jabalíes en poblaciones urbanas que pueden provocar problemas sanitarios o accidentes.