“Se están radicalizando mucho las posturas en torno al lobo”, opina Vicente González, profesor titular del Departamento de Producción Animal de la Universidad de León, que ayer, sin embargo, abrió un espacio para el diálogo durante las III Jornadas del Lobo Ibérico que la Alhóndiga acoge hasta el 8 de noviembre.

La última cita fue una oportunidad para ahondar en el conflicto entre lobo y ganadería gracias a la conferencia impartida por González, que opina que “las posturas extremas no conducen a ningún sitio”, al hilo del debate por la recién inclusión de la especie en el listado de protegidas. “No hay que acabar con el lobo, pero tampoco es el símbolo de la naturaleza ni el súmmum del equilibrio del ecosistema”, reivindica este experto que repasó las claves de la convivencia ganadera.

“El uso de perros de guarda como mastines y los cerramientos o vallados”, estas son las medidas preventivas “más eficaces” para el experto, a las que deben añadirse los pagos compensatorios, la posibilidad para los ganaderos de hacer seguros y la gestión de las poblaciones de lobo, este último punto “el más conflictivo”, puede desarrollarse a través de la caza o por parte de las administraciones cuando hay muchas daños al ganado.

“Ahora el problema esta centrado en el sur del Duero en Ávila y algo en Segovia y Salamanca”, relata González que recuerda que en estas provincias hace décadas que la ganadería no convive con el lobo, por lo que no hay cultura lobera como en el caso de Zamora, donde a los mastines en los últimos años se les han sumado nuevas técnicas preventivas como los detonadores ruidos que se asocian al ser humano, radios o asnos.

"Tendría que haber criadores y educar a los perros con el ganado"

A pesar de la teoría, González subraya que en cierta manera, “la experiencia que no es extrapolable”, ya que las características del ganado y la orografía cambian del norte al sur del Duero, donde el ganado suele ser bovino y las grandes extensiones del terreno dificulta el manejo de los animales, “se podrían recoger los animales más sensibles con las madres”, sugiere.

En prevención hemos llegado tarde, opina como conclusión. “No es solo llevar mastines, si fuera tan sencillo como eso seria fácil de solucionar, tendría que haber criadores y educar a los perros con el ganado”, una implantación lenta que debería haberse iniciado hace años, y no cuando “el problema está enquistado” , opina este experto sobre la necesaria labor de divulgación “en zonas de expansión del lobo y con los ganaderos”.

Para González, “en Aragón habría que ir haciéndolo”, alerta sobre los próximos territorios que verán las orejas al lobo, e insiste en la importancia de la educación de los perros, porque con “los mastines mal manejados puede ser peor el remedo que la enfermedad”.