José Martín Barrigós –Almeida de Sayago, 1942– es un referente cultural de Sayago. Escritor y periodista, su vida profesional siempre ha estado movida una inquietud intelectual que le ha llevado a transitar por el teatro, el cine, la prensa, la literatura en forma de cuento, relato o novela. Aunque es hijo de la emigración, Martín Barrigós nunca perdió perspectiva, el culto al lugar donde naces. Y entre las manifestaciones de amor a su tierra surge ahora la reedición de “Mítico Sayago”, un libro “escrito desde el corazón, una historia de amor a mi tierra” confiesa. “Mítico Sayago” destila reconocimiento a un territorio de “esplendente belleza, interés etnográfico y peculiares características de ruralidad”.

–Vuelve sobre sus pasos con la reedición de “Mítico Sayago”, ¿por qué recuperar este recorrido sentimental de su tierra?

–He buscado varias cosas. En primer lugar, la deuda que tengo con todo lo que significa Sayago desde el punto de vista geográfico. Porque la personalidad de uno no solo la hacen tus padres o tu escuela, también tu paisaje, la vida de las gentes, su ejemplo, su honradez. Y lo que he llegado a ser, naciendo como nací en una familia muy humilde, se lo debo a los principios de la infancia. Ya dijo Saint-Exupéry: “La única patria verdadera de los hombres es la infancia”.

Este Sayago ha surgido del esfuerzo de mucha gente y ahora se ha convertido en un museo con un valor extraordinario

–Es evocador el viaje al origen y a los referentes de su niñez, como un ejercicio de gratitud.

–Esa deuda yo la quise restablecer devolviendo lo que puedo, lo que tengo, lo que se. Y ese es un sentido principal que le doy al libro. En segundo lugar como recordatorio a las gentes de Sayago, para que se convenzan de una vez de lo que es esta tierra y del valor que tiene. Que no lo estropeen. Que ese Sayago ha surgido del esfuerzo de mucha gente, de su labor, de las carencias, la vida que han llevado está ahí y ahora se ha convertido en un museo con un valor extraordinario. Porque de una realidad como esa en su conjunto, con tal recorrido histórico, quedan pocos ejemplos en España y en el mundo. Que no pase lo que pasó con los habitantes de Macondo que, como dice García Márquez en “Cien años de soledad”, cuando les llega la peste del olvido “empezaban a borrarse de su memoria los recuerdos de la infancia, luego el nombre y la noción de las cosas, y por último la identidad de las personas y aun la conciencia del propio ser, hasta hundirse en una especie de idiotez sin pasado.”

–¿Tan pesimista es su visión?

–Lamentablemente creo que esto está empezando a ocurrir porque los proyectos que tiene Sayago en este momento, como es la instalación de un macroparque eólico de un nivel casi gigantesco, va a estropear la comarca y las posibilidades de futuro. Pero bueno, hágase la voluntad de los que mantienen las riendas ahora mismo de las tierras de Sayago.

–Viendo cómo se ha construido Sayago a golpe de esfuerzo y sacrificio, como cuenta en el libro, ¿tiene la sensación de que no se valora semejante legado?

–Si lo valoraran esas fuerzas vivas que manejan la historia, nos iría mucho mejor. Pero no tienen conciencia de comarca. Esto es un defecto tremendo porque cada uno tira del burro para un lado. Tienen Aliste pegando y es un ejemplo que podían tomar. En Tras os Montes, nuestros hermanos portugueses lo están haciendo igualmente muy bien, como Fermoselle. Pero no toman ejemplo. Es necesaria la unión por un objetivo común, creer en sí mismos, en un proyecto que aporte el valor a la comarca, como puede ser el enoturismo, el turismo cultural o de caravanas. Ahora que el teletrabajo es posible, los urbanitas están buscando un paraje que tenga una calidad de vida como la que pueda ofrecer Sayago. A 40 kilómetros de Zamora y 50 de Salamanca, es decir a un paseo, que es lo que tardan algunos que viven en el extrarradio de Madrid en ir a Plaza de Castilla. Todo eso es posible pero no se lo creen.

–¿Tienen que venir sayagueses de la diáspora a decir estas cosas, siente que no hay suficiente conciencia del valor extraordinario de esta comarca?

–Creo que antes esto podía ser natural, en general había menos nivel cultural y eso podía llevar a no apreciar el valor de lo que teníamos entre manos. Pero ahora en Sayago hay un nivel aceptable, no existe esa diferencia con los de fuera. Quizás, por la nostalgia, los de fuera lo valoramos mucho más.

No hace falta ser un genio para decir a estas alturas que la unión hace la fuerza, eso lo sabíamos desde chicos

–Su libro no solo habla de sayagueses sino de personas que pusieron su mirada en Sayago. Unamuno, Arguedas... ¿A qué se puede deber esa atracción de personajes de relevancia?

–Esa mirada a Sayago se ha dado muchísimo. El primer libro sobre Sayago, a parte de Alma Sayaguesa (de Ricardo Ballesteros), lo escribe el profesor Luis Cortes Vázquez, que me dio clase en Salamanca. “Fermoselle, donde Sayago termina”. Ese maravilloso libro ya en los años 50 estaba contando las excelencias de Sayago. Y a partir de ahí el trabajo de Arguedas y todo lo que ha suscitado el movimiento de antropólogos de Salamanca, Sudamérica o Estados Unidos. Todas estas bazas, que para sí quisieran tener muchas comarcas, no son capaces de valorarlas porque no están unidos, porque cada uno hace su “pirraquería” que intenta ser más espectacular que el del pueblo de al lado y así no se va a ninguna parte.

–Personajes como su abuela Cándida, esa abuela coraje, estaban a otras cosas, a sacar adelanta a la familia.

–Mi abuela Cándida se quedó viuda muy joven con cuatro hijos, tuvo que tirar para adelante, sacar la casa y luchar mucho. Era analfabeta, firmaba con el dedo, pero tenía una capacidad natural de organizar, de evolucionar, de crecer, sacar los tratos y entregarse a tope. Como tantos sayagueses que no tuvieron estudios ni cultura pero sí inteligencia natural para tirar para adelante. Sentido común. No hace falta ser un genio para decir a estas alturas que la unión hace la fuerza, eso lo sabíamos desde chicos. Yo el libro lo he escrito desde el corazón, es una historia de amor a Sayago.

Se presenta como una reivindicación del Sayago más puro, a través de personajes que hicieron la historia como su abuela o su padre, un zapatero remendón.

–Y tantos agricultores que con una parejita de burros sacaban adelante a sus familias. Hay miles de ejemplos, pero esto no es privativo de Sayago, es de muchos pueblos de España y nosotros somos los que tenemos que tirar para adelante y reconocer ese legado.

El megaparque no es solo un atentado contra Sayago, Zamora, España, es un atentado contra la biodiversidad

–Ahora batallando contra gigantes como es el gran parque eólico sobre el que usted se ha mostrado muy beligerante.

–El megaparque no es solo un atentado contra Sayago, Zamora, España, es un atentado contra la biodiversidad. Y de aquí se derivan múltiples preguntas que ponen en cuestión su viabilidad y los perjuicios que causará, considerando el efecto mariposa. Entre esas preguntas me hago la siguiente: ¿pueden llegar las competencias de 3 alcaldes de pueblo a autorizar que se vulnere tan gravemente un bien común universal como el medio ambiente? ¿Esos mismos alcaldes por qué emiten bandos para que reciclemos las basuras domésticas o sobre la asepsia de las explotaciones ganaderas?.

–Habla de tres alcaldes, ¿da por supuesto que la población no apoya el parque eólico?

–Habrá de todo. Pero los que vemos venir lo que viene detrás estamos dando la voz de alarma, que es nuestra obligación. No soy ningún salvapatrias. Yo, desde mi responsabilidad de periodista y escritor, denuncio una situación.

Creo que el futuro de Sayago pasa por la ganadería extensiva y el agroturismo

–¿Es incompatible este tipo de proyectos con la emergencia pequeñas industrias y un modelo de emprendimiento sostenible que parece encajar en territorios como Sayago?

–Creo que la única salida para Sayago son dos cosas, la ganadería extensiva y el agroturismo. Y todo lo que hay alrededor, esas pequeñas empresas, agroalimentación, cerámica etc. El turista compra; cuando viajas te muestras más proclive a comprar que cuando estás en tu ciudad. Hace falta imaginación y para todo esto se puede contar con la gente de Sayago que andamos por ahí pululando. Por qué no se les convoca a una gran reunión de la que salgan ideas. Pero falta voluntad, tontos no son, lo saben pero no quieren.

–Frente a la voluntad de aportar hay quien piensa que vienen los veraneantes con ideas peregrinas a querer cambiarlo todo.

–Eso solo lo pueden decir los necios. Porque cuando las personas lo están haciendo desde la buena voluntad de entregarse, sin pedir nada a cambio, sería de idiotas pensar que quiere cambiar para fastidiar. Además va a revertir en beneficio de los que viven en Sayago. Yo no tengo ningún interés en perjudicar a nadie, al contrario, quiero progreso y que se cree población. Pero eso solo se puede crear desde la unión y el sentido común.