Ángel Piorno Benéitez no pudo ver su obra publicada. Cuando el “Diccionario del habla de Sayago” tomaba forma, gracias a un esmerado trabajo de campo e investigación a lo largo de dos décadas, una fatal enfermedad se apoderó de este profesor de Lengua y Literatura natural de Villamor de Cadozos.

Cuenta Melquíades Prieto, uno de los amigos que ha hecho posible la edición del libro, que en los últimos meses de vida la obsesión de Ángel era “añadir, añadir, añadir; se levantaba exclusivamente de la cama para intentar avanzar”. Sus últimas fuerzas “las empeñó en dejarnos notas y correcciones para que la edición que le habíamos prometido fuera lo más completa y limpia posible”.

Mari, su esposa, y sus hijos, Roberto Carlos y Pilar, profesores de Lengua y Literatura como su padre, fueron testigos del tozudo empeño del sayagués por coronar una obra tejida con mimo y que ahora ve la luz gracias a un hermoso acto de amistad y respeto.

En los últimos meses de vida la obsesión de Ángel era “añadir, añadir, añadir"

En junio de 2019 Ángel Piorno fallecía sin cumplir su deseo de ver publicado el trabajo más serio y completo sobre el habla de Sayago, al que se dedicó en cuerpo y alma, especialmente desde que se jubiló de la docencia que ejerció en sus primeros años en Pozuelo de Alarcón (Madrid) y después en Béjar y Salamanca. Piorno Benéitez se jubiló en 2011 en el Instituto Venancio Blanco.

Desde “abadengo” hasta “zutión”, el diccionario reúne alrededor de 6.000 entradas, cada acepción enriquecida con la etimología, los distintos registros y un análisis pormenorizado de lo que han opinado otros lingüistas o cómo recoge el término el DRAE (Diccionario de la Real Academia Español). Un trabajo original y laborioso presentado a los sayagueses el pasado verano dentro de la programación cultural de la asociación “La Mayuela” de Bermillo.

A la derecha, portada del libro y debajo una fotografía retrospectiva de Ángel Piorno Benéitez, autor del diccionario. |

A la derecha, portada del libro y debajo una fotografía retrospectiva de Ángel Piorno Benéitez, autor del diccionario. | Irene Gómez

Lo que se concibió como un modesto y sentido homenaje a Ángel Piorno –la tirada inicial del libro era de 75 ejemplares–, ha superado con creces las expectativas y se suceden los encargos de este tesorillo lingüístico sin parangón.

Evoca Melquíades Prieto cómo, allá por el año 2000, el profesor ya rastreaba las expresiones coloquiales, frases hechas y términos específicamente sayagueses. La inquietud venía de mucho antes gracias a la impronta de profesores como Llorente Maldonado o Cortés Vázquez que despertaron en Ángel Piorno ese amor por la toponimia y la gramática siendo estudiante de Filología en la Universidad de Salamanca. “Poquito a poco, lo que empezó como una afición cariñosa y amistosa hacia su gente, pasó a ser una recopilación de información sistemática hasta conseguir un diccionario casi listo para ser considerado el diccionario general de Sayago”.

En una fiesta campestre en La Alberca: Fabián Hoyos, Julio F. Ramos, Herminio Álvarez, J. Antonio Pascual , Francisco Martín, Melquíades Prieto, Ángel Piorno y Antonio Martín.

“Voy a bajar a mi pueblo”

Por razones familiares y su propio origen sayagués, Ángel Piorno logró tejer una consolidada red de informantes por varios pueblos que nunca descuidó. “Todos los martes hacía una ronda de preguntas con las palabras que recogía. Él siempre iba armado con unos papelitos o una libreta y en cualquier ocasión que tenía se las apañaba para hacer unas preguntas, en casa, a la solana o tomando un vino, y lo anotaba” recuerdan sus amigos.

“Voy a bajar a mi pueblo” decía el profesor afincado en Salamanca cuando se acercaba a Villamor de Cadozos. Y así fue documentando un amplísimo vocabulario del que Piorno se nutrió desde niño. Aunque con 14 años se trasladó a Salamanca junto a sus padres –corría el año 1968–, hizo los estudios primarios en la escuela del pueblo y el bachillerato elemental, por libre, en el Instituto Claudio Moyano de Zamora.

Conoció los concurridos mercados, puntos de encuentro donde tratantes de ganado aportaban un lenguaje variopinto

Evoca Francisco Martín en el libro cómo el Ángel niño “conoció los concurridos mercados y ferias de ganado celebrados en el recinto de la Ermita de Nuestra Señora de Gracia. Eran puntos de encuentro y espacio de relaciones sociales, donde tratantes de ganado venidos de comarcas próximas, además de sus afanes, aportaban ese lenguaje variopinto que los acompañaba, pues junto al gabán que los vestía traían el habla característica de la zona”.

Ángel Piorno Benéitez era consciente de que estaba haciendo algo que ya no iba a estar nadie en condiciones de repetir porque ha trabajado durante los últimos 15 años de su generación; sayagueses que ahora tienen unos 70 años y que aprendieron el lenguaje familiar todavía en estado puro. “Con la llegada de la televisión, todas las generaciones siguientes han estado mucho más mediatizadas” apunta Melquíades Prieto, también profesor de literatura y editor de libros.

“A la vieja usanza”

Si ejemplar es el trabajo del estudioso sayagués, no lo es menos la determinación de sus amigos, una segunda familia nacida en los años de la Facultad, por hacer realidad publicación de la obra. Melquíades Prieto, Francisco Martín, José Julio Fernando, José Antonio Pascual, Antonio Martín y Herminio Álvarez Regueras enriquecen el “Diccionario del habla de Sayago” con una aportación personal que destila la complicidad y el cariño entre la piña de amigos.

Difundimos esta publicación con el ánimo de que encuentre seguidores que rematen la tarea de fijar lo que la lengua dice de Sayago

La incursión literaria no era nueva para Ángel Piorno. En el año 2000 había publicado una Antología de Cuentos Populares, basada en la tradición oral de Sayago. Y con motivo del nombramiento de Salamanca como Ciudad Europea de la Cultura, se publicó un diccionario de la misma bajo el título “Conoce Salamanca”, en el que participa siendo responsable del área de literatura y lingüística.

“Este trabajo, hecho a la vieja usanza, con informantes sorprendidos y halagados por la cháchara que les daba el siempre curioso y preguntón Piorno, es fruto del amor que el encuestador sentía por su tierra de origen. También es una investigación de campo con todas las de la ley” apunta la nota editorial del libro de 638 páginas.

“Difundimos esta publicación con el ánimo de que encuentre seguidores que rematen la tarea de fijar para las generaciones futuras lo que la lengua dice y cuenta de la historia y vida de Sayago. A nuestro Ángel le gustaría saber que alguien acepta el reto”.