Miguel Blanco nunca ha gustado de improvisar. Si algo distingue a quien fuera activo sindicalista de la COAG durante los últimos 38 años, es la concienzuda preparación de los temas, tanto sentado en una mesa con los prebostes de Bruselas como en una sencilla tasca escuchando los lamentos de apurados hombres y mujeres del campo.

Lo que muy pocos sabían es que esa lección de estar siempre preparado la aprendió hace años del “señor Rosendo”, un veterano apicultor de Tábara que dio las primeras lecciones sobre el mundo de las abejas. “Cada vez que vayas a un colmenar lleva siempre una reina en el bolsillo”. Y Miguel Blanco aplicó tan sabio consejo, no solo a sus tareas apícolas sino a lo largo de tantos años al frente de una de las tres principales organizaciones que defienden los intereses de los agricultores y ganaderos.

Miguel Blanco se ha despedido del activismo agrario en la COAG envuelto en un mar de recuerdos y emociones

La anécdota la contaba el propio Miguel Blanco durante su despedida como secretario general de COAG, esta semana en Madrid. Zamora, Perilla de Castro, sus padres Juan y Encarna, el señor Rosendo, la “universidad” que fue siempre el sindicato… El origen, la familia, los referentes.

Miguel Blanco se ha despedido del activismo agrario en la COAG envuelto en un mar de recuerdos y emociones. Ocurría al término de la XV Asamblea General donde ha tomado el testigo el murciano Manuel Padilla con otra zamorana haciendo historia. La sayaguesa Ángeles Santos fue la más votada de los ocho miembros que componen la nueva ejecutiva nacional, convirtiéndose en la mujer más joven en ascender al máximo órgano de dirección de COAG.

Miguel Blanco, por Luis Miguel de Dios

Un motivo más de orgullo para el ya afiliado de base Miguel Blanco quien se despidió entre versos de León Felipe –“No es lo que importa llegar solo ni pronto, sino llegar con todos y a tiempo”–, o del siempre reivindicativo y admirado José Antonio Labordeta – “Hemos/ Perdido compañeros,/ Paisajes y esperanzas/ En nuestro caminar”–.

Y llegó el momento sorprendente e inesperado, cuando el periodista zamorano Luis Miguel de Dios leyó un romance en homenaje a Miguel Blanco. “Cuando uno nace en un pueblo/ bebe en la leche materna/ días de sol y de trigo/ noches de luna y estrellas…”.

Algunos pensarán que somos unos soñadores, pero creo que no hay sueño más real que el de las manos que siembran el pan que nos alimenta

Y la emoción contenida saltó por los aires. Allí, rodeado de los suyos, de los compañeros de Asaja y UPA, del ministro Luis Planas. Miguel Blanco se desarmó. “Criado por Juan y Encarna,/ pronto el chaval se da cuenta/ que el campo no es solo paz,/ silencio y naturaleza/ que también hay injusticia/ explotación y miseria….” declamaba el periodista de Guarrate.

“Esto se avisa” expresó emocionado sin olvidar entre sus afectos a los compañeros de la COAG de Zamora, donde todo empezó. Ni sus más profundas raíces en Perilla de Castro, en el seno de una familia de “campesinos humildes”, ejemplos de “sacrificio y entereza” de los que aprendió una lección: “siempre mantener la dignidad”.

Errores al margen, quiso compartir los éxitos sindicales “con tantos compañeros comprometidos con la misma causa” que deberán seguir luchando contra los “gigantes que nos amenazan”. Y por encima de todo el orgullo de un oficio que da de comer a la sociedad. “Algunos pensarán que somos unos soñadores, pero creo que no hay sueño más real que el de las manos que siembran el pan que nos alimenta”. Palabra de Miguel Blanco, afiliado de base.