El colectivo “Ganaderas en red”, del que forman parte varias zamoranas junto con ganaderas de extensivo de otras zonas de España, ha escrito una carta abierta al ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, en el que explican por qué se sienten “la grandes perjudicadas” por la nueva PAC.

Cuando comenzó el proceso de reforma de la Política Agraria Común estas ganaderas de extensivo se sintieron “llenas de esperanza” ante los objetivos que, en teoría, se marcaba la UE, como una Europa verde, proteger la agricultura familiar, conservar la biodiversidad y el paisaje, la estrategia de la granja a la mesa, producir alimentos saludables. El colectivo de Ganaderas en Red trabaja justamente por esos mismos objetivos, por eso, cuentan en la carta, confiaban en “que se pusiera fin a la permanente injusticia que la PAC viene cometiendo, en el primer pilar, entre otros parámetros, por su consideración discriminatoria del valor de la superficie de pastos frente a la superficie agrícola”.

Quienes practican el extensivo reciben por los pastos una compensación económica en la PAC que es cientos de veces menor que la del suelo agrícola. “La gran discriminación que sufre la ganadería extensiva”, asevera el colectivo sobre una práctica “tan ligada al territorio, y que se suma a la imposible competencia con la ganadería industrial, y a la discriminación también con respecto a la situación de nuestros homólogos en los países mediterráneos, cuya superficie de pastos no está devaluada frente a la superficie agrícola, como ocurre en España”.

Esta situación, que califican de “expolio económico” está acabando con la ganadería extensiva al “arruinar una tras otra las explotaciones” ganaderas, primero las pequeñas, pero ahora también las medianas van cerrando.

Esta desaparición de explotaciones de ganadería extensiva, advierten, “va deshabitando los pueblos, vaciando el campo y vendiendo el territorio a las grandes explotaciones, corporaciones y fondos de inversión”. Y es que la precariedad económica en que está sumida esta tipo de ganadería deja sin argumentos a las campesinas que ya están dentro de este negocio para implicar en esa vida a las nuevas generaciones, perpetuando así la progresiva despoblación rural.

Pero eso no es todo, acompañado al vaciado del campo y los territorios serranos, va acumulándose en ellos masa vegetal no aprovechada, pasto para futuros grandes incendios.

Después del rayo de esperanza que supuso para las Ganaderas en Red las directrices nuevas, verdes y rurales de la PAC, según han ido pasando los meses y los encuentros para fijar la estrategia, “hemos visto caer progresivamente la convergencia” y también “como las organizaciones agrarias que nos representan, en un totum revolutum, extendiendo versiones a medias, titulares, desinformación, y en nombre del mundo ganadero total y de la profesionalidad agraria, han defendido los intereses de los que ahora y siempre han sido los grandes beneficiarios del primer pilar de la PAC”.

Además, lamentan las ganaderas, “hemos visto cómo a las prácticas ecológicas y sostenibles tradicionales pastorales se las arrincona y engaña con caramelos de los fondos del segundo pilar, para quedarse los mismos de siempre, como hasta ahora, con la tarta importante de la PAC”.

Este colectivo que ahora escribe al ministro Planas llegó a integrarse al inicio de las negociaciones en la plataforma “Por Otra PAC”, apoyando sus objetivos, pero ahora aseguran que sienten que “vamos a volver a ser las grandes perjudicadas”.

Por eso, las 58 pastoras que firman la misiva abierta exigen Justicia para poder seguir con la actividad de la ganadería extensiva, reconocimiento y compensación a su trabajo, a su ganado sano, a sus buenos productos, y a su cuidado del paisaje, que llenan de vida y del sonido de los cencerros.

En el colectivo de Ganaderas en Red se integran pastoras de vacas, de ovejas y de cabras de todas las razas (algunas en peligro de extinción), pero también ganaderas de cerdos ibéricos, gallinas o abejas. Son mujeres que han elegido el oficio que ejercen porque les apasiona, que están formadas y orgullosas de ser ganaderas. Practican un pastoreo rotacional o estacional que conserva y además incrementa la fertilidad del suelo y hace sostenible su producción de pastos.

Algunas elaboran sus propias producciones de quesos, embutidos o platos cocinados. Además, han dado el paso hacia la venta directa de sus productos.

Tratan de sobrevivir a lo que califican de “competencia desleal de la ganadería industrial, desligada de la tierra, que no solo produce barato por no pagar los daños medioambientales y sociales que produce, sino que además utiliza impunemente en su marketing las imágenes y valores de la ganadería extensiva, que le son completamente ajenos”. Tratan de conciliar la vida familiar en un medio rural desprovisto en muchos casos de servicios básicos y sociales imprescindibles, que se están quitando de los pueblos. Utilizan las redes sociales e internet para comunicarse a pesar de que viven, muchas veces, en lugares donde la cobertura deja mucho que desear.

Y, lo más importante, se esfuerzan por no sucumbir ante el farragoso mundo burocrático que rodea la actividad ganadera y la artesanía alimentaria, pensado para las empresas de las explotaciones industriales. El rayo de esperanza que supuso para ellas los objetivos que se marcaba la nueva PAC, se ha convertido en frustración tras las negociaciones de los políticos.