El biólogo argentino Gonzalo Romano ha escogido Sanabria como escenario para continuar con su investigación micológica y presentar las especies de hongos traídas del otro lado del Atlántico, ejemplares que los aficionados a la micología han tenido la oportunidad de comparar con las setas autóctonas de Sanabria, uno de los epicentros más importantes de esta disciplina en la región.

Vecinos se interesan por la labor del biólogo. | A. S.

Romano ha desarrollado su labor científica en la investigación micológica en su tierra natal, la región argentina de Chubut, y en las plantaciones de la región de Zárate, localizaciones donde la pasión y el conocimiento por la micología están aún en fase incipiente, lejana a la gran afición que se respira en Zamora. Por su parte, Romano es uno de los referentes del sector en el país latino por ser cofundador de la Fundación Hongos de Argentina para la sustentabilidad, además de dedicarse al cultivo de hongos comestibles en su ciudad natal, Esquel.

La esporada de un hongo. | A. S.

Un intercambio de patrimonio, esto fue lo que aconteció cuando el biólogo argentino explicó las sustanciales diferencias de la Micología a nivel social y de investigación en su país donde hace falta “una labora de educación ambiental” en esta materia. Así se llevan a cabo diferentes actuaciones como “El día del Micólogo” para dar a conocer esta labor, fomento del micoturismo y la elaboración de una base de datos incipiente en áreas geográficas “Café Micológico” y la confección fichas micológicas en “Hongos-Ar”. Tanto en investigación como en cultura micológica “hay mucho por hacer” como afirmó Romano.

El biólogo Gonzalo Romano. | A. S.

En Argentina hay tres micólogos de referencia Carlos Luis Spegazzini, Rolf Singer y Egon Horak que desarrollaron su trabajo sobre el bosque atlántico o selva paraenense en varias provincias. Romano se centró en una de las áreas geográficas no investigada y específicamente de Chubut sobre hongos con laminillas. En Argentina hay unas 4.000 especies de hongos que en su mayoría se desconocen si son comestibles.

La especie más representativa de los bosques andino-patagónicos es la Cortinarius magellanicus, un hongo comestible de vistosos tonos violetas y blancos que es comestible. El boletus es una especie que no se da aunque se comercializa el Suillus luteus como falso boletus, especie que también es conocido en Europa. Desde hace cuatro o cinco años se ha detectado la presencia de Amanita muscaria, una especie europea, situación que puede haber sido causada “por el calentamiento global”. Una de las especies más comunes en las zonas de plantación de pino en la Patagonia es la Tricholoma muricatum.

En cuanto a la comercialización en general de este alimento en Argentina “no está reconocido ni aprovechado como un recurso más” sino que es fundamentalmente de recolectores para el autoconsumo y en algunos casos pequeños productores para un tipo de mercado muy concreto relacionado con la restauración. Tampoco hay canales amplios de comercialización, de pequeños productores a mercados muy localizados. Como dato curioso Romano señaló que en una carta de restaurante anunciaba un plato con trufa y lo que se servía era champiñón, para evidenciar el desconocimiento.

Para eliminar el mito de que tocar una seta puede ser mortal, el científico argentino aportó que solo hay una especie mortal al tacto en todo el mundo, Podostroma cornu-damae, “coral de fuego” en Japón. A veces hay confusión entre especies comestibles de las que son tóxicas. Para determinar su comestibilidad hay cuatro formas de estudio: buscar en su composición sustancias tóxicas conocidas, analizar extractos de cultivo en células, pruebas con animales y finalmente la más común es el seguimiento de otros casos de intoxicación.