Es tiempo de vendimia y en la comarca de Aliste, caracterizada por pequeñas extensiones de viñedo y producciones familiares, la recolección de la uva se convierte en un “todos a una”. Allegados y amigos se echan una mano unos a otros para después compartir comidas y cenas.

Vendimiadores en plena faena en un viñedo alistano. | P. S.

En Figuerurela de Abajo, la única bodega del pueblo ya ha culminado la vendimia, justo antes de las lluvias abundantes que hubieran retrasado la cosecha, como le ha ocurrido a otros pequeños propietarios. “Pensábamos hacerlo para el fin de semana, pero al ver las previsiones de lluvia decidimos adelantarla y, como siempre, ha gente ha colaborado” cuenta Javier de Jesús, elaborador de vino.

Un vendimiador con uvas. | P. S.

Un vendimiador con uvas. | P. S. I. G.

La recolección ha concluido con muy buenas impresiones. “La cosecha ha sido positiva en cantidad, calidad y acidez; los parámetros son buenos y el estado sanitario perfecto.” resume el bodeguero. Según Javier de Jesús las condiciones climáticas de la campaña han sido favorables, a pesar de tener un verano “muy seco”. Pero el remate ha sido bueno y esta bodega alistana ha podido recoger uva en las mejores condiciones para elaborar unos vinos que modestamente se van haciendo hueco frente a los “tiburones”. “Tengo mucha confianza en que salga un gran vino” apunta de Jesús.

Cargando una caja llena de fruto. | P. S.

Aliste es una tierra poco conocida en el desarrollo de la actividad vinícola. Pero, como apunta el viticultor de Figueruela de Abajo, el característico clima, singularizado por el gran contraste de temperatura entre la noche y el día, “es condición exclusiva de los grandes vinos”. Los viñedos de la zona está integrados en una paisaje de montaña, entre jaras, urces y escobas, prácticamente camuflados en pequeños minifundios.

La producción de Javier de Jesús es una excepción con dos hectáreas de viñedo en una tierra donde las propiedades se cuentan por metros. Esa característica hace que la vendimia sea una excusa para la reunión de las “cuadrillas”. Una escena recupera la vida de los pueblos, cuando empieza a languidecer a finales de agosto. Los viñedos favorecen ese dinamismo en el inicio del otoño, especialmente los fines de semana, como ha ocurrido en Figueruela de Abajo.