La Raya de España y Portugal dice adiós al primer y más histórico vigilante de la frontera entre el Distrito de Braganza y la provincia de Zamora en la lucha contra incendios forestales.

Miguel Prada Río se jubila a los 70 años de edad, tras dedicar 40 a velar por el paraíso natural que a nivel de fauna y flora integran la comarca de Aliste y la región de Tras os Montes y Alto Douro. Sus ojos fueron testigos de los aconteceres rayanos y su alma, corazón y vida en el “Alto de la Luz”.

El puesto de vigilancia del “Alto de la Luz”, –Zamora cuenta con 18–, es el que más incendios avista y da al cabo de las campañas de verano: “Cuando Miguel Prada Río hablaba por la emisora, el resto de trabajadores de la provincia permanecíamos en silencio escuchando sus explicaciones, porque sabíamos que Miguel, cuando hablaba por la emisora, era para dar un incendio y por su tono de voz a la hora de hablar ya sabíamos si la cosa era seria o no. Magnifica persona y magnífico vigilante” sentencian sus compañeros.

Su ubicación estratégica y una panorámica privilegiada ofrece una amplia y clara visión de Aliste, Alba, Tábara, Sayago, Pan, Campos, Arribes del Duero en Salamanca hasta Vitigudino, las llanuras de Valladolid y prácticamente todo el distrito de Braganza.

Asevera Miguel que “En un día claro se divisa al norte el Teleno en la provincia de León, al este los Montes Torozos de Valladolid, al sur Gredos en Ávila y Sierra de Béjar y Peña de Francia en Salamanca y al oste las sierras de Nogueira y Bornes en Portugal”.

Miguel Prada Río nació en Sámir de los Caños el día 15 de febrero de 1951, un alistano de pura sangre y muy orgulloso de sus orígenes, pues allí ha pasado los primeros setenta años de su vida.

Fueron los suyos unos años de infancia felices, años cincuenta, donde a pesar de quedar aún cerca la Guerra Civil y las penurias que trajo consigo la posguerra, Samir de los Caños vivía sus momentos de mayor esplendor con 610 vecinos y unas escuelas abarrotadas de alegría e ilusión con 157 alumnos: de ellos 84 rapaces y 73 rapazas. Su maestro fue el insigne don Francisco Crespo Pascual, natural de del pueblo sayagués de Torregamones y casado en Fornillos, luego profesor del colegio comarcal de Fonfría.

Allá por 1965, con 14 años, dejó la escuela, –eran tiempos difíciles y había que ayudar todos en casa–, cambiando la “Enciclopedia Álvarez” por la cayata y el digno pero sacrificado oficio de pastor, cuidando el rebaño de su familia con 200 ovejas de raza autóctona castellana.

Su labor de pastor iba desde cambiar las “Cañizas” (cancillas) de finca para montar el “Chiquero” para estercar las tierras: “La verdad es que me gustaba la vida de pastor y el campo y dormía solo con las ovejas en el chiquero”.

Opiniones

Con 21 años, en 1972, se convirtió en emigrante obligado camino de El Ferral (León) para hacer el servicio militar (instrucción) que culminaría en el Cuartel Viriato de Zamora. Terminada la mili regresó a la tierra alternando varios oficios como ganadero y albañil.

En 1982 su vida daba un giro radical cuando le surgió y aceptó la oportunidad de trabajar en el cuidado de montes de manos del ICONA (Instituto para la Conservación de la Naturaleza). Poco podía imaginar que a partir de allí y durante los siguientes 39 años su vida iba a estar ligada a velar por el Medio Ambiente y salvar de los fuegos forestales el ecosistema de dos países: España y Portugal.

En los primeros años trabajó en el “Reten Siete” de Vivinera de Aliste: en verano se dedicaban a la extinción de los pocos fuegos forestales que había entonces y los inviernos a “rozar” (limpiar de maleza) los montes a mano con una patarra y podando pinos con el machao. Recuerda que “era un trabajo muy duro, pero entonces todos éramos jóvenes y no nos amedrentábamos ante las adversidades. Nuestra única protección entonces contra las llamas era un buzo amarillo, unas botas militares y un casco amarillo”.

En 1982 entró en el Icona para limpiar los montes en invierno y apagar los incendios durante el verano

Tras trabajar ocho años en el Retén de Vivinera, llegado el verano de 1988 comenzó su labor como el primer vigilante internacional de “La Raya” de España y Portugal en el mítico “Alto de la Luz” rayano entre Moveros (Aliste) y Constantim (Tras os Montes). Treinta y dos años, hasta los setenta, trabajando en el puesto situado junto a la ermita de la Virgen de la Luz como Escucha de Incendios. Enamorado de su trabajo, se sentía joven y activo y aguantó hasta los 70 años: aprovechó al máximo esa posibilidad que tiene el personal laboral de la Junta de Castilla y León.

En aquellos primeros años el puesto de vigilancia del “Alto de la Luz”, afirman los vecinos de Moveros y Constantim, consistía en un chamizo construido por el mismo Miguel a base de postes de madera de pino y sombreado (techumbre) de ramas de escobas y robles de los montes de su entorno hispanoluso. Fue en 1996 cuando la República Portuguesa decidió también utilizar la atalaya de la Virgen de la Luz y construyeron una torreta metálica de vigilancia, convirtiéndose desde entonces en él único puesto de vigilancia no sólo de la comunidad de Castilla y León sino de la Península Ibérica compartido por dos países.

El puesto de Moveros permite avistar desde el Teleno hasta Gredos

La situación del “Alto de la Luz” en un lugar privilegiado por su altitud, es un lugar muy visitado por y en caso de que haya un incendio cerca, dicho lugar es muy frecuentado por alistanos y trasmontanos: “En el Incendio de Pino del Oro de 2017 y en el de Lober de 2020 el puesto parecía una romería popular como la de la Virgen de la Luz” comenta Prada Río. Miguel vivió el momento más duro de su carrera de vigilante de la Raya de España y Portugal con el “Incendio de Cicouro” de 2013. Al recordarlo su semblante cambia su eterna sonrisa por la tristeza y el dolor y las lágrimas comienzan a surcar y a regar sus mejillas: “Se quemaron más de 2.000 hectáreas del paraíso natural de pinares de Ceadea y Vivinera, aquí a un paso, y murieron abrasados seis bomberos portugueses, algunos de los cuales eran compañeros y amigos que nos visitaban en el puesto durante el verano. Fue muy duro. Uno de los días más tristes de mi vida”.

Duro fue también el incendio de Aldeinova (concelho de Miranda do Douro) del día 25 de agosto de 2013 que cruzó el río Duero hasta Villardiegua de la Ribera en la comarca de Sayago y quemó 2.700 hectáreas: “Nunca pensé que el fuego pasará de un lado al otro del río. Yo estaba en el puesto y me llevaron los demonios. Mis piernas querían salir corriendo hacia el incendio e intentar apagarlo: pero sabía que tenía una labor muy importante en el puesto de vigilancia, dando indicaciones de su avance a los medios de extinción”.

José Javier Pérez, capataz del Medio Natural en la comarca Forestal de Aliste sentencia: “Gracias a la eficacia de Miguel a la hora de avisar de una columna de humo, podíamos atacar rápidamente los incendios forestales. Siempre fue él una garantía, nunca se equivocó a la hora de dar un incendio forestal. Miguel no necesitaba coordenadas de los fuegos, porque siempre acertaba con el lugar donde se originaba el incendio forestal” El puesto de Moveros y Constantim además de ser un enlace fundamental entre Zamora y Braganza, también lo es para la provincia de Orense y Salamanca pues, al tener los portugueses puestos independientes en su territorio rayano, sirve de enlace con las centrales de los operativos contra incendios de Galicia y Valladolid.