Se quedó Sanzoles paralizado, encogido por el miedo, petrificado, el confinamiento manda, nos ha ganado y guardamos las fiestas de septiembre en un cajón como viejas fotos de recuerdos felices que duele ver. Vamos dos años sin fiestas y nos pesa tanto el ¡Cuidado!… ¡Cuidado, no salgas!

Y recuerdas que antaño, dos semanas antes preparabas las compras con esmero, que no faltara de nada en la Peña, ni un asadero. ¡Cuidado, no te juntes!

Cuando antes íbamos veinticuatro a limpiar la bodega de veinte metros cuadrados a buscar con el remolque espadañas para hacer el casero inaugurándolo con meriendas y buena compaña. ¡Cuidado, no toques!

Y llenabas tus días de Fiesta de abrazos y besos, de limonada recién hecha que sin reparo bebías sin sospecha. Subir a visitar bodegas en los intermedios del baile, charlas risas y chanzas, perdiendo la noción del tiempo que cuando bajabas, otro intermedio y a subir la cuesta de nuevo.

Juegos de niños en las mañanas petanca, calva, concurso de vinos, comidas vecinales en la plaza, coros y danzas a la zamorana. Encierros a pleno sol, desfile de peñas, banderas, ‘Vía Crucis’ de bodegas, charangas y cohetes avisando de todas las jeras para que no te las perdieras. Barullos, quedadas y ese “Paquito el chocolatero” que no faltará, que lo mismo lo bailas con la alcaldesa que con tu hermana.

Y ahora silencio en septiembre; el viento mueve los estandartes de las peñas colgados en el Ayuntamiento y al pasar los miras con pena y recuerdos. Y parece que suenan los ¡vivas! del pueblo. El baile vermut se quedó en tickets para consumir en los bares, quitándonos la esencia de vernos todos guapos el día de San Sebastián en la Plaza Mayor.

Este año repetimos “La Noche de las Velas” adornando fachadas y ventanas viejas, paseando en el silencio de nuestras calles estrechas, saludando a los vecinos con distancia y pena, pidiendo deseos a San Esteban, que quizá este año el Zangarron vuelva, y nos quite la pena de estos dos años sin fiestas.