La necrópolis de El Castillón revela nuevos datos de este enclave medieval. Las dataciones de carbono 14 y el análisis antropológico realizado por la Universidad de Murcia ofrecen información sobre la alimentación y la vida de los pobladores del yacimiento de Santa Eulalia de Tábara (Zamora).

Nuevas dataciones y estudios antropológicos en torno a las tumbas halladas en el yacimiento revelan más información sobre este enclave medieval situado a orillas del río Esla, que pudo ser un núcleo de población muy destacado durante siglos y dar origen al cercano monasterio de La Granja de Moreruela. Las investigaciones más recientes han analizado los restos humanos hallados en la necrópolis de este yacimiento y ofrecen datos inéditos sobre la alimentación y la salud de sus pobladores, nueva información dada a conocer por los investigadores en un artículo publicado en la 'Revista ArkeoGazte'.

El Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Murcia, que cuenta con un grupo multidisciplinar especializado en la arqueología funeraria, enfocado desde los análisis de la antropología física y dirigido por María Haber Uriarte, ha estudiado los huesos encontrados en los dos enterramientos infantiles hallados en el interior de una iglesia excavada en El Castillón y en otras tres tumbas situadas en la zona externa del edificio religioso, que contenían cuerpos de adultos. Todas ellas fueron halladas en las excavaciones más recientes, llevadas a cabo entre 2016 y 2018 por la Asociación ZamoraProtohistórica.

Restos óseos encontrados en El Castillón María Haber

Las dataciones de carbono 14 que ha realizado el laboratorio inglés Beta Analytic sobre piezas dentales indican que estos individuos fueron enterrados en torno a los siglos IX y X, mientras que estos análisis antropológicos de la Universidad de Murcia ofrecen detalles sobre las condiciones de vida de la época. Por ejemplo, uno de los sujetos infantiles, que tendría entre 12 y 16 meses en el momento de su fallecimiento, presenta evidencias de déficit alimentario. Así lo revela una patología como la hiperostosis porótica, alteración de la superficie craneal relacionada con la malnutrición y la anemia. Asimismo, “sufría una deformación de las extremidades como consecuencia de una grave deficiencia de vitamina D”, señala Haber.

Curiosamente, aunque los enterramientos en torno a las iglesias eran comunes en la época, “el interior estaba reservado para los más privilegiados de la comunidad, sobre todo la nave central, donde se han localizado estas tumbas infantiles”, explica a DiCYT el arqueólogo Jose Carlos Sastre, director del proyecto y miembro de Zamora Protohistórica. No obstante, puede que algunas de las patologías observadas no estén relacionadas con la nutrición, sino que sean congénitas, constatación que se podrá corroborar con la excavación de más restos infantiles del cementerio.

Esqueleto femenino

Por su parte, los adultos encontrados en el exterior de la iglesia, dos hombres y una mujer, también revelan abundante información, aunque el esqueleto femenino estaba peor conservado y no ha permitido extraer demasiados datos. “Estuvieron muy expuestos a trabajos físicos y esto se manifiesta en problemas de artrosis a pesar de que no eran individuos ancianos”, comenta el arqueólogo. El sobreesfuerzo, que dejó su huella en las articulaciones, las extremidades y la espalda de uno de estos individuos, podría relacionarse con actividades como la minería, la construcción o la extracción de la piedra. En otro destaca un problema de oído, probablemente causado por exposición al frío. Además, tanto las dentaduras de los adultos como las de los niños revelan el consumo de alimentos muy ricos en azúcares.

Tumba en El Castillón Zamora Protohistórica

La iglesia en torno a la que se hallaron estos restos puede ser bastante más antigua que los enterramientos. “No es descabellado pensar que pueda ser de época visigoda, contemporánea de San Pedro de la Nave”, apunta Sastre. De hecho, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha analizado otros elementos hallados en las excavaciones y, aunque aún están en fase de estudio, la datación de algunas semillas podría corresponderse con esa cronología. Algunos documentos medievales mencionan la existencia de un monasterio anterior al de Santa María de Moreruela (asentamiento de la Orden cisterciense cuyos magníficos restos se pueden contemplar hoy en la cercana localidad de Granja de Moreruela), así que los arqueólogos piensan que El Castillón pudo ser ese centro monástico.

En conjunto, el trabajo de Zamora Protohistórica desde 2007 en este yacimiento ha conseguido documentar una ocupación que se remonta al menos a los siglos V y VI. “Sería un importante poblado fortificado que controlaría el paso del río Esla”, comenta Patricia Fuentes, codirectora de las investigaciones. Entre los hallazgos más relevantes destacan la importancia de la metalurgia o el almacenamiento de cereales.

No obstante, queda mucho por averiguar en próximas campañas de excavación, especialmente sobre el periodo que va desde los inicios del asentamiento hasta la época de la necrópolis, pero también de la última época, para saber qué motivó el abandono y destrucción del lugar. “El objetivo es continuar centrados en la iglesia, ver si hay más enterramientos, que seguramente los habrá, y realizar nuevos estudios de ADN e isótopos en las tumbas, porque nos van a revelar más datos de cómo vivían los pobladores, sus enfermedades y los trabajos que realizaban”, añaden los arqueólogos.