Rabanales abrió ayer el nuevo y ambicioso Museo de los “Castros de Aliste”, coincidiendo con la jornada de puertas abiertas a las excavaciones arqueológicas de la primera campaña en “El Castrico”. El Museo de los “Castros de Aliste” está promovido por el Ayuntamiento de Rabanales, con el asesoramiento de la asociación científico cultural “Zamora Protohistórica” alma, corazón y vida de las excavaciones arqueológicas desde 2018 en el “Castro de la Encarnación”, de Mellanes, y desde este año 2021, en Rabanales. El nuevo espacio se ha ubicado en las instalaciones del Centro de Interpretación de las Especies Micológicas y fue inaugurado con el descubrimiento de una placa.

Rabanales abre el Museo de los Castros, que pone en valor 54 asentamientos

Ayuntamiento de Rabanales y Fundación “Fomento Hispania” ofrecen la guía didáctica, bajo la coordinación de Pedro Gómez Turiel, de las que es autor Oscar Rodríguez Monterrubio. Según explica, “en la comarca conocemos la ocupación humana del territorio ya desde el Calcolítico o Edad del Cobre, con las manifestaciones del Pedroso (yacimiento en Nuez y San Martín) y los asentamientos asociados a la explotación de la variscita en la zona central del valle del río Aliste (Palazuelo de las Cuevas y San Vicente) en torno a los afloramientos de este mineral precioso”.

Rabanales abre el Museo de los Castros, que pone en valor 54 asentamientos

En la segunda Edad del Hierro tuvo lugar una importante presencia de asentamientos diseminados por todo el territorio alistano que se han venido estudiando desde principios del siglo XX. Destacando la labor de Zamora Protohistórica.

En total se han identificado un total de 54 castros, de los cuales 46 se encuentran en las estribaciones meridionales de la sierra de la Culebra y en los valles de los ríos Aliste y Manzanas. Las sociedades de la Edad del Hierro que habitaron los valles del Aliste y el Manzanas pertenecen a grupos culturales de la prehistoria final que, según Oscar Rodríguez Monterrubio, contaban “con un dominio tecnológico limitado a ciertas actividades que se pueden considerar como simples estrategias de supervivencia. Son conocedores de la agricultura y la ganadería, como demuestran los hallazgos de artefactos que servían para procesar las materias primas de origen vegetal y animal procedentes de la actividad agropecuaria: molinos de piedra para moler el grano, silos para almacenarlo, telares para trabajar el hilo y coladores cerámicos para obtener queso. Aunque ya son sociedades productoras, aún desarrollan actividades como la caza y la pesca. Lo sabemos gracias la s puntas de flecha y otras armas y pesas de red para la pesca. En menor medida encontramos restos de animales salvajes como jabalíes y ciervos y domésticos como cabras, vacas y cerdos”.

En el documento conocido como “Tabla de los Zoelas”, que actualmente se encuentra en el Staatliche Museen de Berlín (Alemania), figura que en el año 27 después de Cristo se renovó un antiquísimo pacto entres dos grupos pertenecientes a la comunidad zoela, los “Tridiavos” y los “Desoncos”, el cual fue ampliado en el año 152 en los mismos términos con otras gentes supuestamente zoelas como los “Avolgigos”, “Visatigos” y “Cabruagenicos”. Según los datos recogidos en el nuevo Museo de los Castros: “los zoelas funcionaron como una confederación de gentes o tribus, a diferencia de otros pueblos prerromanos como vacceos o vetones, de los que no ha quedado signo alguno de subdivisión interna”.

Gracias al “Pacto de los Zoelas” se conocen algunos de los nombres de los moradores de Aliste de entonces pues los padres de los firmantes se llamaban Blecaeno, Cloutio, Burralo, Clutamo y Pentilo “remarcando la importancia del linaje en esta comunidad”. Entre ellos destaca Abierno que aparece significado con la figura de magistrado en la ciudad de Curunda. En varías estelas en Rabanales aparecen nombres como Auria, Pottio, Tritio, Cloutio, Tural y Cadarna o el romanizado Valerius Attianus.

Una de las grandes incógnitas aún por descubrir es la ubicación de Curunda, el asentamiento y núcleo más importante de los zoelas y por tanto capital de la tribu astur. La mayoría de los historiadores y arqueólogos están de acuerdo en que se localizaría en Braganza o Aliste, siendo “El Castrico” de Rabanales, una de las localizaciones donde pudiera haberse situado Curunda.

Hallazgos más importantes

El primer gran hallazgo arqueológico que quedó registrado en los albores del siglo XX fue el luego conocido como “Tesoro de Arcillera”. Lo habría hecho un agricultor en el “Castro de San Juan” de Rabanales: unas “Llares de Oro” y otras piezas conforma de lagarto. Tras permanecer en manos de la familia Gago de Rabanales fue vendido al “conde” de Arcillera al que se lo compraría en 1930 Coint de Ligandes. Dos años después lo adquiría Lawrecnce y en 1934 terminaba repartido en el Ashmolean Museum de Oxford y el British Museum (que lo cataloga como tesorillo celtibérico): “formado por tres brazaletes rematados con cabeza de serpiente y una joya de plata, 27 denarios de plata de entre el 25 y el 23 antes de Cristos, procedentes de un lugar llamado algo así como Ramallas o Ravallas (presumiblemente Rabanalse) situado a una cinco leguas de Arcillera”

Según Zamora Protohistórica: “este es el momento de descubrir ese legado y de responder a las dudas sobre los antepasados que vivieron en Aliste hace más de dos milenios. Gracias a la arqueología el pasado de Aliste no será olvidado y se trasmitirá a generaciones futuras junto con el eco de la memoria y el cantar de la tradición”.