Los repiques de campanas fueron durante décadas el único medio de comunicación en los pueblos, con el que se avisaba a los vecinos para acudir a misa los domingos, de los nacimientos, las muertes o de incendios. Actualmente también son una forma de la “España rural” de alzar la voz con sus reivindicaciones contra la despoblación, aunque también sigue siendo sonido de festejo.

Una cantera de campaneros

La Asociación de Campaneros de Zamora ha recuperado la figura de campanero, desaparecida en numerosos pueblos de la provincia por el envejecimiento de la población. Junto a la Asociación Carpe Diem de Villarrín han fundado una escuela, “para trabajar una cantera de campaneros que preserve esta tradición cultural”. El objetivo es transmitir las técnicas de toque y sus significados a las nuevas generaciones.

Una cantera de campaneros

Al frente de la escuela está el socio de honor y campanero mayor Enrique Prieto Nieto, quien lleva una larga vida colaborando con la asociación. Da clases de repique de campanas en el patio de su casa en Moreruela de los Infanzones, donde tiene una pequeña estructura de madera móvil con dos campanas adecuadas a la altura de los niños. Es un grupo de 9 niños que van desde los 8 años hasta los 16 y son todos de Moreruela “aunque durante el verano se han sumado niños de Barcelona o Bilbao que pasan sus vacaciones en el pueblo, hemos llegado a ser 19”, cuenta Prieto. Las clases duran dos horas, y aunque puedan parecer aburridas, son todo lo contrario. Los niños tienen espacio para descubrir los juegos tradicionales autóctonos que el propio Prieto les ha enseñado a practicar. Algunos de ellos son la calva, es el favorito de los más mayores, junto a la rana, la petanca y la cuerda, con la que se divierten los más pequeños. El progreso de los niños se ve compensado los domingos, en los que los más mayores ya han tocado a misa.

Prieto siempre ha estado ligado a la asociación a la que en sus inicios donó (en el año 1990) una campana “ puesto que ni la parroquia ni el Arzobispado se habían preocupado de repararla”, comenta. “Es una cosa que me preocupaba, que cuando yo me fuera de este mundo, las campanas dejaran de sonar ahora sé que no se acaba nunca”, reflexiona.

El amor por el municipio del que tuvo que emigrar en 1960 como tantos otros en busca de futuro, lo ha plasmado también en la plaza de Moreruela de los Infanzones donde está ubicada una estatua de bronce donada por Prieto en honor al pastor y labrador, que tiene un cordero sostenido en un brazo y su “cayada” sobre el otro hombro.

La Asociación de Campaneros de Zamora tiene como meta que el repique de campanas sea declarado como bien inmaterial de la humanidad por la Unesco. Y, a largo plazo, se ha propuesto elaborar un inventario de todas las campanas de la provincia en el que figure el año de fabricación y su fundidor, el nombre propio de la campana ( si lo tuviera), su estilo y las características del campanario en el que cuelga.

En otros puntos de España como en Valencia o Cantabria, así como en Castilla y León se han creado instituciones provinciales que intentan que el lenguaje de las campanas no se pierda.