Después de toda una vida entregada al ejercicio del periodismo, a la pasión por la lectura, atraído por una curiosidad innata y multitud de viajes, por trabajo o de placer, Gerardo González Calvo ha alumbrado un tesoro cultural de indudable valor. Solo una casa a la medida de cinco mil libros y multitud de piezas, entre ellas una singular colección de máscaras africanas, le ha permitido conservar el legado en Madrid, donde ejerció durante más de cuarenta años “el oficio más hermoso del mundo” (Gabriel García Márquez).

Rondando la ochentena y llegado el momento de ir aligerando “cargas”, este zamorano de Pajares de la Lampreana, ha pensado en su pueblo como el lugar más idóneo para depositar un fondo tan preciado. Y así se lo ha propuesto el escritor a la alcaldesa Mª Ángeles Camarón. Gerardo González Calvo quiere donar a su pueblo buena parte de su legado de libros, revistas, colecciones, enciclopedias, máscaras, figuras y otras piezas. “Qué mejor sitio” cuenta el veterano periodista. “Aunque el pueblo se esté vaciando, como tantos, y eso no lo podemos evitar, siempre nos quedará la cultura. Es la aportación que quiero hacer a Pajares”.

Una propuesta que la alcaldesa, muy receptiva a las iniciativas culturales, acepta con los brazos abiertos. No todos los días un Ayuntamiento recibe regalos tan hermosos para que los hijos de Pajares de la Lampreana puedan disfrutar de la magnífica biblioteca con la que se ha nutrido González Calvo. Una obra paralela a su intensa trayectoria profesional a lo largo de los 42 años que trabajó en “Mundo Negro” (revista misional africana), incontables colaboraciones en otros medios de comunicación y una veintena de libros.

Aunque el pueblo se esté vaciando, como tantos, siempre nos quedará la cultura

Cuenta Gerardo González en uno de sus libros “Cavilaciones a lomos de un burro” que en su casa de Pajares “solo existía como texto de lectura El Promotor de la Sagrada Familia”. Cuando comenzó sus estudios universitarios, en primero de Filosofía, “a los entonces llamados coristas nos ofrecieron pedir un libro para Reyes. Elegí El Quijote y me lo dieron de la colección Austral de Espasa Calpe. En segundo curso pedí Vida de Don Quijote y Sancho, de Miguel de Unamuno, también de la colección Austral. Ese mismo año me regaló el profesor de Lógica la Tercera Antolojía (sic) Poética de Juan Ramón Jiménez. Fueron mis tres primeros libros y los conservo con fervor religioso”.

Puede que esos tres volúmenes no viajen a Pajares, al igual que obras de culto y diccionarios que Gerardo consulta aún con fervor. Pero sí “tesorillos” como la mastodóntica enciclopedia Espasa, regalo de una periodista que no dudó en deshacerse de ella “cuando se cayó una estantería y casi mata a su hijo”. Cuenta el pajarés que la obra no estaba completa, “luego fui yo adquiriendo los volúmenes”.

El hermoso gesto de

Junto al destacado fondo bibliográfico de obras sobre temas africanos, su especialidad periodística, se encuentra la colección completa de revistas de National Geographic, “desde el número 1”, de historia, arte, todo un repertorio de publicaciones, muchas especializadas, reunidas con el mimo propio de un coleccionista. Amén de ejemplares de literatura, clásicos y contemporáneos de los que Gerardo González Pajares se desprende con la tranquilidad de saber que se quedan en Pajares. Allí nació en el año 1943 y jamás, ni los más lejanos viajes por el mundo, se ha alejado de su origen.

No menor interés tiene la colección de máscaras africanas o valiosas figuras y piezas de bronce y terracota. Hasta un busto que le regaló el llamado “Picasso negro” un artista guineano conocido en el mundo por su singular creatividad. “Todas las piezas están fechadas u documentadas. Antes, cuando el periodismo era otra cosa y estaba bien pagado, uno se podía permitir ciertos caprichos. Ahora eso es imposible” cuenta el veterano profesional evocando los años brillantes que vivió el oficio.

Al rondar ahora los ochenta años, me siento orgulloso de mi procedencia, pero también de haber viajado a cuatro continentes

“Al rondar ahora los ochenta años, me siento orgulloso de mi procedencia, pero también de haber viajado a cuatro continentes” cuenta el periodista. Quién iba a decir al hijo de unos “humildes agricultores” de un pequeño pueblo zamorano asentado en la Tierra del Pan que prácticamente daría la vuelta al mundo. De las cascadas del lago Victoria, formadas al despeñarse el río Zambeza, a la Torre Sears de Chicago, las playas de Yucatán, el Palacio de Versalles o la pirámide de Keops. La lista es muchísimo más larga.

El sueño de Gerardo González Calvo es ver toda su donación reunida en un edificio de Pajares de la Lampreana que, “hasta podría presumir de contar con un museo africanista. Todo lo que sea por dinamizar a los pueblos es bienvenido, si no podemos con la población que al menos la cultura no muera”.