El servicio Territorial de Fomento y Medio Ambiente mantuvo ayer en la zona del incendio de Asturianos 2 cuadrillas, 1 carroceta y un 1 buldozer al mando de una Agente Medioambiental para sofocar posibles reproducciones del incendio que ha asolado una de las masas de robledal consolidado más grande de la comarca. Los daños en arbolado, colmenas, fincas e incluso una línea de teléfono que se desprendió en el transcurso de las operaciones aéreas son el balance provisional de un incendio que preocupó al vecindario, pendiente del cambio del viento ,como relataban algunos vecinos de la zona que fueron a comprobar los daños y las afecciones a sus fincas.

El apicultor trashumante Roberto Iglesias Marcos recorría ayer el colmenar quemado por el incendio del pasado sábado, que arrasó con las 160 colmenas que tenía asentadas en el paraje de El Mestre, en una finca propiedad de José Pequeño Monterrubio. Los daños se elevan “entre 16.000 y 20.000 euros” en un momento en que el que estaban a punto de castrar las colmenas y que de media hubieran sido 1.500 kilos. La miel de castaño que está muy valorada “se está comprando a 5 euros el kilo”.

De una familia de apicultores que lleva varias décadas trayendo las colmenas desde Ladrillar, un pueblo de la comarca cacereña de Las Hurdes, afirma que “todos los apicultores limpian las pistas y los asientos” donde establecen estacionalmente sus colmenas. Reconoce que todo el entorno de fincas “está muy abandonado porque hace años que no se trabaja”. Tras revisar los daños presentará la denuncia “para reclamar al que prendió”. Un incendio que comenzó al pie de la carretera por debajo del Camino de Villar para coger tiro ladera arriba arrasando todo a su paso, el paraje de El Mestre incluido. Robles de 16 a 18 metros, sotos de castaños centenarios y fincas reconvertidas en nuevas plantaciones limpias y trabajadas por sus propietarios. El incendio ha sido de origen intencionado, según informaba ayer Medio Ambiente.

José Pequeño Monterrubio reconocía que “no he querido pasar por la pena”. Entra por el Camino de Santiago hasta la finca que tiene cedida a Roberto Iglesias y se sobrecoge al ver la destrucción total. Cuatro colmenas no se han llegado a calcinar y seguían humeando por los restos de cera y miel que aún quedaban escurriendo al suelo. Las abejas supervivientes, pocas y cabreadas por el calor abrasador, revolotean alrededor de lo que eran sus casas.

Su mujer dice que la plantación de castaños, una muy limpia y cuidada al pie de la carretera “se ha salvado de milagro, gracias a las dos velas que les tengo a mis Vírgenes”. La finca de El Mestre ha ardido con paredes de piedra incluidas. José Pequeño va prácticamente todos los días por la finca porque “hay mucho jabalí haciendo de las suyas y por si tiran alguna colmena”. Tenía controlado el colmenar “las contaba todos los días”. Eran 20 jaulas de 8 colmenas cada una. La peor parte se la han llevado “unos castaños centenarios” en medio del robledal y al que aún no han podido acceder. El que sí se ha salvado por poco es otro de los colmenares de una vecina del pueblo.