El histórico “Tratado de Alcañices”, –rubricado el día 12 de septiembre de 1297 por el rey de Castilla Fernando IV “El Emplazado” (acompañado por su madre María de Molina y su tío Enrique, pues era sólo un niño) y los monarcas de Portugal don Dinís y Santa Isabel–, sitúo a la Villa como una de las poblaciones más importantes de toda “La Raya” pues no en vano en dicha concordia se fijaron las fronteras conocidas más antiguas de Europa.

El alcalde y el subdelegado de defensa en la exposición sobre Afganistán. | Chany

Una ya muy larga y rica historia de 727 años donde España y Portugal, españoles y portugueses y muy en especial los alistanos y trasmontanos han hecho del día a día un marco de convivencia y hermandad donde el principal referente y punto de encuentro era y es Alcañices convertida en la auténtica capital de “La Raya” de Galicia a Andalucía a nivel social, humano, cultural, comercial y económico.

Antiguos espantes.

Esta la Villa de Alcañices ubicada en un lugar estratégico que la convierte en paso obligado entre España (Zamora) y Portugal (Oporto) por la carretera Nacional 122 (Itinerario Europeo 82 Helsinki-Oporto) y ruta jacobea desde Sevilla, Mérida y el Norte de África a Compostela con el “Camino Portugués” de la Ruta de la Plata”. Realidad o leyenda cuenta que por allí peregrino San Francisco de Asís y ahí estuvo el origen de Convento de la Orden Tercera Franciscana.

La Villa de Alcañices cuenta en la actualidad con “Encierros” reducidos a la suelta de novillos y vaquillas en la calle de “San Andrés”, frente al Centro de Turismo Rural “La Atalaya”, tras prohibirse su celebración en la Plaza Mayor y Avenida de San Francisco (travesía) por causa de la carretera Nacional 122 por la Dirección General de Carreteras del Estado. También han sido habituales las novilladas y corridas de rejones. Un presente que es una rémora de la grandeza que tuvieron allí los actos taurinos en la fiestas durante siglos para los hispanos y lusos.

En el año 1752, con un presupuesto municipal de 5.533 reales de vellón, se destinaron en Alcañices a las fiestas de la Virgen de la Asunción y San Roque 1.788 entre otras cosas para el pago de los novillos, el toro de muerte, las comedias, los sermones, las danzas y los fuegos con cohetes y bombas que se traían de Portugal.

Por aquellas fechas el único médico que había en la Villa de Alcañices se llevaba del municipio 440 reales. La mayor cuantía en todos los ingresos municipales (un total de 12.541 reales de vellón) la taberna aportaba 6.777, más de la mitad.

Manuel Gago Rodríguez, más conocido como “Melujo”, nacido el día 11 de septiembre de 1917, próximo a cumplir los 104 años añora los encierros camperos: “Mi primer recuerdo de los espantes de Alcañices son de niño cuando mi padre junto a otros iban a buscarlos a Salamanca, los mas ricos iban con caballos y los otros que eran mas pobres tenían que ir andando. Los traían caminando y los mozos y rapaces de la época, en los años anteriores ala Guerra Civil, íbamos a esperarlos al “Puente Pino” en Pino de Oro y desde allí los acompañábamos hasta la Villa. Los espantes comenzaban en el paraje de “La Capitana” entre Alcañices y Vivinera y los traíamos por los caminos de Mellanes y Pozal hasta el prado de los Toros. Los espantes se hicieron al estilo tradicional hasta el año 1951: Entonces los toros eran casi que diría yo lo más importantes de las fiestas y venían a correr los espantes desde muchos pueblos de Tras os Montes en Portugal”.

Manuel Gago Rodríguez Nacido el 11 de septiembre de 1917

En las fotos antiguas se ve en casi todas a los mozos y mozas corriendo los toros a pie y con varas. No es que no se hicieran a caballo, lo que pasa es que tener caballos yeguas era un auténtico lujo que muy pocos se podían permitir entonces.

Este año 2021 no hubo pregón tradicional el 12 de agosto y aunque no haya actuaciones con grandes orquestas, ni toros, Alcañices fue, es y siempre será una villa acogedora y hospitalaria, –de buenas gentes y comerciantes de muy buen trato–, donde poder acudir a pasar el día y disfrutar entre otras cosas de su ricas y variada gastronomía alistana, solos o en familia.

Saciar la sed y degustar unas sabrosas tapas es posible en lugares como “La Atalaya” de Ángel López (restaurante), “Los Arcos” (Carlos Fuentes) “La Taberna” (Jesús Romero) “Yo Que Sé” (Francisco Blanco), “La Villa” (Mayra Elisabeth Cañar), “La Toscana (Esther Rivas y María Fernández), “Enigma” (Nieves Mata) y gasolinera “Fertol” (Domingo Fernández), bar “Acuario” (Germán Rodríguez).

En la Villa hay auténticos manjares culinarios que cautivan y enamoran como los “Borrachos de Alcañices” que elabora la maestra artesana Isabel Galhardo Vaz nacida en Sao Martinho de Mogadouro: dulces elaborados a base de huevos, harina y azúcar, junto con almíbar y brandy más los secretos de Isabel: hasta 30 docenas diarias (22.230 en verano) o “Los Churros” de “La Atalaya” de Ángel López Santiago un arte del añorado y querido señor Ángel López Rivas que trasmitió a su hijo y nietos su maestría, su saber, su talante y su buen trato. Alrededor de mil churros diarios en julio y agosto (66.700 en total). Alcañices espera tu visita.