El vecino de la Carballeda investigado como presunto autor de un delito contra el patrimonio ha negado todos los hechos y señala que “no soy ningún expoliador y tengo la conciencia tranquila”. El objeto incautado y entregado en el Museo de Zamora es una moneda de cobre de escaso valor económico y numismático, según las propias palabras del denunciado, hallada en un lugar del término de Palacios de Sanabria que no consta que sea yacimiento arqueológico. De hecho, el terreno donde encontró la moneda con un detector de metales de uso recreativo es una finca ganadera.

El ahora investigado acredita mediante varias actas de entrega al Museo Provincial de Zamora, la entrega de varios objetos encontrados en lugares que no son yacimientos arqueológicos que sí tienen valor histórico, económico y documental, como una punta de flecha Palmela o un hacha íbera.

“A mí no me han pillado en ningún yacimiento. A mí me han parado en el camino cuando volvía y la Guardia Civil me preguntó de dónde venía”. Señala que no tuvo ningún problema en decir del lugar que venía, donde había estado con el detector de metales y abrir la pequeña cajita de plástico donde mostró la moneda “que realmente parece una chapa”. “Al preguntarme qué era les dije la verdad, una moneda”. Continua en sus manifestaciones: “como yo tenía la conciencia tranquila les dije toda la verdad, que venía de detectar”. Cuando le preguntaron si sabía que estaba en un yacimiento, su contestación fue que “no”.

Mantiene que el lugar en el que estaba no es el castro de Palacios y asevera que pidió permiso verbal a la entidad local y a la persona que gestiona la finca. Precisamente en el viaje hasta el emplazamiento donde encontró el objeto, el ganadero ratifica que le pidió permiso al encontrarse en una pradera contigua al cercado de vacas.

Moneda hallada en Palacios de Sanabria y requisada por la Guardia Civil. A. S.

La moneda fue detectada a unos 15 ó 20 centímetros de profundidad al pie de un roble centenario, el mismo punto que indicó a los agentes donde hizo el hallazgo. “Normalmente no cojo las monedas, yo no soy coleccionista, prefiero encontrar una llave, un cencerro, un cascabel, pero ese día la cogí”. Afirma que en otro lugar ha encontrado una moneda de plata romana y allí la ha dejado, previa petición a ese Ayuntamiento de si podía pasar con el detector. En este caso tampoco, según sus declaraciones, ha entrado en un yacimiento.

Si el lugar donde lo encontró fuera un yacimiento “el detector hubiera encontrado más cosas. A parte de que me documenté y pregunté a los vecinos y en el Ayuntamiento, y todos me indicaron que ahí no era el castro, el pueblo como lo llaman, que está situado más abajo cerca del embalse”. Si fuera un expoliador “no estaría en un camino y en pleno día”.

Este vecino de la Caraballeda está federado desde 2020 para realizar búsquedas de metales en lugares que no estén declarados yacimientos arqueológicos. Su afición por esta actividad fuer anterior y lo primero que buscó y encontró fue el anillo de su madre perdido en una finca de su padre. Fue en el año 2019 y además del anillo apareció una punta Palmela. El acta de entrega efectuada al Museo Provincial especifica que con fecha de 3 de junio de 2019 hace entrega a la directora de la institución de “un elemento metálico, punta Palmela, hallado casualmente en el embalse de Ricobayo, junto al viejo Puente La Estrella, en la margen izquierda frente a la urbanización La Encomienda, en el término de perilla de Castro”. El enclave no es un yacimiento y dicho objeto se incorpora al inventario.

Pero sin duda el objeto que más le apasiona es un hacha plana de bronce, “íbera y de 4.000 ó 4.500 años de antigüedad”, concreta el interesado. El hacha apareció en Santa Cristina de la Polvorosa y a 500 metros del río Órbigo, se usaba no solo para su función específica “sino también como moneda de cambio”. La fecha del documento de entrega es de 25 de junio de 2020, y es la pieza de más valor de las que ha encontrado.

En el mes de julio efectúa una tercera entrega de una punta de aletas y enmarca tubular hallado en el mismo término en el que apareció la “punta Palmela”. Habla de estos tres objetos con énfasis, mientras que minusvalora la moneda. El Museo de Zamora ya se ha puesto en contacto para obtener más datos del metal. “Se me ha quitado el derecho de hacer yo la entrega al museo”, lamenta.

En agosto de 2020 decide federarse para poder seguir con su afición y los límites, que conlleva que “no podemos ni pisar con un detector en un yacimiento, y ni se me ocurre”.

Tiene un detector valorado en 400 euros, de los calificados para uso recreativo. Mediante correos electrónicos con Confederación Hidrográfica del Duero y de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente puede acreditar que se molesta en pedir permiso para hacer los barridos.

Detector de metales de uso recreativo utilizado por el carballés. | A. S. Araceli Saavedra

Desde entonces ha encontrado algún anillo de plata moderno y muchas más piezas que entran en la categoría de “basura” y residuos. El inventario es el siguiente: 8 neveras, 3 lavadoras, varias cocinas y numerosos microondas “que cargo en la furgoneta y me los llevo”. Las neveras son muy contaminantes “contienen ciclopentano y gas R12 que ataca el ozono”. En la bolsa de basura que lleva en la furgoneta hay un anzuelo de pesca, varias latas y cristales. No se censura a la hora de criticar que en los ríos y embalses aparecen numerosos objetos y basura que tiran los pescadores: “¡Vaya con los ecologistas de los pescadores!”.

Para los objetos hallados fuera de los yacimientos hay un plazo de dos meses, según le ha informado la Federación, para hacer la entrega ante el organismo competente. “Me han quitado el derecho de hacer la entrega”, insiste.